Cadena perpetua para el «Maníaco de Angarsk», el mayor asesino en serie de Rusia

El expolicía Mijaíl Popkov ha sido hallado culpable de 78 asesinatos

El expolicía ruso Mijail Popkov, el mayor asesino en serie conocido en la historia de Rusia Afp

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El tribunal regional de Irkutsk (Siberia) condenó ayer a Mijaíl Popkov, conocido como el «maniaco de Angarsk», a una segunda condena a cadena perpetua por el asesinato de 56 mujeres jóvenes . Este teniente de policía de 54 años ya había sido sentenciado hace cuatro años a la misma pena por haber matado a otras 22 féminas. Violaba a sus víctimas y las mataba a martillazos, hachazos, cuchilladas o empleando otros objetos cortantes o contundentes como destornilladores o punzones. Alguna fue también estrangulada con una bufanda.

Popkov, que estuvo casado y tiene una hija, ha superado en número de crímenes a monstruos como Andréi Chikatilo y Alexánder Pichushkin . Cometió su primer homicidio en el verano de 1992. Un hombre encontró casualmente en el bosque el cadáver de una joven y lo denunció a la Policía. El hallazgo se hizo cerca de la pequeña localidad de Angarsk, en la región de Irkutsk, en donde vivía y trabajaba Popkov.

Se especuló entonces con que aquella muerte se produjo tras un intento de robo o que se trataba de un episodio de violencia de género, pero nada se pudo dilucidar. Nadie sabía que el reguero de muertes no había hecho más que comenzar y que estaban ante uno de los mayores carniceros sexuales de la historia.

En el otoño de 1994, fueron los cuerpos de dos niñas los encontrados en otra zona boscosa de los alrededores de Angarsk. Esta vez se determinó que habían sido violadas y se tomaron muestras de ADN del esperma recogido en los cadáveres. Las investigaciones, sin embargo, no daban ningún resultado mientras el goteo de muertes continuaba. Se comprobó si el ADN de algunos sospechosos coincidía con las muestras, pero tampoco pudo aclararse nada.

Seguían sin poder encontrar al brutal depredador sexual hasta que, en 2012, los análisis mostraron que el culpable era Popkov. Para entonces, el antiguo policía ya había matado a 78 mujeres de entre 16 y 40 años, según la pruebas presentadas. Él, sin embargo, reconoció finalmente haber matado a 81, con un único varón entre las víctimas y, a juzgar por algunas desapariciones sin dilucidar, el balance total podría ascender a 83 asesinatos. Chikatilo mató y destripó a 52 mujeres y niños mientras que Pichushkin perpetró 49 homicidios.

Cuando se descubrió que Popkov era un maniaco altamente peligroso, ya no pertenecía a la Policía. Después trabajó como empleado de seguridad en pequeñas empresas y en la compraventa de vehículos de segunda mano. Viajaba en tren hacia Vladivostok para adquirir un coche cuando fue detenido. Pero durante el interrogatorio confesó sólo 20 muertes.

Actuaba por lo general de noche y a veces de uniforme. Invitaba a sus víctimas a subir al automóvil policial que utilizaba, se ganaba su confianza y las ofrecía alcohol. Otras veces el trayecto se hacía en coche particular o en transporte público. El bosque era el destino final para todas ellas. Allí las seducía, abusaba de ellas o las violaba. Después las mataba de la forma más brutal imaginable.

Se da la paradoja de que el «maniaco de Angarsk» llegó a formar parte de las patrullas enviadas para buscar indicios e investigar sus propios crímenes . Le sirvió para verificar si dejó pruebas demasiado palpables. Una niña que llegó a sobrevivir, le describió perfectamente e incluso dijo que el agresor era un policía, pero el testimonio no sirvió para poner el foco sobre él.

Él mismo se autodefinía como el «purgador», ya que aseguró que mataba solamente a mujeres de vida disoluta . Los hechos, sin embargo, a juzgar por la edad de algunas de las víctimas y las vidas recatadas y normales de muchas otras, mostraron que, si bien hubo al parecer alguna que otra prostituta, su sed de sangre y de sexo no hacía distinciones.

En enero de 2015, Popkov fue condenado a cadena perpetua al ser reconocido culpable de 22 muertes y dos intentos de asesinato. Comprendiendo que pasaría en la cárcel el resto de su vida y tal vez con la intención de no complicar más su situación, nada más conocer la sentencia, el asesino confesó otros 60 homicidios. De manera que continuaron las investigaciones y se convocó un nuevo juicio, cuyo veredicto se supo ayer. Su hija siempre le defendió y negó que fuera una maniaco. Ella y su madre viven hoy día de incógnito en otra región de Siberia.

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