El secretario de Estado británico para el Brexit (izda) junto al negociador jefe de la Comisión Europea (CE), Michel Barnier (d), en Bruselas (Bélgica)
El secretario de Estado británico para el Brexit (izda) junto al negociador jefe de la Comisión Europea (CE), Michel Barnier (d), en Bruselas (Bélgica) - EFE

La UE impone al Reino Unido las condiciones de negociación

Las prioridades y los tiempos serán los que habían exigido los socios europeos

Corresponsal en Bruselas Actualizado: Guardar
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La UE y el Reino Unido han necesitado un año para empezar las negociaciones del divorcio después del referéndum y aún lo han hecho con la parte británica en una situación debilitada e incierta. Aunque se trataba de un momento histórico, el apretón de manos ante las cámaras entre el negociador europeo Michel Barnier y el británico David Davis no tuvo ningún ceremonial que evocase el alcance que contiene este proceso que debe terminar antes de dos años con o sin acuerdo.

El primer encuentro ha supuesto una primera victoria para los negociadores europeos, que han impuesto sus tiempos y prioridades. Es decir, primero se negociarán las condiciones del divorcio, y después la relación futura y cooperación comercial.

El representante europeo, Michel Barnier, insistió en que el primer objetivo es «eliminar incertidumbres», es decir, aclarar cómo quedan los derechos y deberes de los ciudadanos respectivos y, sobre todo, cuál es la factura que le espera a Londres para cumplir con todos los compromisos que asumió jurídicamente como miembro de la Unión, descontando las cantidades que le tocaba percibir si hubiese continuado siendo miembro de pleno derecho hasta el final de esos programas.

Davis aceptó en lo formal, es decir, en los tiempos de negociación, pero siguió defendiendo lo esencial de la posición británica. Para Londres lo principal es decidir cómo van a ser las relaciones futuras de su país con el bloque que abandona, algo que ya le han dicho desde Bruselas que no se va a definir hasta que se haya avanzado en las condiciones de la separación. Por parte europea se constató cierto cambio en el enfoque británico, que ha pasado a hablar de la alergia a la llegada de ciudadanos de otros países a preocuparse más por los efectos del Brexit en el mercado de trabajo y sobre el futuro de la economía británica.

Según Barnier, el objetivo de este primer encuentro era establecer un calendario con los temas esenciales, aunque en realidad eso ya estaba más o menos pactado. La estructura del proceso de negociaciones que se ha previsto es dividir el trámite en conjuntos de cuatro semanas: la primera dedicada a las conversaciones, la segunda a la presentación de propuestas concretas, la tercera a la negociación propiamente dicha y la cuarta a la información de los resultados a las administraciones respectivas. Es decir que lo que empezó ayer es una etapa preliminar de la parte previa a las verdaderas negociaciones. Y lo que indica este panorama es que todo es demasiado complicado para disolverlo incluso en un lustro. Por ejemplo, mientras se celebran estas negociaciones, en la propia Comisión se estaba discutiendo, por ejemplo, sobre la distribución de las rutas aéreas del cielo único europeo, que ahora mismo incluye al Reino Unido y nadie sabe si eso se mantendrá ni por cuanto tiempo.

La idea que ha evocado el nuevo presidente francés Emmanuel Macron, entre otros, de que los británicos pueden arrepentirse en cualquier momento, no ha gustado a todos los sectores políticos en Bruselas, porque se supone que todo el proceso debe tener un componente de ejemplaridad. Dejar la UE no puede ser algo tan sencillo.

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