La ONU confirma las amenazas de muerte saudíes a su relatora por el informe Khashoggi

Según desveló Agnes Callamard, un responsable del reino declaró durante una reunión que si en Naciones Unidas nadie le frenaba alguien iba a «ocuparse de ella»

Agnes Callamard WIKIPEDIA

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Naciones Unidas confirmó que Agnes Callamard recibió amenazas de muerte por parte de un alto dirigente saudí. La exrelatora especial sobre ejecuciones extrajudiciales del organismo internacional que dirigió la investigación sobre el asesinato del periodista Jamal Khashoggi reveló en una entrevista a 'The Guardian' que un responsable del reino declaró durante una reunión que si en Naciones Unidas nadie le frenaba alguien iba a « ocuparse de ella» . La amenaza se produjo en enero de 2020 en el transcurso de una reunión en Ginebra entre la ONU y diplomáticos saudíes y funcionarios del organismo internacional informaron a la oficina de Derechos Humanos y a Callamard de este comentario que se interpretó como «una amenaza de muerte». El portavoz Naciones Unidas, Rupert Colville , avaló la veracidad de las declaraciones de la relatora francesa al diario británico.

Awwad Al Awwad, responsable de la Comisión de Derechos Humanos de Arabia Saudí y antiguo ministro de Información, recurrió a Twitter para responder a la exrelatora especial y defenderse. Al Awwad lamentó que los asistentes de la ONU a aquella reunión en Ginebra «pensaran que mis palabras eran una amenaza velada contra ella» y rechazó «de forma tajante esta insinuación».

Responsabilidad real

Después de seis meses de investigación, Callamard publicó en junio de 2019 un informe sobre el caso Khashoggi en el que señaló a Arabia Saudí como «responsable» de la «ejecución extrajudicial» del periodista crítico con la corona, que murió en octubre de 2018 en el interior del Consulado de su país en Estambul. El informe elaborado por Callamard afirmaba que «existen elementos de prueba creíbles, justificando una investigación suplementaria sobre la responsabilidad individual de altos responsables saudíes, incluido el príncipe heredero» y pedía sanciones «que también deberían incluir al príncipe heredero y sus bienes personales en el extranjero».

En febrero, tras la salida de Donald Trump de la Casa Blanca, la CIA desclasificó su investigación del caso y, como Callamard, apuntó directamente al príncipe Mohamed Bin Salman (MBS) como responsable de «aprobar la operación en Estambul para capturar o matar a Jamal Khashoggi».

El colaborador de 'The Washington Post', de 59 años entró al consulado de su país en Estambul para realizar un trámite relacionado con su divorcio, para el que había pedido cita previa, y nunca más se supo de él. En un primer momento, Arabia Saudí negó cualquier vinculación con el asesinato, pero con el paso de los días y de las pruebas que aportaban fuentes turcas, admitió su muerte a manos de varios funcionarios. Riad abrió una investigación, detuvo a 18 personas y cinco de ellas fueron condenadas a muerte en un proceso judicial que Callamard definió de “parodia”. En ningún momento se puso sobre la mesa el nombre de MBS porque es una línea roja en el reino. El pasado ramadán las penas capitales fueron conmutadas por cadenas perpetuas después de que los acusados recibieran el perdón del hijo mayor de la víctima.

Tres años después del asesinato e l cuerpo del periodista sigue sin aparecer y la figura de MBS en el exterior ha quedado señalada por los informes de la ONU y de la CIA. Durante el mandato de Trump, el heredero saudí contó con la complicidad de Estados Unidos, pero la llegada de Joe Biden ha traído cambios y el nuevo presidente pretende «recalibrar las relaciones» con el reino.

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