Imagen de un barrio de Damasco
Imagen de un barrio de Damasco - REUTERS

EE.UU. enviará a 50 militares de élite a Siria para combatir sobre el terreno a Estado Islámico

El despliegue supone un cambio de estrategia del presidente Obama, que hasta ahora se limitaba a los ataques aéreos contra los yihadistas

WASHINGTON Actualizado: Guardar
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La Casa Blanca quitaba hierro ayer al nuevo despliegue, pero la realidad es que Barack Obama ha aprobado el envío de medio centenar de soldados al norte de Siria e Irak, en calidad de asesores, un grupo que supone el primer envío de tropas sobre el terreno a aquel país. El objetivo principal es la creación de un equipo de fuerzas especiales de intervención en un selectivo intento de liquidar a la cúpula yihadista de Estado Islámico. El cambio de estrategia, que contradice la anunciada intención del presidente de limitar su intervención en Siria a operaciones aéreas, intenta enderezar una guerra que, pese a la pérdida de territorio y las miles de bajas yihadistas, no ha logrado aún que el EI se debilite sustancialmente.

Obama ha autorizado también el despliegue de aviones A-10 y F-15S desde la base aérea norteamericana de Incirlik, en Turquía, junto al envío de material militar para las tropas islamistas moderadas y las kurdas que combaten al yihadismo

La decisión del presidente estadounidense, para cuyo despliegue se espera contar con el visto bueno del primer ministro de Irak, Haider el Abadi, incluye además la expansión de la cooperación en materia de seguridad en Líbano y en Jordania. En paralelo al refuerzo de las tropas islamistas moderadas, que también combaten al dictador sirio Al Assad, la reunión en Viena de todos los países implicados iba a suponer la aceptación norteamericana de que sea el dictador sirio quien inicie la transición, levantando el veto incondicional que había planteado sobre él. Pero, al tiempo, la Administración Obama busca con su nueva estrategia bélica una mayor presión sobre Al Assad y Rusia, que combaten de la mano, para evitar que los bombardeos ordenados por Putin terminen por decantar la guerra en favor del dictador y, de esa forma, mantenerle en el poder.

Expertos y reporteros sobre el terreno coincidían ayer en dos ideas: que el despliegue implica un cambio importante de estrategia y un aumento notable del riesgo para la presencia norteamericana en la zona, y que el presidente Obama tenía poca alternativa ante la evolución de los acontecimientos, más pesimistas que cuando hace un año se inició la guerra contra los yihadistas de Estado Islámico.

Entre ellos, el analista y exagente de la CIA Robert Baer, pese a reconocer la necesidad de actuar, advertía en la cadena CNN del «gran riesgo que supone operar en una zona donde están bombardeando los aviones rusos». Y apuntaba que «se puede dar una expansión de conflicto aún mayor».

La decisión coincide con el relevo del enviado de la Casa Blanca para coordinar la coalición que combate a Estado Islámico, el general John Allen, quien acaba de ser sustituido por un asesor de la máxima confianza del presidente, Brett McGurk, quien ya hacía las veces de segundo del general.

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