El coronavirus eclipsa el 34 aniversario de la catástrofe de Chernóbil

La superficie contaminada es actualmente de unos 150.000 kilómetros cuadrados, y continuará en ese estado durante mucho tiempo

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Ucrania y Rusia, dos de los tres países más afectados por la catástrofe nuclear de Chernóbil, no celebrarán hoy ningún acto público con motivo del 34 aniversario del terrible acontecimiento más allá de colocar alguna corona de flores en recuerdo de las víctimas.

Ambos países se encuentran en situación de confinamiento a causa del coronavirus mientras en Bielorrusia, el país con más secuelas del escape atómico en su territorio, el descontento social debido a la actitud distendida de su presidente, Alexánder Lukashenko , en relación con la pandemia, parecen haber aconsejado dar menos relieve al funesto aniversario.

De todas maneras, Lukashenko recordó ayer a sus conciudadanos aquella hecatombe atómica, la mayor en la historia de la industria nuclear civil. En el marco del llamado «Subbotnik», el día de trabajo comunitario no remunerado creado en 1.919 por el líder comunista, Vladímir Lenin , el presidente bielorruso se dedicó ayer a plantar árboles en el parque nacional «Prípiats», la zona de Bielorrusia que con mayor fuerza recibió hace 34 años el impacto de la radiactividad procedente de Chernóbil.

Y ello pese al llamamiento de la Organización Mundial del Trabajo a las autoridades bielorrusas para que cancelaran el «Subbotnik». Lukashenko y la gente que le acompañó en las tierras contaminadas en la siembra de árboles, iban sin ningún tipo de protección ni contra la radiación ni contra el coronavirus. El máximo dirigente bielorruso, contrario a aplicar restricciones, llama a la actual epidemia de COVID-19 «coronopsicosis». Bielorrusia, según datos oficiales, registro el sábado 817 nuevos casos de coronavirus alcanzando un total de 9.590 infectados y casi 70 muertos .

El 26 de abril de 1986, a las 01 horas, 23 minutos y 40 segundos, explotó el reactor 4 de la planta nuclear de Chernóbil dejando escapar toneladas de isótopos de uranio, plutonio, cesio, estroncio, yodo y americio, algunos con una vida media de decenas de miles de años. Se tardó 10 días en taponar la fuga.

La superficie contaminada es actualmente de unos 150.000 kilómetros cuadrados, la mitad de Italia (en Ucrania, Bielorrusia y Rusia), y continuará en ese estado durante mucho tiempo. La cantidad de radiactividad liberada fue equivalente a 500 bombas atómicas como la de Hiroshima. Produjo centenares de muertos y arruinó la salud de miles de personas.

Se estableció un área de exclusión de un radio de 30 kilómetros alrededor del epicentro de la catástrofe, en donde a principios de mes se declaró un incendio que todavía no está apagado del todo y que ha hecho que aumenten los niveles de radiactividad. Esa «zona muerta» incluye Prípiats, hoy día una ciudad fantasma en donde llegaron a vivir 50.000 personas. Allí residían los trabajadores de la central. En diciembre de 2003, la Asamblea General de la ONU proclamó el 26 de abril Día Internacional del Recuerdo de las Víctimas de Accidentes y Desastres Radiactivos.

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