Boris Johnson

Boris Johnson, el histrión dispuesto a llevar al Reino Unido al abismo

La elección del exalcalde de Londres como próximo primer ministro marca casi con toda seguridad el final de una era

Boris Johnson pronuncia un discurso tras ser elegido nuevo líder del Partido Conservador, hoy en Londres AFP

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Si algo tiene de bueno para la Unión Europea la llegada al poder en Londres de un personaje como Boris Johnson es que por fin va a tomar las riendas del Brexit alguien que cree firmemente en que esta es la mejor opción para el Reino Unido. A diferencia de Theresa May que hizo campaña en el referéndum a favor de que el país siguiera siendo miembro de la Unión y luego ha querido pasar por una conversa partidaria de la salida, Johnson siempre ha mantenido la misma opinión . Por ello, en lugar de las vacilaciones y los pasos en falsos que caracterizaron la gestión de su predecesora, de este estrambótico personaje que va a instalarse en el numero 10 de Downing Street no se puede esperar más que una determinación imparable para llevar a cabo la desconexión con Europa, cualquiera que sean sus consecuencias.

Es curioso que en este momento haya emergido este paralelismo entre Johnson y la nueva presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen . Ambos son hijos de funcionarios europeos. Ambos vivieron sus primeros años de colegio en Bruselas. Y sin embargo, cuando Von der Leyen se trasladó ya adolescente a Alemania era más europea que alemana, mientras que lo que Johnson heredó de esa parte de su vida fue un odio cerval a las instituciones comunitarias , que reflejaría después en una constante sátira insultante –y falsa– en sus crónicas como corresponsal en Bruselas. Ambos se van a ver las caras ahora en los dos extremos de una mesa en el momento más dramático, el 1 de noviembre. Von der Leyen le ha ofrecido una nueva prórroga «si es por una buena razón», pero lo ha hecho a sabiendas de que en el fondo Boris no tiene la menor intención de pedirla, así que al menos por primera vez los responsables de la Comisión saben a qué atenerse.

Para Bruselas, que Johnson se convierta en primer ministro habría sido un drama hace dos o tres años. Justo después del referéndum, este personaje habría producido un «shock». Ahora puede ser visto incluso con alivio porque representa el comienzo del desenlace de esta tragedia. El Brexit consume una cantidad ingente de energía política y representa un lastre estéril para la Unión, que seguirá avanzando sin el Reino Unido, en muchos casos con mucha más rapidez que con sus socios británicos. La UE lleva tres años ofreciendo cabos para que en el Reino Unido alguien se pueda agarrar, pero todos han caído en el agua.

Si acaso, la última esperanza «in extremis» tal vez sea este histrión de Boris Johnson, que llevará a su país a la catástrofe de la separación, que deberá -ahora si- afrontar todas las mentiras que esparció durante la campaña y que tendrá que responder por todas sus miserables promesas. Puede que para los británicos no haya más solución que tener que experimentar el dolor de lo que han perdido, para que se convenzan por fin que han sido víctimas de una banda de demagogos que les han engañado. Una banda en la que Johnson tendrá siempre un papel estelar.

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