Conte frena «in extremis» una huelga general en Sicilia

El «premier» italiano convoca al presidente de Sicilia y al alcalde de Lampedusa

Ciudadanos de Lampedusa despliegan pancartas contra los inmigrantes y el Gobierno central EFE

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La revuelta de Lampedusa por el aumento exponencial de la llegada de inmigrantes a la región de Sicilia, aunque con cifras lejanas de alcanzadas en las fases más agudas del pasado, le quitan el sueño al Gobierno italiano, porque la inmigración, junto a la pandemia y la crisis económica, están creando una situación alarmante. El alcalde de Lampedusa, Totó Martello, había anunciado para este martes una huelga general, por la presencia en la isla de casi 1.500 inmigrantes; de ellos, 400 llegaron en un viejo pesquero en la noche del sábado al domingo. Las cifras del Ministerio del Interior indican que, desde comienzos de año, han llegado más de 19.000 inmigrantes a las costas italianas. El regidor de Lampedusa ha pospuesto la huelga general, tras anunciar que ha sido convocado por el primer ministro, Giuseppe Conte, para este miércoles, junto al presidente de la región de Sicilia, Nello Musumeci , para discutir sobre los problemas de la acogida de inmigrantes. Una primera respuesta dio el gobierno el domingo por la noche, al comenzar a transferir algunos inmigrantes y enviar tres naves para que puedan hacer la cuarentena los refugiados que aún siguen llegando.

 Totó Martello, un alcalde del Partido Democrático, que forma parte de la coalición del gobierno central, ha dicho «basta a la invasión de inmigrantes»; mientras, el presidente de Sicilia Musumeci, que es de derechas, grita también contra el gobierno al afirmar «aquí el Estado no existe». Martello se pregunta incluso con cierto dramatismo: «¿Lampedusa forma parte todavía de Italia o no? Que asuman su responsabilidad, porque así, con esta estrategia de transferir unos pocos centenares de inmigrantes de vez en cuando, es como vaciar el mar con una cuchara. Ya basta».

Derecha e izquierda

El hecho de que Martello, de izquierdas, y Musumeci, de derechas, estén unidos para decir «ya no podemos aguantar más», refleja claramente hasta qué punto la isla se siente abandonada, en una situación que ellos consideran ingobernable. En el centro de acogida de Lampedusa, con capacidad para 200 personas, suele haber más de mil refugiados; la distancia de seguridad por el coronavirus no existe. Estos días de verano, las personas están apiñadas en el suelo, buscando algo de sombra y amparo frente al siroco. La infraestructura es vigilada por las fuerzas del orden locales y cuarenta soldados enviados hace unos días, para evitar que algunos inmigrantes se escapen durante la noche.

En la región de Sicilia se suma la llegada de inmigrantes a la pandemia y la crisis económica

Georgia Meloni, líder de Fratelli d’Italia, pide el bloqueo naval. Y Matteo Salvini sopla sobre el fuego de esta crisis. El líder de la Liga escribió en la tarde de ayer en Twitter: «Solo el fin de semana, 1.400 personas desembarcadas. ¡Puertos cerrados y los italianos en primer lugar». Además de esta dura oposición, en el Gobierno Conte hay alarma porque las naves de rescate de las ONG han vuelto al Mediterráneo y podrían aumentar los desembarcos. Las protestas en Lampedusa no quitan espacio a la piedad. Don Carmelo La Magra , único párroco de la isla, ha bendecido con un grupo de habitantes la tumba del último náufrago enterrado en el cementerio de la isla, que ya está lleno de cruces sin nombre.

El problema de la inmigración vuelve a convertirse en un arma política ante las elecciones que se celebrarán en seis regiones el próximo 20 de septiembre.

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