La corrupción de Petrobras alcanza a políticos de todos los partidos de Brasil

La red descubierta en la petrolera revela prácticas arraigadas cuatro décadas atrás

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La trama de corrupción de Petrobras, que ha paralizado a Brasil y tiene en vilo al Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff, es monstruosa y está por todas partes, en el centro del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), pero también entre grupos aliados e incluso en la oposición. La petrolera es la empresa más importante del país y sus tentáculos de corrupción abastecieron a políticos de todos los partidos, a través de constructoras de infraestructura que son referencia, incluso internacionalmente, como Odebrecht y Camargo Correa, entre otras.

La petrolera y los negocios que envuelve representan un 12% del PIB nacional, contagiando obras de infraestructura a lo largo del país, implicando a políticos y empleados públicos a nivel municipal, de los estados y federal. Las obras del Mundial y de las Olimpiadas son buenos ejemplos de proyectos que se atrasan y han encarecido sus presupuestos.

La novedad del caso Petrobras es que ahora han salido a flote prácticas que están arraigadas en la estructura de poder brasileña y que antes no se conocían. Al mismo tiempo que el país ha visto afectada su imagen, también ha sido reconocido por el fortalecimiento de instituciones como el Ministerio Público y la Policía Federal, conquistado en las últimas dos décadas.

También en Perú

La Operación Lavajato (lavacoches), que investiga el escándalo Petrobras, comenzó a partir del año 2000, pero se sabe que los vínculos entre constructoras y estatales tienen por lo menos cuatro décadas, y se contagiaron a negocios de infraestructura incluso en América Latina y África. Uno de los logros de los investigadores brasileños ha sido encontrar datos que salpican a políticos de otros países, como el caso de Perú, que tiene grandes contratos de infraestructura con constructoras brasileñas.

Otro viejo problema que ha salido a la luz con Petrobras es el de las campañas electorales. La prisión del publicista João Santana, responsable de las de Luiz Inácio Lula da Silva y Rousseff, recuperó el debate por proyectos de ley que prometen más transparencia. La lista de tesoreros de campaña presos es histórica, desde la elección de Fernando Collor de Mello, que renunció al mandato en 1992, hasta el tesorero de la campaña de Rousseff, João Vaccari Neto, encarcelado desde el año pasado.

Para Emmanuel Publio Dias, vicepresidente institucional de la Escuela Superior de Propaganda y Marketing (ESPM), el problema de Brasil no es el volumen de los gastos, sino el camino del dinero. «Nada confirma que todo ese dinero llegue como se informa al Tribunal Electoral, que aprueba las cuentas. Cuando los partidos tienen fondos en negro no hay garantía de que el dinero haya sido usado para ese fin».

Mala imagen internacional

Esta serie de escándalos ha empeorado la percepción sobre la corrupción dentro y fuera de Brasil. Según el ranking de la organización Transparencia Internacional, Brasil ocupa el puesto 76 en el ránking de percepción de corrupción mundial, que analiza 168 países, una de sus más bajas posiciones históricas y el peor resultado de un país en comparación con su informe del año anterior. Brasil divide ese puesto con naciones menos desarrolladas, dictaduras o con fuertes conflictos, como Bosnia-Herzegovina, Burkina Faso, Tailandia, Túnez y Zambia.

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