La basura se amontona a las afueras de Beirut
La basura se amontona a las afueras de Beirut - REUTERS

La «crisis de la basura» en Líbano

El país se enfrenta a un problema de salud por la falta de recogida de basura

CORRESPONSAL EN BEIRUT Actualizado: Guardar
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La crisis de la recogida de basura que sufre Líbano desde hace ocho meses, y que el pasado verano llevó a las calles a miles de manifestantes desencantados con una clase política a la que juzgan como corrupta e incapaz de garantizar unos servicios públicos básicos, se agudiza sin solución a la vista. Distintos sectores y profesionales médicos libaneses alertan ahora de los posibles efectos que la acumulación masiva de basura puede suponer para la salud.

Son cada vez más los hospitales beirutíes que confirman un repunte de las enfermedades respiratorias severas vinculadas a la llamada «crisis de la basura». De acuerdo con la doctora Joelle Khadra-Eid, del Hospital Sagrado Corazón de Beirut, los pacientes que han acudido a la sala de emergencias del hospital a lo largo del invierno, «son gente que no padecía asma ni otro tipo de alergias cuando eran jóvenes y que se han visto expuestos a altas dosis de contaminación que no existían antes».

Si en diciembre el número de casos de gastroenteritis, diarreas y dolores abdominales había crecido en un 30% comparado con 2014, los médicos han constatado además que la decisión de quemar la basura en algunos barrios es la causante de numerosas dificultades respiratorias e infecciones de la piel. Según un estudio de la Universidad Americana de Beirut publicado el pasado año, la contaminación del aire en las zonas donde se queman los desperdicios es 400 veces peor que en las áreas industriales del país.

Un crisis de ocho meses atrás

La crisis de los residuos que vive Líbano comenzó el pasado mes de julio después de que las autoridades cerraran por exceder su capacidad el vertedero de Naame, el más grande del país, sin contar con otra alternativa inmediata para depositar la basura. La falta de soluciones desató en el verano violentas protestas en Beirut y otras grandes ciudades, dirigidas contra una clase política que hace oídos sordos a la opinión pública y que, una vez concluidas las manifestaciones, no ha demostrado gran preocupación en resolver la catástrofe que se avecina.

Mientras las calles de la capital se mantienen relativamente limpias de basura, lo que ha apaciguado en cierto modo las críticas, la gran mayoría de desechos están siendo arrojados en la periferia de Beirut, junto a las carreteras, el puerto, y a lo largo de las orillas de los ríos. A pesar de que muchos consideran ya lo sucedido un desastre ecológico, el gobierno libanés continúa buscando un arreglo después de anunciar en varias ocasiones en los últimos meses que la solución del conflicto era inminente. El primer ministro libanés, Tamman Salam, anunciaba el jueves pasado a su gabinete que «no hay necesidad de que el gobierno se quede si no puede resolver esta crisis».

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