CONGRESO COMUNISTA EN PYONGYANG

Corea del Norte se enroca en su desafío nuclear al mundo entero

Kim Jong-un persigue combinar su programa atómico con el desarrollo económico para reafirmar su poder

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El histórico Congreso del Partido de los Trabajadores de Corea del Norte, que se celebra estos días a puerta cerrada en Pyongyang, reafirmará el poder de su joven caudillo, Kim Jong-un, y continuará su desafío nuclear a Occidente. Así lo indica su discurso de apertura del viernes, que alardeó de sus «espectaculares éxitos» tras la prueba de una bomba de hidrógeno en enero y el lanzamiento en febrero de un misil de largo alcance, camuflado bajo la puesta en órbita de un satélite espacial.

«El énfasis de Kim Jong-un en los logros nucleares y militares hizo su alocución más beligerante de lo que esperaban la mayoría de los observadores surcoreanos», analiza para ABC desde Seúl Brian Myers, experto en la propaganda del régimen estalinista de Pyongyang.

A su juicio, «esto indica que no hay un gran cambio de rumbo a la vista» en el programa militar de Corea del Norte, que ha llevado a cabo ya dos ensayos atómicos desde que Kim Jong-un sucedió a su padre, el «Querido Líder» Kim Jong-il, tras su muerte en diciembre de 2011.

Alimentando las sospechas de las últimas semanas, el respetado portal de internet «38 North» alertó este sábado de que Pyongyang estaría preparando una nueva prueba nuclear «en un futuro cercano». Para ello, se basa en las imágenes tomadas por satélite el pasado martes en el silo de Punggye-ri, escenario de ensayos anteriores. Al parecer, la actividad general allí sigue siendo todavía baja pero ha aumentado el número de vehículos militares.

Aunque los analistas y servicios de inteligencia descartan una prueba nuclear durante el Congreso del Partido, un evento festivo para los norcoreanos, creen probable que tenga lugar antes de finales de año. «Si hay un nuevo ensayo atómico, será el siguiente paso lógico dentro del programa armamentístico de Corea del Norte, cuyo objetivo último es forzar la retirada de las tropas de Estados Unidos de Corea del Sur y reunificar la península. Sería un error considerarlo una estratagema de la propaganda, cuando quiera que ocurra», advierte Myers.

Además de en Corea del Sur, EE.UU. y Japón, esta posibilidad es contemplada con preocupación por China, que es un aliado histórico de Pyongyang pero se ha sumado al endurecimiento de las sanciones de la ONU tras sus últimas provocaciones. «La situación en la Península Coreana es complicada, agresiva y peligrosa», definía en un reciente encuentro con periodistas en Pekín Li Jun, analista del Instituto de Relaciones Internacionales Contemporáneas de China. En su opinión, «la confrontación regional ha aumentado y en Corea del Sur ha crecido la corriente a favor de dotarse de armas nucleares. Si sigue la tensión, puede haber una catástrofe».

Para el régimen de Pekín, el problema no consiste solo en tolerar las bravuconadas de Kim Jong-un y temer una avalancha de hambrientos refugiados norcoreanos en su frontera, sino también en contener la presencia geoestratégica y militar de Estados Unidos en Asia. De hecho, el escudo antimisiles que Washington y Seúl se han planteado para defenderse de un hipotético ataque de Corea del Norte perjudica también la capacidad militar de China, que no ejerce tanta influencia sobre Pyongyang como en ocasiones se piensa.

«Podemos hacer sugerencias, pero Corea del Norte decide de forma independiente», aclara Hu Jiping, vicepresidente del citado instituto chino. Además, reconoce que la ejecución en 2013 de Jang Song-thaek, número dos del régimen norcoreano y tío de Kim Jong-un, afectó a los lazos con China porque era el responsable de las relaciones económicas entre ambos países.

Desarrollo económico

De forma paralela a su programa nuclear, Pyongyang se ha propuesto seguir impulsando el desarrollo económico, que ha provocado una progresiva mejora de la situación en el país, uno de los más pobres y aislados del mundo. Así lo prevé la agenda del Congreso, de la que se ayer se conocieron algunos detalles más dentro del habitual hermetismo del régimen. Tal y como informó la agencia estatal de noticias KCNA, este cónclave, que no se reunía desde 1980, revisará las normas del Partido y reelegirá a Kim Jong-un como su líder supremo para encumbrar aún más su figura.

«Más que aprobar cambios económicos sobre la reforma y el desarrollo, el Congreso de este año será una oportunidad para que el Partido revisite los preceptos de los anteriores Kim con el fin de proteger el poder del régimen», comenta desde Seúl Jang Jin-sung, antiguo responsable de la propaganda que fue poeta del «Querido Líder» y huyó a Corea del Sur en 2004. A su juicio, el objetivo de este cónclave es «fortalecer la posición de Kim Jong-un, pero también del Departamento de Organización y Guía, donde reside el auténtico poder». Como Jang Jin-sung sostiene que «un relevo hereditario de poder tiene lugar también entre la élite», prevé que «una nueva clase de funcionarios privilegiados emergerá tras el Congreso».

Aunque los norcoreanos desconocen los asuntos que se tratan en dicho cónclave, se muestran entusiasmados con Kim Jong-un y en Pyongyang se prepara un desfile para celebrar su conclusión. 

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