Las críticas alimentan el apoyo a Trump entre los votantes republicanos

El continuo escrutinio de los medios de comunicación y las tácticas de comunicación del presidente le regalan un 90% de aprobación entre los suyos

Carlos Pérez Cruz

Por sorprendente que pueda resultar, Donald Trump cuenta hoy con el apoyo casi unánime del votante republicano. A pesar de todos sus dislates, de los desplantes e insultos a los aliados tradicionales de Estados Unidos, de su encuentro amistoso con el dictador norcoreano Kim Jong-un («Hubo gran química entre nosotros», confesaba el sábado por la noche en una entrevista televisiva), de su falta de claridad en la condena a la violencia de grupos neonazis, o quizá por todo eso, la última encuesta Gallup, que trabaja con datos semanales y que se realizó antes del escándalo de la separación familiar de inmigrantes, muestra que el 90% de los republicanos aprueba su gestión. Es el porcentaje más elevado entre los suyos desde su discurso sobre el Estado de la Unión, a finales de enero.

En términos generales, esta última encuesta señala que los índices de aprobación del trabajo de Trump alcanzan su máximo hasta la fecha, si excluimos la semana en que desembarcó en la Casa Blanca, donde logró la misma media que ahora obtiene, un 45%. Trump se queda así a tan solo un punto de la aprobación de Barack Obama en el mes de junio de su segundo año de mandato, pero tan lejos como a 24 de la media que los nueve anteriores presidentes consiguieron en los cinco primeros trimestres de su presidencia. Los datos muestran igualmente un incremento en las últimas semanas de aprobación entre votantes independientes, pero se mantiene en un escaso 10% entre los demócratas.

Una de las paradojas que se extraen de los datos ofrecidos por Gallup es que, cuanto mayor es la fiscalización mediática de la presidencia de Trump, más dispuestos parecen sus votantes a defenderlo. O dicho de otra manera: el continuado desprecio de Trump hacia medios como la CNN, The New York Times o The Washington Post , que son muy críticos con él, y su elogio permanente de la FOX, que parece haberse erigido en muro de protección presidencial, ha tenido como consecuencia que entre los republicanos surga un recelo al periodismo de hechos contrastados, cansancio por la crítica permanente, y que se acepten como verdades burdas manipulaciones.

Trump aparece así como una figura de culto a la que se le perdona cualquier exceso, incluso entre sectores de la poblacíon más proclives históricamente a censurar comportamientos morales reprochables. Por ejemplo, entre los evangélicos que, a pesar de todo, parecen apoyarle de forma incondicional. Es la consecuencia del huracán Trump, que marca la agenda mediática a diario vía Twitter, con sus salidas de tono, medias verdades y mentiras. "Me molesta que no diga la verdad, pero supongo que ya es algo que espero, y que igualmente espero de los medios: que no digan siempre la verdad o que lo hagan de forma sesgada", señalaba a The New York Times una votante republicana de 63 años. Otros testimonios hablan incluso de pérdida de amistades por la visceralidad que despierta "el 45º", denominación numérica y despectiva de quienes no quieren ni oír hablar de él.

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