Raúl Castro rinde tributo a su hermano en una imagen distribuida ayer por el diario oficial Granma
Raúl Castro rinde tributo a su hermano en una imagen distribuida ayer por el diario oficial Granma - AFP

Las cenizas de Fidel Castro, solo para la cúpula

Miles de cubanos han subido durante dos días al monumento a José Martí para dar su último adiós a una foto

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Decenas de miles de cubanos que, entre grandes muestras de dolor, han ascendido durante dos días hasta el monumento a José Martí de La Habana para despedirse de Fidel Castro, únicamente han podido dar su último adiós a una fotografía. Los restos mortales del fallecido comandante en jefe no se encontraban allí, junto a su retrato vestido de militar, la corona de flores y los guardias que los custodiaban. Ese montaje era pura puesta en escena para que el pueblo cubano demostrara su devoción hacia el líder revolucionario a través de las imágenes difundidas por los medios de comunicación nacionales y del testimonio de centenares de informadores de todo el mundo que acudido a la cobertura del homenaje. La multitud, formando larguísimas y disciplinadas filas en la plaza de la Revolución, pasaba de forma ordenada ante la fotografía de Fidel y descendía compungida, algunos con lágrimas en los ojos, lamentando la «desaparición física» del viejo líder, ya que sus partidarios dicen que sigue vivo en sus corazones. Pero, en realidad, no habían podido venerar sus cenizas.

Los restos del «inmortal» comandante, como ya le califica la propaganda oficial, estaban en cambio en un edificio cercano situado en uno de los costados de la plaza, en el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, donde solo los máximos dirigentes castristas tuvieron la oportunidad de rendirle tributo directamente en un acto íntimo, según ha revelado la prensa oficial.

A las ocho de la mañana del pasado lunes, una hora antes de que se abriera el recinto donde tenía lugar el acto popular, un reducido grupo de miembros de la cúpula del régimen, encabezado por el general del Ejército y actual presidente del país, Raúl Castro, llevó a cabo una guardia de honor al fallecido comandante en jefe en el salón Granma de la sede ministerial.

Tras dar Raúl la orden de «¡firmes!», los privilegiados asistentes al homenaje póstumo guardaron un minuto de silencio junto a los restos del antiguo dictador comunista, que permanecen en ese «íntimo espacio» hasta que sean trasladadas al cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba, de acuerdo con el diario «Granma», el órgano de comunicación del Partido Comunista.

El propio Raúl Castro fue el primero en caminar de frente y depositar su flor blanca ante la urna con las cenizas de su hermano. Momentos después, firmó el libro con el juramento de fidelidad al «concepto de Revolución» que el comandante expresó en mayo de 2000. Nicolás Maduro y Evo Morales, presidentes de Venezuela y Bolivia, respectivamente, han sido los primeros dirigentes extranjeros en ir al Memorial José Martí. Han observado en pie y en silencio el altar.

Los restos van a Santiago

Tras el heredero del fallecido líder, pasaron a rendir honores los comandantes Ramiro Valdés Menéndez y Guillermo García Frías, y a continuación el resto de miembros del Buró Político del Comité Central del partido, en un signo de continuidad del régimen.

El juramento de fidelidad al «concepto de Revolución» se ha expuesto en 1.060 puntos del país para que los ciudadanos del país se comprometan con los ideales revolucionarios del difunto más allá de su muerte. Entre los principios que contiene la célebre alocución se menciona el «cambiar todo lo que debe ser cambiado».

Sus restos partirán hoy hacia Santiago de Cuba, en un viaje de 900 kilómetros en sentido inverso a la «Caravana de la Libertad» que lideró Fidel Castro a principios de 1959, cuando triunfó la Revolución. La comitiva arribará a la histórica ciudad del oriente de la isla el próximo sábado y allí reposarán los restos para siempre desde el domingo. Concluirán así los nueve días de duelo decretados para rendir tributo a un dirigente que sus continuadores consideran «eterno».

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