China moderniza su Ejército para alzarse como superpotencia

El presidente Xi Jinping coloca generales de confianza tras una purga por un intento de golpe

Desfile en Pekín del 70 aniversario de la victoria de China sobre Japón PABLO M. DÍEZ
Pablo M. Díez

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Con más de dos millones de soldados, el Ejército Popular de Liberación no solo se ha convertido en las mayores fuerzas armadas del mundo, sino también en el sostén del autoritario régimen chino . Aparte de la legitimidad ante su pueblo que le da el progreso que ha traído el crecimiento económico, e l Partido Comunista se basa en sus tropas para mantener la sacrosanta estabilidad social e impulsar el auge del país como superpotencia. Por eso, buena parte de los casi 2.300 delegados que han asistido estos días al XIX Congreso del Partido, que concluye hoy, son militares.

Además de por sus tecnócratas, la China actual no se entiende sin el Ejército, que fue decisivo para apartar al sucesor de Mao, Huo Guofeng, y respaldar la apertura al capitalismo emprendida por Deng Xiaoping a finales de los años 70. A cambio de apoyarle y de aplastar las protestas democráticas de Tiananmen en 1989 , sus generales se benefician hoy de los multimillonarios negocios que controlan tanto el Ejército como el Partido.

Consciente de dicho poder, el presidente Xi Jinping está mimando a sus tropas con una modernización sin parangón para consolidar su ascenso internacional y ganarse su lealtad. Tras crecer el presupuesto militar por encima de los dos dígitos desde hace una década, en los dos últimos años se ha ralentizado a entre el 7 y 8 por ciento al alcanzar el récord histórico del billón de yenes (128.000 millones de euros). Aunque dichos gastos son solo una cuarta parte de lo que destina Estados Unidos a Defensa, los expertos sospechan que podrían ser mucho mayores por la opacidad del régimen chino.

Carrera espacial

Gracias estas inyecciones de dinero, el Ejército Popular de Liberación, que está dotado con armas nucleares, ha incorporado avances tecnológicos como el caza J-20 invisible al radar , sus submarinos atómicos y su segundo portaaviones, botado en abril. Además de la destreza de sus «hackers» en la «guerra cibernética», China ha potenciado su carrera espacial no solo lanzando astronautas al cosmos, sino también probando en 2007 su capacidad para destruir satélites en órbita.

Con el fin de lucir músculo militar, el presidente Xi se ha sacado de la manga dos desfiles que antes no se celebraban: uno en 2015 para conmemorar el 70 aniversario de la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial y otro en agosto para festejar los 90 años del Ejército. «Una fuerza militar se construye para luchar. Nuestro Ejército debe estar listo para el combate como objetivo de su trabajo y centrarse en la victoria si la ocasión lo requiere», ordenó la semana pasada Xi Jinping, también secretario general del Partido, en su discurso inaugural del Congreso. En su alocución, se marcó el horizonte de 2035 para modernizar el Ejército y de 2050 para elevarlo al mismo nivel que las más punteras fuerzas armadas occidentales.

Además, Xi está colocando en la cúpula militar a sus hombres de confianza , como el general Li Zuocheng, ascendido a finales de agosto a jefe del Estado Mayor. De 63 años, y natural de la provincia de Hunan, tiene experiencia en combate porque luchó en la breve guerra que China libró contra Vietnam en 1979, donde fue condecorado. Con este perfil de militar veterano, Xi Jinping quiere asegurarse la capacidad resolutiva del Ejército para hacer frente a los retos del futuro. Entre ellos, destacan las disputas territoriales que Pekín mantiene con todos sus vecinos, lo que ha llevado a un refuerzo de la Armada para reclamarle a Japón las islas Senkaku (Diaoyu en mandarín) y seguir expandiéndose por el Mar del Sur de China. Mientras el régimen potencia la Marina, ha reducido de siete a cinco sus regiones militares, pero sin olvidarse de blindar las tensas fronteras con Corea del Norte y la India.

La remodelación de la cúpula del Ejército, que Xi Jinping dirige como presidente de la Comisión Militar Central, también persigue acabar con la cadena de mano de la generación anterior , caída en desgracia. Defenestrado por corrupción, el antiguo vicepresidente de la Comisión Militar Central, Guo Boxiong, fue condenado el año pasado a cadena perpetua. Bajo custodia, el anterior número dos del Ejército, Xu Caihou, falleció en 2015 de cáncer mientras estaba siendo investigado.

Según ha revelado durante el Congreso el presidente de la Comisión de Valores, Liu Shiyu, ambos habían tramado u n golpe de Estado contra el presidente Xi junto a otros altos cargos también purgados. Sus cómplices eran Zhou Yongkang, el anterior responsable de la Seguridad del Estado sentenciado a cadena perpetua en 2015; Ling Jihua, mano derecha del expresidente Hu Jintao; y Sun Zhengcai, destituido en julio como secretario del Partido en la megalópolis industrial de Chongqing.

Mientras Xi Jinping mima al Ejército modernizándolo con una mano, con la otra lo ata en corto para evitar un golpe de Estado que le quite el poder.

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