Caso Peng Shuai

En China puede desaparecer cualquiera

Como demuestra el caso de Peng Shuai, en China no solo se evaporan los disidentes, sino cualquiera que caiga en desgracia para el régimen. Antes que la tenista, desaparecieron temporalmente magnates como Jack Ma, artistas como Ai Weiwei, actrices como Fan Bingbing y hasta el jefe de la Interpol, Meng Hongwei

ABC, censurado en China por la publicación de este reportaje y un perfil sobre Xi Jinping

La tenista Peng Shuai Reuters
Pablo M. Díez

Esta funcionalidad es sólo para registrados

La tenista Peng Shuai, que llegó a ser número uno del mundo en dobles en 2014, no es la primera celebridad que desaparece en China ni, por desgracia, será la última. Al igual que Peng, que ha estado 18 días en paradero desconocido hasta que la propaganda mostró vídeos suyos el pasado fin de semana , artistas, magnates y estrellas del cine o la música se han evaporado en el pasado por caer en desgracia para el autoritario régimen del Partido Comunista.

En el caso de la tenista, ha sido por acusar de abusos sexuales a un antiguo vice primer ministro, Zhang Gaoli, del que fue amante durante años. En la noche del 2 de noviembre, Peng Shuai colgó en su cuenta de Weibo, copia del bloqueado Twitter, una larga y sentida declaración donde contaba su relación con el político, quien fue viceprimer ministro entre 2013 y 2018 y miembro del todopoderoso Comité Permanente del Politburó entre 2012 y 2017. Aunque la censura borró su comentario en apenas media hora, algunos internautas difundieron la captura de pantalla que ha desatado el escándalo.

La tenista, de 35 años, denunció que Zhang Gaoli, de 75, abusó de ella en 2018, cuando ya se había retirado de sus cargos. «Me llevaste a tu casa y me obligaste a tener relaciones», acusó Peng, quien aseguraba que «esa tarde no di mi consentimiento y no pude dejar de llorar». Apelando a la relación que habían tenido años atrás, que el propio Zhang Gaoli cortó cuando llegó a la cúpula del régimen, le insistió para acostarse con ella. «Después de la cena, yo seguía sin querer hacerlo y tú dijiste que me odiabas. También dijiste que no me habías olvidado en los últimos siete años y que me tratarías bien... Tenía miedo, tenía pánico. Pero también arrastraba los sentimientos que había tenido por ti esos siete años. Así que acepté. Sí, tuvimos sexo», reconoció la tenista, que acabó cediendo a la presión del hombre. A pesar de esta supuesta agresión sexual, volvió a convertirse en su amante ocasional y retomaron la relación extramarital que, a tenor de su testimonio, fue consentida durante todo el tiempo por la esposa del político, a quien comparaba con una emperatriz de una serie de televisión que la menospreciaba como si fuera una concubina.

Aunque la censura intentó tapar el escándalo y Peng Shuai fue retirada de la circulación, la movilización de las estrellas del tenis ha sido crucial para volver a verla en público . Tras sus apariciones orquestadas en un restaurante y en un torneo de tenis infantil, donde siempre estuvo acompañada y no dijo absolutamente nada, habló por vídeollamada con el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach. Según el comunicado del COI, que solo mostró una foto de la conversación, la tenista aseguró que se encontraba «bien» y quería «privacidad».

Una lista larga y variada

Pero persisten las dudas sobre su libertad porque, en China, la lista de motivos por los que uno puede volatilizarse es tan larga y variada como el número de desaparecidos. Van desde razones políticas como las denuncias contra el régimen, que en 2011 llevaron al famoso artista Ai Weiwei a una cárcel secreta durante 81 días , hasta escarmientos públicos como el que sufrió el año pasado Jack Ma, fundador de Alibaba, quien también desapareció durante tres meses por criticar el anquilosado sistema financiero del país delante del vicepresidente Wang Qishan. Días después, las autoridades chinas suspendían la salida a Bolsa del Grupo Ant, brazo financiero de Alibaba, que iba a ser la mayor del año con una recaudación de 37.000 millones de dólares (30.250 millones de euros). Y, al cabo de dos meses, le abrieron una investigación a Alibaba por monopolio que acabó con la mayor multa de este tipo impuesta en China: 18.200 millones de yuanes (2.540 millones de euros).

Jack Ma, fundador de Alibaba Reuters

Después de tres meses sin noticias suyas, Jack Ma reapareció en enero de este año en un vídeo dando un discurso a un grupo de profesores rurales premiados por su fundación. En él, aseguraba que había pasado todo ese tiempo «estudiando y pensando» hasta llegar a la conclusión de que los empresarios debían ayudar a «la revitalización del campo y a la prosperidad común», uno de los últimos lemas del presidente Xi Jinping. Perdonado por el régimen tras estas confesiones públicas, Ma fue visto el mes pasado navegando con su lujoso yate por aguas de las islas Baleares.

Pero, mientras unos reaparecen, otros desaparecen. Aparte de la tenista Peng Shuai, la última estrella en tragarse la tierra, es decir el régimen, es la actriz Zhao Wei. De la noche a la mañana, sus películas y series fueron eliminadas de las plataformas chinas en agosto y su cuenta fue desactivada en la red social Weibo, donde tiene más de 85 millones de seguidores. Como ha ocurrido en todo el mundo con Peng Shuai, la etiqueta #QuehapasadoconZhaoWei en mandarín se convertía en tendencia en China pese a la censura y se desataban los rumores sobre su desaparición, todavía no aclarados. En medio de todo este misterio, la propia Zhao tuvo que desmentir en Instagram, que por cierto está censurado en China, que había huido a Francia, donde posee un viñedo en Burdeos con su marido. Desde entonces, solo ha sido vista en un par de ocasiones, en su ciudad natal y en un evento público, pero su presencia ha sido borrada de internet y no se sabe por qué.

Su caso y el de la actriz Zheng Shuang, también vetada en verano tras ser multada con 299 millones de yuanes (39 millones de euros) por no pagar impuestos, recuerdan a la purga que sufrió en 2018 otra popular estrella: Fan Bingbing. Protagonista de taquillazos internacionales como ‘X-Men: Días del futuro pasado’ y aclamadas películas chinas como ‘No soy Madame Bovary’, premiada en San Sebastián en 2016 junto a su interpretación, estuvo desaparecida durante cuatro meses y fue multada con 884 millones de yuanes (110 millones de euros) también por evasión fiscal.

Su repentina y larga ausencia disparó las especulaciones de que había sido arrestada, hasta que finalmente reapareció confesando que había desfalcado a Hacienda. «Recientemente he sufrido un dolor y una agonía que no conocía. Me siento avergonzada y culpable por lo que he hecho», se disculpaba públicamente en su cuenta de Weibo. Aunque Fan Bingbing se confesaba en las redes sociales, su discurso sonaba a los oscuros tiempos de la ‘Revolución Cultural’ (1966-76). «Uno podría decir que cada parte de los logros que he conseguido no se puede separar del apoyo del Estado y la gente. Sin las buenas políticas del Partido Comunista y del Estado, sin el cariño y cuidado del pueblo, no existiría Fan Bingbing», escribía la actriz con el tono habitual de la propaganda.

Sin aparecer en semanas

La actriz Fan Bingbing

Casi al mismo tiempo que resurgía Fan Bingbing , a finales de septiembre de 2018, se le perdía el rastro al propio jefe de la Interpol, el chino Meng Hongwei , tras volar a Pekín desde Lyon, sede de dicha institución. Como en el caso de la actriz, ni la repercusión internacional por su detención le libraron de desaparecer durante dos semanas, hasta que Pekín finalmente reconoció que estaba detenido por corrupción. Después de nueve meses en una cárcel secreta y sin acceso a un abogado, fue juzgado en junio de 2019 y admitió haber aceptado sobornos por valor de 14,4 millones de yuanes (1,8 millones de euros) entre 2005 y 2017, cuando era viceministro de Seguridad Pública y jefe de la Policía Marítima de China.

Condenado a trece años y medio de cárcel, Meng Hongwei se convertía así en la última víctima de la campaña anticorrupción con la que el presidente Xi Jinping está purgando a todo aquel que intenta hacerle sombra. Desde que tomó el poder entre 2012 y 2013, han sido castigados más de un millón y medio de cuadros del Partido Comunista, entre los que destacan 35 altos cargos del Comité Central y numerosos rivales políticos que Xi se ha quitado de en medio. Entre ellos destaca el anterior ministro de Seguridad Pública, Zhou Yongkang, quien fue superior de Meng Hongwei y en 2015 acabó condenado a cadena perpetua también por corrupción. Tras él, cayeron otros altos cargos militares acusados de conspirar contra el presidente Xi cuando relevó a su antecesor, Hu Jintao, cuya «mano derecha», Ling Jihua, también dio con sus huesos entre rejas de por vida.

Exponer el cautiverio

Aunque la desaparición de Meng Hongwei provocó un conflicto diplomático con Francia, que acabó concediendo el asilo político a su esposa e hijos, otro funcionario del Ministerio de Seguridad Pública de China, Hu Binchen, acaba de ser elegido esta semana para uno de los puestos del comité ejecutivo de Interpol. Una muestra más del creciente poder de Pekín, cada vez más presente en instituciones internacionales a pesar de sus flagrantes violaciones de los derechos humanos.

Sin avisar a jueces, fiscales, abogados ni familiares, la ley china autoriza el confinamiento de sospechosos hasta seis meses bajo la denominada ‘Vigilancia Residencial en Ubicación Designada’ (RSDL, en sus siglas en inglés). Tras dicho eufemismo se oculta un siniestro ‘Archipiélago Gulag’ con centros de detención e interrogatorios donde son encerrados los disidentes, abogados especializados en derechos humanos, activistas sociales y cuadros del Partido investigados por corrupción. Pero también magnates multimillonarios, celebridades y artistas críticos como Ai Weiwei, quien en 2013 montó desde Pekín una exposición en la Bienal de Venecia inspirada en los 81 días que estuvo retenido por la Policía mientras le investigaban por evasión fiscal. Con realistas figuras de vidrio fabricadas en secreto en China y luego enviadas a Italia, Ai Weiwei mostró su cautiverio, que tuvo lugar en 2011 y en el que dos agentes le vigilaban 24 horas al día permaneciendo a 80 centímetros mientras comía, andaba unos pasos por su celda, dormía y hasta cuando tenía que ir al baño.

Por su parte, el activista sueco Peter Dahlin, quien dirigía en Pekín la ONG China Action para formar abogados, también estuvo retenido 23 días en enero de 2016. Como contó a ABC en una entrevista posterior, fue liberado tras confesar en la cadena de televisión estatal CCTV que había «violado la ley, dañado al Gobierno y herido los sentimientos del pueblo chino». Al igual que él, otros abogados y disidentes, como cinco libreros de Hong Kong ‘secuestrados’ por el régimen en 2015, han reconocido sus ‘delitos’ en la televisión china en unas apariciones que recuerdan a las de la película ‘La confesión’, de Costa-Gavras. Algunos fueron liberados después. Pero otros como el bloguero Fang Bin, quien informó desde Wuhan sobre el estallido del coronavirus, o la periodista chino-australiana Cheng Lei, detenida en agosto del año pasado y acusada de espionaje, siguen desaparecidos en el ‘agujero negro’ del régimen chino.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación