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Vídeo: Escuche las palabras de Theresa May ayer en el G-20 - REUTERS

May desmonta tres promesas estelares de la campaña del Brexit

No habrá sistemas de puntos para inmigrantes, más dinero para sanidad, ni bajada de IVA

CORRESPONSAL EN LONDRES Actualizado: Guardar
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El agudo David Davis, de 67 años, veterano guerrero tory, profundamente anti europeísta y rival de Cameron por el liderazgo en 2005, es el hombre de Theresa May para el nuevo Ministerio de Salida de la UE.

Davis, que gasta fama de claro y directo, compareció ayer en los Comunes para aclarar la estrategia del Gobierno sobre cómo hacer real el Brexit, algo que dos meses después de la consulta sigue en una nebulosa. «Naturalmente la gente quiere saber qué significa Brexit. Pues bien, Brexit significa simplemente que dejamos la UE. Decidiremos sobre nuestras fronteras, nuestras leyes y el dinero de nuestros impositores», explicó en su arranque.

El problema es que en el resto de la alocución no fue capaz de concretar más, amén de repetir lo ya dicho por May: no habrá un segundo referéndum y se mantendrá un trato similar al de ahora a los inmigrantes de la UE que ya están en Gran Bretaña, siempre que los europeos hagan lo propio con los británicos.

Más lugares comunes

La oposición le recriminó que solo aportó «más lugares comunes vacíos». Los laboristas, pese a estar sumidos en una enorme crisis, le recordaron con reflejos que en la web de su flamante ministerio no aparece siquiera un número de teléfono, o que es incapaz de concretar cuestiones tan elementales como si el Reino Unido seguirá en la Europol.

El Gobierno se aferra a su muletilla («Brexit significa Brexit») e intenta insuflar optimismo. Ayer la libra se apreció frente al dólar por un buen dato de los servicios. Davis recordó que este verano Softbank, GlaxoSmithKline y Siemens reafirmaron sus planes de inversión en el Reino Unido. Es cierto que el triunfo del Leave no ha traído por ahora la catástrofe económica que auguraban Cameron, el FMI y los grandes bancos globales. Pero al mismo tiempo se va viendo que a la primera ministra le va a costar hallar una ruptura airosa.

En su primera cumbre en el extranjero, la reunión del G-20 en Hangzhou, May recibió dos jarros de agua fría. Obama, que había hecho campaña por el Remain en Londres, manifestó sin ambages que los británicos «han votado en la dirección equivocada». Además, ratificó que el Reino Unido habrá de situarse a la cola para buscar un acuerdo comercial con Estados Unidos, pues dará preferencia a sus negociaciones en curso con los asiáticos y la UE. Japón, muy a su estilo, entregó una carta de 15 páginas, en la que advierte que si no se logra un buen acuerdo con la UE, sus bancos y otras empresas podrían dejar el Reino Unido.

Ante tal panorama, May, cuya estrategia es vender la salida en clave de éxito, reconoció por primera vez que el Brexit «traerá momentos difíciles». Además, anunció que se incumplirán tres de las promesas estelares de la campaña del Leave, cuyo rostro carismático fue Boris Johnson, a quien ha hecho ministro de Exteriores. No habrá el prometido sistema de puntos al estilo australiano para limitar la inmigración, porque según ella no permitiría al Gobierno controlar las llegadas, pues otorga un permiso de residencia automático a quien acredite ciertos requisitos.

Tres engaños

«Quiero un sistema donde el Gobierno pueda decidir quién viene y quién no viene», explicó. Además, con el sistema de puntos, Australia recibe porcentualmente más inmigrantes que el Reino Unido. May promete controlar la inmigración y asegura que acabará con la libre circulación de comunitarios («una línea roja»), pero no sabe todavía cómo. Cinco miembros de su Gobierno defienden el sistema de puntos que ha tumbado, entre ellos Boris Johnson.

La segunda promesa de Boris que ha desmontado es aquella que engalanaba su famoso autobús de campaña: tras el Brexit, el sistema de salud recibiría cien millones de libras más cada semana, gracias al dinero que ya no se enviará a Bruselas. Por último, desmintió que tras el Brexit vaya a bajar el IVA de los carburantes. En resumen: tres promesas estelares del Leave han resultado un engaño.

Ayer en los Comunes se debatió también una petición popular, que obtuvo el récord de más de cuatro millones de firmas en internet, para que se celebre un segundo referéndum. Pero el debate era meramente simbólico.

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