Izada de la bandera estadounidense en la Embajada en La Habana el pasado 14 de agosto
Izada de la bandera estadounidense en la Embajada en La Habana el pasado 14 de agosto - Reuters

Cuba no sale de su parálisis un año después del deshielo

El histórico anuncio de Obama y Castro no ha llevado a la isla mayor calidad de vida y libertades

La sensación en el país es que el régimen no ha estado a la altura de los pasos dados por EE.UU. desde el 17 de diciembre de 2014

Madrid Actualizado: Guardar
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El anuncio inesperado de Barack Obama y Raúl Castro, de reanudar las relaciones diplomáticas rotas medio siglo atrás, llevó enormes expectativas al mundo entero, sobre todo a los once millones de ciudadanos que viven bajo el régimen comunista de los Castro. El próximo jueves se cumple un año del histórico anuncio del deshielo y la sensación en la isla es más de parálisis que de avances, que Cuba no ha estado a la altura de los pasos dados por Estados Unidos. La Administración Obama «ha hecho importantes concesiones unilaterales e incondicionales mientras Cuba ha seguido su rumbo sin hacer absolutamente nada», afirma José Azel, investigador senior del Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de Miami.

El trasiego de visitantes internacionales –del presidente de Francia al secretario de Estado de Comercio de EE.UU. y las más variopintas delegaciones– ha dado escasos resultados en los grandes proyectos de La Habana para captar capital extranjero: necesita con urgencia inversiones por valor de unos 2.500 millones de dólares anuales que garanticen la supervivencia de la dictadura y sus tímidas reformas económicas. De apertura política ni habla el Gobierno de Raúl Castro, ahora pendiente del VII congreso del partido único, previsto en abril. El congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) «puede significar mucho o nada», señala el abogado René Gómez Manzano, que preside el grupo de juristas independientes Corriente Agramontista. El día a día es cada vez más duro para los ciudadanos en un país donde no aumenta la producción, por la escasez de productos básicos, la subida de precios y un salario medio de 17 euros al mes, mientras los derechos y libertades siguen coartados.

«La desesperanza de la gente es tal que tratan de marcharse por donde sea, incluso por Rusia y Alaska»

La bandera estadounidense ondea desde el pasado 14 de agosto en la Embajada de ese país, junto al malecón habanero. Estados Unidos es precisamente el destino de los miles de cubanos que en el último año han tratado de huir de la isla por terceros países, prueba de que el deshielo llevó esperanza a la isla y luego desilusión. «La situación de falta de libertades y oportunidades sigue siendo igual e incluso peor», coinciden varios analistas. Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, asegura que en los diez primeros meses de 2015 unas 65.000 personas emprendieron un peligroso viaje que a veces dura meses. Unos cuatro mil cubanos están varados en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua en una ruta que suele comenzar en Ecuador. «La desesperanza de la gente es tal que tratan de marcharse por donde sea, incluso por Rusia y Alaska», destaca la exdiplomática y periodista independiente Miriam Leiva. «El 80% de las personas que salen legalmente de Cuba, se quedan fuera del país», precisa José Azel. Una «válvula de escape» para el régimen, la salida de los descontentos. A la desesperanza se une el temor de que Washington elimine, tras una de las rondas negociadoras que celebra con La Habana, la Ley de Ajuste Cubano y la política de «pies secos, pies mojados», favorable a los ciudadanos de la isla que llegan por tierra a EE.UU.

Raúl Castro lanzó un proceso de reformas económicas, poco después de su llegada al poder en 2006, y en el mundo hay interés por invertir en la Cuba del deshielo, pero esto «no se está aprovechando al máximo», considera Pavel Vidal, exanalista del Banco Central de Cuba y profesor de la Pontificia Universidad Javierana de Cali. «El empresariado internacional no se decide a llevar adelante proyectos de inversión por la falta de garantías del Gobierno de Cuba», sostiene Elizardo Sánchez, presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (Ccdhrn). 

Crece el turismo

El dato económico más relevante de la nueva era de las relaciones bilaterales es, para el economista cubanoamericano Carmelo Mesa-Lago, el aumento de viajeros estadounidenses de un 50% en el primer semestre de 2015, «lo que romperá el récord de viajantes e ingresos en divisas». Este año la isla ha superado la marca de tres millones de turistas, se ofrecen más de 21.000 habitaciones particulares y existen cerca de tres mil restaurantes no estatales, según Efe. Pero se esperaban «más facilidades y menos acoso» a los pequeños emprendedores, según el disidente José Daniel Ferrer.

En derechos humanos tampoco hay avances, más bien recrudecimiento de la represión. «Castro liberó a 53 presos políticos, pero después aumentó el arresto de disidentes pacíficos, incluso durante la visita del Papa. No ha habido ninguna apertura política, aunque se discutirá una nueva ley electoral y quizá un cambio en la Constitución», resume Mesa-Lago, catedrático emérito de Economía y Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Pittsburgh. En Cuba todavía existen alrededor de setenta presos políticos, según la Ccdhrn, que el pasado noviembre registró cerca de 1.500 arrestos por motivos políticos, «la cifra más alta en décadas».

Roberto Veiga, director del «laboratorio de ideas» Cuba Posible, percibe desde La Habana «un cambio en el pensamiento de los cubanos en general y en determinados segmentos del Gobierno; ahora es posible debatir sobre la pluralidad política del país y su diversidad social». Los cubanos al menos se van atreviendo a quejarse por la escasez de alimentos, un transporte público inhumano o una vivienda insalubre, mientras el castrismo «no se mueve en ningún sentido, no tiene presión interna ni externa», apostilla Elizardo Sánchez.

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