Seguidores de Mauricio Macri, este jueves en el cierre de campaña de Cambiemos en Humahuaca (Jujuy)
Seguidores de Mauricio Macri, este jueves en el cierre de campaña de Cambiemos en Humahuaca (Jujuy) - EFE

Los candidatos electorales argentinos recurren al Papa para arrancar votos

El aspirante liberal aventaja al oficialista por siete puntos en la segunda vuelta de las presidenciales que este domingo se celebra en Argentina

Corresponsal en Buenos Aires Actualizado: Guardar
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El primer balotaje de la historia de Argentina llega este domingo con vientos de renovación. Los sondeos anticipan una victoria, por un mínimo de siete puntos, a favor de Mauricio Macri, el candidato que representa Cambiemos, una coalición de liberales y socialdemócratas. Su adversario, el oficialista Daniel Scioli (Frente para la Victoria) pasó en poco más de tres semanas de ser el favorito a figurar como perdedor en los sondeos.

En la primera vuelta del 25 de octubre, la «fórmula» Scioli-Carlos Zannini, secretario legal y técnico de la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, obtuvo más del 37 por ciento de los votos, mientras que la papeleta de Macri y la senadora Gabriela Michetti, superó el 34 por ciento.

Algunos pronósticos habían anticipando la posibilidad de que Daniel Scioli superase el 40 por ciento y estableciera una diferencia de diez puntos. De haberse producido ese resultado habría podido proclamarse presidente electo, pero no fue así.

Argentina, según Scioli, elige «entre un creído de barrio bueno y un trabajador del pueblo»

Ese escenario se tradujo en una carrera desesperada y agresiv a para tumbar al todavía jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires y tratar de recuperar un terreno que parece perdido definitivamente para el oficialismo. Scioli, pese a ser amigo desde hace años de Mauricio Macri, dejó de llamarle por su nombre (lo hizo por el apellido) y le atacó política y personalmente con una dureza que, de acuerdo a los pronósticos, logró el efecto contrario al deseado.

Aunque ambos pertenecen a familias acomodadas, el candidato designado por Cristina Fernández a dedo (era el que tenía mayor respaldo de la población) llegó a decir en el cierre de campaña que Argentina elige hoy «entre un creído de Barrio Parque (equivalente a barrio de Salamanca en Madrid) y un trabajador del pueblo». El intento de Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires hasta el 10 de diciembre, de presentarse como «un laburante» (currante) frente al hombre rico que fue y es (como él) Macri, causó tanta sorpresa como el uso que en la recta final de esta atropellada campaña se hizo del Papa.

Argentina es una de las debilidades de Francisco que, cansado del peregrinaje de políticos argentinos por la Santa Sede, optó por cerrarles las puertas a principios de año (incluida a la presidenta). Al único candidato presidencial que nunca recibió en el Vaticano por razones desconocidas fue Sergio Massa, el hombre cuyos votos (más del 21 por ciento) en primera vuelta serán los que inclinen la balanza en esta segunda ronda.

Francisco: «Ustedes saben lo que pienso. Voten en conciencia»

Esta semana, desde Roma, al ser preguntado por las elecciones, Francisco dijo que «ustedes saben lo que pienso. Voten en conciencia». La frase la arrimó Scioli a su candidatura, mientras que Jaime Durán Barba, el asesor ecuatoriano que acompaña a Macri desde que éste decidió saltar del club de fútbol Boca Junior a la política, cometió un traspié insólito para alguien que se mueve como pez en el agua en el terreno electoral. «El Papa no mueve ni diez votos en una elección», dijo desafiante. Macri, con reflejos, salió a aclarar de forma inmediata: «Sus declaraciones son a título personal y no representan mi pensamiento ni el del espacio que lidero».

En ese contexto, el ecuatoriano que asesoró a la candidata ecologista brasileña Marina Silva en las últimas elecciones, tuvo el don de la inoportunidad al declarar que está a favor de la despenalización del aborto (en Argentina la condena es a los médicos, no a las mujeres). Desde Cristina Fernández, pasando por Daniel Scioli y su esposa Karina Rabolini, hasta Mauricio Macri, mantienen públicamente que están en contra.

Sorprendente el patinazo de Durán Barba -«teme el síndrome del nido vacío», comenta un hombre del entorno «macrista» que le reconoce sus méritos en la «evolución de Mauricio»-, también llama la atención el mutismo de Cristina Fernández. La reina destronada, antes de que el reloj marque las doce esta noche, hizo un alto en el camino de su plan sistemático de cadenas nacionales (intervenciones que obligan a retransmitir a todas las emisoras de televisión y radio). «Sus intervenciones perjudicaron mucho a Daniel en la primera vuelta y se le pidió que las evitara en ésta», reconoce alguien que lleva años junto a Scioli.

Futuro del peronismo

La presidenta de Argentina protagoniza uno de esos escenarios surrealista a los que Argentina y el peronismo son tan afectos. Por un lado consagró a Scioli -«un kirchnerista descafeinado», en palabras del analista Carlos Fara- como candidato y en simultáneo hizo todo lo que había que hacer para perjudicarle, aun sabiendo que a ella le conviene que gane. «Es su naturaleza, como el cuento de la rana y el escorpión», observa Silvia Mercado, autora de «Apold, el inventor del peronismo» y «El relato peronista», dos best sellers sobre el fenómeno o movimiento político que, como la materia, ni se crea ni se destruye, se transforma. ¿En qué? Se verá después del escrutinio.

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