Pedro Rodríguez - DE LEJOS

D-Day

¿Dónde están los ideales que hace 75 años hicieron posible la liberación de Europa?

Pedro Rodríguez

los aniversarios son una oportunidad para no olvidar pero también pueden resultar bastante crueles. En las celebraciones del desembarco de Normandía, van quedando menos testigos con vida de los 150.000 soldados aliados que hace 75 años se abrieron paso a través de los acantilados y las fortificaciones de cinco playas francesas rebautizadas para el «D-Day» como Utah, Gold, Juno, Sword y Omaha.

Los héroes más jóvenes de aquel desembarco son ahora nonagenarios. Cada vez son menos pero no conviene olvidar que forman parte de los millones de personas que por todo el mundo se sacrificaron para acabar con la tiranía del fascismo. Conviene recalcar, como lo hizo el presidente Hollande hace cinco en esta misma ocasión, que el final de la Segunda Guerra Mundial en Europa no fue exactamente una victoria de una nación sobre otra: «Fue la victoria de un ideal sobre una ideología totalitaria».

Este año, la nostalgia se ha vuelto a hacer presente en Normandía. Aunque más que nunca, el recuerdo viene acompañado de una cierta introspección. Todo lo ocurrido en la escena internacional durante los últimos cinco años, plantea una sobredosis de inquietud y pesimismo. ¿Hasta qué punto se están olvidando las lecciones del «D-Day»? ¿Dónde están los ideales que hace 75 años hicieron posible la liberación de Europa?

El nacional-populismo ha convertido en lo más parecido a un disparate la política exterior de los dos pilares de la llamada «relación especial» que hizo posible Normandía: Gran Bretaña y Estados Unidos. La nueva Europa nacida del horror de la Segunda Guerra Mundial se encuentra cada vez cuestionada, al igual que todo el orden liberal internacional. Se olvida que las últimas décadas de paz y prosperidad en el Viejo Continente son una excepción en una parte del mundo a la que históricamente cualquier excusa le ha servido para ir a la guerra: las dinastías, los imperios, el Estado nación, las fronteras, la religión… Y de propina el revisionismo de Rusia, olvidando que la victoria soviética no supuso una liberación sino la apoteosis del estalinismo.

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