El dosier Kennedy podría desvelar qué hizo Oswald en México

Los expertos esperan también detalles sobre cómo operaba la CIA durante la Guerra Fría

Kennedy, en 1962, en el Despacho Oval de la Casa Blanca REUTERS
Javier Ansorena

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Todo empezó en las pantallas de los cines. En 1991, el agitador y cineasta Oliver Stone estrenó «JFK» , una película que azuzó más que nadie el fantasma de las conspiraciones sobre la muerte del presidente John Fitzgerald Kennedy, asesinado mientras participaba en una comitiva por las calles de Dallas (Texas), el 22 de noviembre de 1963. La cinta apuntaba a un complot gubernamenta l y criticaba la ocultación de pruebas y el secretismo del caso. Tanto removió a la sociedad estadounidense, que el asunto llegó al Congreso. Los legisladores aprobaron una ley sobre los documentos ligados a la muerte de JFK que establecía que en un plazo de 25 años todo el material tendría que estar desclasificado. Hasta ahora, se ha desclasificado el 88% de los documentos del caso, mientras que el 11% ha sido desvelado con omisiones o tachaduras y el 1% es un gran secreto.

Ayer se cumplió ese plazo y estaba previsto que la Administración Nacional de Archivos y Registros volcara todo el material restante -el 1% de lo que sigue secreto y el 11% sin omisiones- en su página web. ¿Todo? Eso ayer estaba todavía por ver. Quien tiene la autoridad para impedir la publicación de los documentos secretos es el presidente de EE.UU. Después de recibir presiones políticas y de las agencias de inteligencia sobre la conveniencia de publicar o no algunos documentos, Trump aseguró el pasado fin de semana que saldrían a luz. Pero reconoció que la desclasificación estaría sujeta «a más información» por parte de las agencias gubernamentales. La ley establece que el presidente puede impedir la publicación si esta supone «un daño identificable a la defensa militar, las operaciones de inteligencia, la seguridad o las relaciones internacionales» y si ese daño «es de tal gravedad que compensa el interés público de su divulgación». Al cierre de la edición de ayer, todavía no estaba claro si Trump había decidido bloquear parte del material o publicarlo en su totalidad.

Lo que sí ha entendido Trump es la fascinación que todavía atrapa a EE.UU. con el asesinato de uno de sus presidentes más carismáticos. Como experto de los medios y el suspenso, acudió a Twitter por la noche, en la víspera de la publicación, para crear suspense: «La esperada publicación de los documentos de JFK ocurrirá mañana. ¡Muy interesante!», dijo, como un presentador que ceba la atención del espectador antes de un bloque publicitario.

Decepción

La opinión mayoritaria es que será una decepción para quienes esperan que aclare las grandes cuestiones sobre el asesinato de JFK o que apoye alguna de las variadas teorías conspiradoras que circulan desde el magnicidio. «No va a haber una pistola humeante», aseguró a la CNN Gerald Posner , experto en el asesinato, sobre la posibilidad de que aparezcan pruebas relevantes que cambien la conclusión mayoritaria sobre el caso: que Lee Harvey Oswald actuó solo cuando disparó desde un edificio de la plaza Daley de Dallas al presidente de EE.UU.

Eso no quiere decir que no haya revelaciones interesantes en los documentos secretos. Los expertos apuntan a que podrían esclarecer las actividades de Oswald -un estadounidense que había desertado a la URSS- en Ciudad de México meses antes del magnicidio. La CIA tenía al asesino bajo vigilancia y esa información podría aclarar qué hizo en la capital mexicana -se sabe que visitó las embajadas de Cuba y Rusia- y por qué no se le tenía controlado cuando JFK visitó Dallas.

Quizá lo más jugoso sean detalles de las maniobras oscuras de la CIA en la época, no relacionadas con la muerte de JFK, pero sin duda relevantes para los historiadores. Detalles sobre sus intentos de asesinar a Fidel Castro en colaboración con la mafia, sus relaciones con el Gobierno de México, su participación en un golpe de estado en Vietnam del Sur… Todo un retrato del juego sucio de la inteligencia estadounidense durante la Guerra Fría, que no ayudará a mejorar la imagen pública de la CIA.

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