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El emperador Akihito, durante su mensaje televisado - REUTERS
Japón

El Emperador de Japón abre la puerta a su abdicación por su delicada salud

En el segundo mensaje televisado de su reinado, Akihito, de 82 años, apunta a una regencia de su hijo, el príncipe Naruhito, que obligará a reformar la Constitución

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Tras varias semanas de debate sobre su estado de salud, el Emperador de Japón, Akihito, abre la puerta a su abdicación. Aunque no será inmediata y tardará todavía algún tiempo, esta renuncia al trono ha conmocionado a la conservadora sociedad nipona y exigirá al Gobierno una reforma de la Constitución.

Así lo anunció este lunes el monarca, quien, dando buena cuenta de la importancia de la ocasión, se dirigió a su pueblo en su segundo mensaje televisado después de casi tres décadas de reinado. La vez anterior lo hizo para consolar a los damnificados por el devastador tsunami que arrasó la costa nororiental de Japón en marzo de 2011 y provocó el desastre nuclear de Fukushima.

Akihito, que cumplirá 83 años en diciembre, tranquilizó a sus súbditos asegurando que “afortunadamente me encuentro bien de salud ahora”, pero reconoció que “cuando considero que mi estado físico está deteriorándose gradualmente, me preocupa que me resulte difícil seguir adelante con mis obligaciones como símbolo del Estado”.

Por ese motivo, apuntó a una posible regencia de su hijo, el Príncipe Heredero Naruhito, que tiene ya 56 años.

“Fue hace algunos años, después de mis operaciones, cuando empecé a sentir el deterioro de mi estado físico por mi avanzada edad y empecé a pensar sobre el futuro: cómo debería actuar si me resultar difícil desempeñar mis duras funciones como lo he estado haciendo, y qué sería lo mejor para el país, para la gente y para los miembros de la Familia Imperial que me siguen”, señaló Akihito en su alocución, ampliamente seguida en las calles niponas.

El emperador Akihito y la emperatriz Michiko en 2015
El emperador Akihito y la emperatriz Michiko en 2015 - REUTERS

Aunque la actividad del Emperador se ha reducido en los últimos tiempos debido a su delicada salud, su agenda incluye cada año más de 250 encuentros oficiales y 75 viajes dentro de Japón y al extranjero. Para aliviarle de tan pesada carga, la Casa Imperial nipona anunció en mayo que más de un centenar de dichos actos serían cancelados o asignados al Príncipe Naruhito.

“Intentando sobrellevar el envejecimiento, creo que no es posible seguir reduciendo perpetuamente los actos del Emperador en asuntos oficiales y como símbolo del Estado”, admitió Akihito su incapacidad para continuar como hasta ahora. Como solución, aseguró que “una Regencia puede ser establecida para actuar en lugar del Emperador cuando este no pueda cumplir sus obligaciones por razones como su edad o una enfermedad”.

Para ello el Ejecutivo del primer ministro Shinzo Abe tendrá que reformar la Constitución, lo que aparece como un toque de suerte en sus planes políticos. Desde que tomó el poder, Abe se ha empeñado en cambiar la Carta Magna nipona, que destaca por su pacifismo y renuncia expresa a la guerra, para relanzar el papel militar del país, muy dependiente de Estados Unidos. Aunque esta reforma ha sido ampliamente criticada en las calles, la hegemonía de su partido en el Parlamento le permite seguir avanzando en busca de la mayoría de dos tercios necesaria para sacarla adelante. Además de desviar la atención de la opinión pública sobre tan controvertido asunto, la futura abdicación del Emperador servirá también para redefinir el rol de la Familia Imperial japonesa y sus estrictas normas, como por ejemplo la prohibición de que las mujeres hereden el Trono del Crisantemo. Por ese motivo, la hija del Príncipe Heredero Naruhito, quien está casado con la princesa Masako, una antigua diplomática que lleva años aquejada de una profunda depresión, no podrá suceder a su padre. Debido a la ley sálica que rige en Japón y limita el trono a los hombres, la pequeña princesa Aiko ha sido desplazada de la línea sucesoria por su primo Hisahito, hijo del segundo vástago del Emperador, el príncipe Akishino, y la princesa Kiko.

Como todavía no hay normas previstas para la abdicación, que no está contemplada en la Constitución, el Gobierno deberá hacer los cambios legales pertinentes, ya que el último Emperador que renunció al trono fue el Emperador Kokaku en 1817.

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