El primer ministro británico, David Cameron
El primer ministro británico, David Cameron - REUTERS
GRAN BRETAÑA

Cameron: «Dejar la UE no sería la tierra de la leche y la miel»

Advierte que no habrá un segundo referéndum y que es «la decisión más importante que tomarán los británicos en su vida»

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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David Cameron ha pronunciado en la mañana del martes el discurso con que da el banderazo de salida formal a las negociaciones del Reino Unido con la UE previas al referéndum sobre la continuidad en la Unión, que se celebrará antes de finales de 2017. El primer ministro ha querido hacer un guiño optimista, pese al pesimismo de los vecinos franceses. Por ejemplo, hoy «Libération» llevaba una foto del primer ministro en su portada con un elocuente titular: «El chantaje de Cameron».

«Hay quien dice, aquí y en la UE, que nos hemos embarcado en una misión imposible. Y yo digo: ¿Por qué? No niego que buscar unos cambios que requieren el acuerdo de otras 27 democracias es una gran tarea.

¿Pero una tarea imposible? No lo creo ni por un minuto», explicó Cameron, que también advirtió que dejar la Unión Europea «no supondría coger un billete para entrar en la tierra de la leche y la miel».

Coincidiendo con el discurso, el Gobierno británico ha enviado una carta con sus demandas al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, cuyas cuatro líneas maestras son bien conocidas: reducir las ventajas en ayudas sociales que reciben los inmigrantes procedentes de las UE, garantizar la competitividad del club europeo, excluir al Reino Unido de una unión más estrecha y proteger el acceso de Gran Bretaña a las ventajas del mercado único.

El ejecutivo inglés cree que su negociación podría cerrarse en lo medular tan pronto como el próximo mes, en la importante cumbre de diciembre de líderes europeos. El principal escollo realmente es dejar a los inmigrantes sin subsidios, medida que muchos países rezagados consideran enojosamente discriminatoria. Cameron ya ha dicho que quiere que coticen cuatro años antes de poder recibir ayudas sociales en el Reino Unido y también pretende evitar que se ayude con subvenciones a hijos que en realidad no viven en Gran Bretaña, sino que permanecen en los países de origen. «En este momento, alguien como una enfermera cualificada de un país pobre de la UE puede irse de allí y ganar más aquí con un trabajo sin cualificación. Eso no puede ser», dijo a modo de ejemplo.

En los últimos cuatro años, el Reino Unido ha recibido a 224.000 inmigrantes de otros países de la UE, de los que un 40% han solicitado ayudas sociales. En realidad son una minoría de poco peso en la gran factura del estado asistencial británico, pero se ha magnificado su importancia, sobre todo desde partidos nacionalistas ingleses casi xenófobos como UKIP.

Sin concretar

En general toda su alocución tuvo cierto aire de deja vu, de escena que se repite. Tal vez quien mejor lo ha resumido es el dibujate Matt en una viñeta cómica del «Telegraph». Pinta a una pareja sentada ojeado sus cartas en un restaurante y el marido le dice a su mujer: «Este es un restaurante temático de la UE. Nosotros no les decimos lo que queremos y ellos no nos lo dan». Esa es justo la crítica que se le hace a Cameron, curiosamente tanto desde filas europeístas como desde las eurófobas: no acaba de concretar qué es exactamente lo que demanda y se queda en gran medida en reclamaciones genéricas. El encargado de la negociación, el ministro de Hacienda, George Osborne, está hoy con Juncker en Bruselas, tal vez para ir avanzando por el camino del detalle.

Cameron reiteró también lo tantas veces dicho: que él quiere seguir en la UE y pedirá el voto para el «sí», pero solo si aceptan sus reformas: «Haré campaña a favor de una UE reformada con todo mi corazón y alma. Pero si no tenemos éxito tendré que repensar si la UE es un buen lugar para nosotros, y en ese caso, como he dicho ya, no descarto nada».

Descarta adelantar la consulta

El primer ministro descartó que haya un segundo referéndum y pidió que se vote «con mucho cuidado», porque «esta es la decisión más importante que los británicos tomarán en su vida». También desmintió una información de «The Times» que asegura que quiere adelantar la consulta a junio del próximo año: «La prensa puede escribir lo que quiera, pero solo lo convocaré cuando se acabe la negociación».

Nigel Farage, el líder del partido más antieuropeo, UKIP, cuya figura está un poco a la baja tras su varapalo electoral de mayo, manifestó tras escuchar el discurso que «las promesas de Cameron no me convencen, porque no hay una renegociación sustancial» A su juicio fueron «44 minutos y 30 segundos de elogios a la UE».

El lunes, en la reunión de la patronal británica, el primer ministro de Irlanda, el conservador, Enda Kenny, se pronunció rotundamente contra la salida de Gran Bretaña de la Unión y echó un jarro de agua fría a los aires de suficiencia ingleses al recordar que «el Reino Unido vende más a Irlanda que a China, India y Brasil juntos». Ese sencillo dato da fe de lo que se juegan en la consulta, convocada sobre todo por los apremios electorales de Cameron en su día, cuando temía perder por una crecida de los euroescépticos de UKIP. El referéndum fue una barrera paliativa, aunque en realidad ni la empresa ni la City ni el primer ministro quieren dejar la Unión Europea.

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