Cumbre EE.UU.-Corea del Norte

Trump y Kim Jong-un abren en Singapur una nueva era de entendimiento

EE.UU. garantizará este martes, en un encuentro histórico entre ambos mandatarios, que no derrocará al régimen de Corea del Norte a cambio de su desnuclearización

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el dictador norcoreano, Kim Jong-un ABC
Pablo M. Díez

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Estados Unidos y Corea del Norte abren este martes en Singapur una nueva era de entendimiento con la histórica cumbre entre el presidente Donald Trump y el joven dictador Kim Jong-un . Si este se compromete a su desnuclearización, la Casa Blanca le asegura que no intentará derrocar su anacrónico régimen comunista, el más represivo del mundo.

Así lo avanzó este lunes el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo , tras una intensa jornada de reuniones de ambas delegaciones para cerrar los últimos detalles de la cumbre. «Estamos preparados para llevar a cabo acciones que les proporcionarán la suficiente certeza para estar cómodos con la desnuclearización, porque no terminará mal para ellos. De hecho, es justo lo contrario, ya que les llevará a un mejor y más brillante futuro para el pueblo norcoreano», anunció Pompeo en una rueda de prensa emitida por televisión. Además, destacó que serán «medidas únicas», porque «el concepto para estas discusiones es radicalmente distinto a los de antes».

El primer ministro de Singapur, Lee Hsien Loong, recibe a Trump antes de la cumbre Efe

Aunque Pompeo insistió en «la completa, verificable e irreversible desnuclearización» de Corea del Norte, parece que la Casa Blanca ha cedido ante las demandas del régimen de Kim Jong-un, que pretende inaugurar «una nueva época» en las relaciones entre ambos países, enemigos desde los primeros compases de la Guerra Fría.

Rebajando las elevadas expectativas que había generado, no se esperan grandes resultados concretos de este encuentro histórico entre Trump y Kim Jong-un, el primero de los mandatarios de EE.UU. y Corea del Norte. Como predijo Pompeo, será «el principio de un largo, complicado y arriesgado proceso».

Según «The New York Times», en la declaración que suscriban Trump y Kim Jong-un tras su encuentro se prevén tres secciones: una relacionada con la desnuclearización, otra con las garantías de seguridad de EE.UU. a Corea del Norte y la última sobre los pasos a tomar por ambas partes. Pero no está claro si dicho comunicado conjunto incluirá un calendario para la desnuclearización de Pyongyang , un inventario detallado de su arsenal atómico o una referencia a las sanciones económicas internacionales que el régimen de Kim Jong-un quiere levantar.

«Después de las numerosas crisis que ha habido en los últimos años, sobre todo desde 2013, el mero hecho de que ambos se sienten en la misma mesa para dialogar es algo histórico, suficiente para llamarlo un éxito», analizó ayer en un coloquio de expertos Kim Joonhyung , profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Global Handong de Corea. A su juicio, «la desnuclearización es un agujero negro que lo absorbe todo, pero estamos ante algo mucho mayor: un proceso de paz».

Coincidió con él John Delury , profesor de la Universidad de Yonsei, quien cree que «la desnuclearización es clave, pero lo más importante es que haya un cambio en las relaciones entre EE.UU. y Corea del Norte». Para el experto, «lo más interesante será ver el lenguaje del comunicado final, su espíritu y lo que estén dispuestos a revelar a su público».

Kim Jong-un, el pasado domingo antes de partir desde Corea del Norte hacia Singapur Efe

Aunque en los últimos días se había especulado con que Trump y Kim Jong-un podrían firmar un tratado de paz que pusiera fin oficialmente a la guerra de Corea, que acabó en 1953 solo con un alto el fuego, tal posibilidad parece descartarse. De hecho, está previsto que su encuentro dure solo por la mañana y que el dictador norcoreano vuele de regreso a Pyongyang por la tarde, mientras que el presidente estadounidense se marchará de Singapur por la noche. Pero todo puede ocurrir en una cumbre cuya negociación ha estado llena de giros y sorpresas, ya que el propio Trump llegó a cancelarla el pasado 24 de mayo. A los dos días, siguió organizándola con Kim Jong-un gracias a la mediación del presidente surcoreano, Moon Jae-in , auténtico muñidor de esta distensión.

Moon rebaja la euforia

Desde Seúl, Moon intentó ayer templar los ánimos para rebajar la euforia de cara a la cumbre. «La relación de hostilidad profundamente arraigada y el asunto nuclear norcoreano no se pueden resolver con una sola acción a través de un encuentro entre dirigentes», advirtió en un encuentro con sus secretarios presidenciales. Consciente de las dificultades, Moon dejó claro que «incluso aunque los dos mandatarios hayan iniciado el diálogo por la puerta grande, puede que necesitemos un largo proceso que puede llevar un año, dos o más para resolver completamente los temas a tratar».

Para llegar hasta esta cumbre de Singapur, han confluido varios factores. Entre ellos destacan las sanciones internacionales, que habrían afectado al sensible crecimiento experimentado en los últimos años por la todavía precaria economía norcoreana. Junto a las crecientes amenazas de Trump, que parecen haber convencido a todo el mundo de que era capaz de comenzar una guerra con devastadoras consecuencias atómicas, el factor más importante para la vuelta al diálogo ha sido el éxito del programa militar norcoreano.

Con seis pruebas nucleares desde 2006 e innumerables ensayos de misiles, algunos capaces de alcanzar en teoría suelo estadounidense, el régimen de Pyongyang tiene ahora mejores cartas para arrancarle concesiones al presidente Trump.

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