Soldados del régimen sirio, en las ruindas del Templo de Bel en la histórica ciudad de Palmira
Soldados del régimen sirio, en las ruindas del Templo de Bel en la histórica ciudad de Palmira - REUTERS

Daesh vuelve a perder Palmira

El ejército del régimen de Al Assad recupera la histórica ciudad tres meses después de haberla perdido a manos de los yihadistas

CORRESPONSAL EN JERUSALÉN Actualizado: Guardar
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Tres meses después el Ejército sirio y sus milicias aliadas recuperaron de nuevo control de la ciudadela de Palmira, según informaron fuentes próximas a la milicia libanesa Hizbolá, uno de los grandes apoyos militares del Gobierno de Damasco. Tras haber llegado el martes al llamado «Triángulo de Palmira», una serie de montes cercanos desde los que se divisa la localidad, las fuerzas leales al presidente Bashar Al Assad expulsaron por segunda vez a los milicianos del grupo yihadista Daesh de este oasis situado en mitad del desierto, declarado patrimonio mundial por la Unesco en 1980. Es la segunda vez que las fuerzas sirias, con el apoyo de Rusia, echan a los yihadistas de este lugar simbólico y estratégico que cayó en manos del califato por primera vez en mayo de 2015.

Después de diez meses bajo la bandera negra de los seguidores del califa, el Ejército recuperó el control, pero en diciembre, aprovechando que toda la atención estaba en Alepo, Daesh asestó un golpe sorpresa y recuperó las ruinas grecorromanas, la ciudad moderna de Tadmur, levantada a las puertas del conjunto arqueológico, y los yacimientos vecinos de gas y petróleo.

A la espera de una nueva evaluación de daños, la Dirección General de Antigüedades de Siria denunció en enero que, en esta segunda etapa de Daesh en Palmira, los yihadistas causaron un «daño significativo» al histórico Tetrápilo, conjunto de cuatro grandes zócalos con cuatro columnas cada uno, la mayoría réplicas modernas, y al Teatro Romano. En su primera etapa, los hombres de califa destruyeron también templos, torres funerarias y obras de arte y convirtieron el museo en prisión, todo ello en nombre de su visión ultraortodoxa del islam, en la línea de la impuesta hasta 2001 por los talibanes en Afganistán.

El califato pierde terreno en Irak y Siria y Estados Unidos y Rusia se disputan el liderazgo de una lucha contra Daesh cuya próxima parada será Raqqa, bastión yihadista en suelo sirio. Los estadounidenses, que cuentan con 5.000 hombres desplegados en Mosul, denunciaron un bombardeo de la aviación rusa sobre «aldeas bajo control» de los grupos sirios a los que apoyan, «porque pensaban que seguían en manos de Daesh», según el comunicado del Pentágono.

Crímenes de guerra

La toma de Palmira refuerza a un Gobierno que desde que recuperó el control total de Alepo gana terreno frente a los grupos de la oposición y coincidió con la publicación de un nuevo informe de Naciones Unidas, esta vez dedicado a Alepo. La Comisión de Investigación independiente del organismo internacional sobre Siria dictaminó que «la población civil de los dos bandos ha sido víctima de los crímenes de guerra cometidos por todas las partes». Los investigadores acusan a las fuerzas de Assad de haber empleado «bombas de cloro en zonas residenciales, lo que causó centenares de bajas civiles» y a «algunos grupos armados» de haber impedido «violentamente» a la población abandonar la parte este de Alepo, llegando a utilizar a civiles como «escudos humanos».

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