El Brexit en su laberinto

La quinta ronda de negociaciones en lugar de desatascar el camino parece abocar a una mayor incertidumbre

Theresa May y Boris Johnson ante el desafío de negociar el Brexit NIETO

IVÁN ALONSO

Todo parecía reconducido el pasado 22 de septiembre. Ante los ojos de una de las ciudades más bonitas del mundo, Florencia, Theresa May pretendía desatascar el proceso en un golpe de mano con un discurso que, según su gabinete, abriría las puertas al acuerdo final. Al menos eso creía la primera ministra que estaba haciendo hasta que esta misma semana se ha vuelto a encontrar de bruces con la realidad.

El Brexit pasa por ser ahora un partido de tenis que parece infinito, inacabable. Pero tiene fecha final, marzo de 2019, y las dos partes comienzan a ponerse nerviosas. El laberinto en el que se encuentra el proceso se ha vuelto a poner de manifiesto en la quinta ronda de negociaciones entre Reino Unido y la Unión Europea. Otra semana más sin avances y esta vez ya se le empiezan a ver las orejas al lobo. Un lobo que no es otro que el «no acuerdo», un temor que siempre ha estado ahí, de hecho, los más radicales del Brexit es lo que siempre han buscado, y que ya muchos en el Gobierno británico se comienzan a plantear.

Caos en la negociación

Con Bruselas alertando de que las negociaciones se encuentran en un callejón sin salida , en Londres esta semana el tema más recurrente ha sido el de si debe o no haber un presupuesto preparado para este escenario. Es tal el caos, que en apenas unas horas el ministro de Economía, Phillip Hammond y la primera ministra Theresa May dijeron cosas completamente opuestas . Uno explicaba en el «The Times» que no hay dinero destinado a este supuesto mientras que May aseguraba en el Parlamento lo contrario, que se empleará la cantidad necesaria por si se termina dando esta situación.

Crisis en el Gobierno de May

Y es que lo que está acrecentando la incertidumbre es la crisis interna en el propio Gobierno británico . Partido por la mitad el gabinete de May busca, con sus notables diferencias de opiniones, encontrar un punto común que le permita tener la mano ganadora en esta partida de cartas. Aunque claro, para eso necesita sofocar primero esa rebelión en sus filas que, por ejemplo, ha hecho retrasar la aprobación de varias leyes del Brexit que se tendrían que haber llevado al Parlamento esta semana.

Ese problema y la fuerte oposición que se está encontrando en el banco contrario, con el presidente de la Comisión Europea a la cabeza, un Jean Claude Juncker que no está dando tregua en ningún momento a Reino Unido con sus declaraciones, May intenta seguir mostrando un discurso de calma y de esperanza en que las negociaciones lleguen a buen puerto.

La frontera de Irlanda

Un punto clave y preocupante de la negociación con Bruselas es el de la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte. Situación complicada ya que si no se llega a un acuerdo se podría poner en peligro el proceso de paz que lleva años vigente. Un levantamiento de las viejas barreras fronterizas podría dar comienzo a una nueva escalada de violencia desde hace ya casi 20 años no se da por esos lares. Incluso el gran socio del Gobierno de May, el Partido Unionista Democrático que sustenta la débil mayoría conservadora en Westminster, ha trazado una línea roja en este aspecto.

La propia Arlene Foster, líder de esta formación y principal apoyo ahora mismo de la primera ministra fuera de sus filas, ha advertido que esta alianza parlamentaria podría verse en peligro si la ruptura con la Unión Europea es abrupta y deja este caso sin resolver y con incógnitas en el aire. Por eso la propia May ya ha asegurado en varias ocasiones que no quiere ningún tipo de barrera física entre ambos países y quiere que la situación se parezca en todo lo posible a la actual.

El futuro de los comunitarios

Lo que parece más encauzado en las negociaciones es la situación de los comunitarios que residen en suelo británico y viceversa. La propia May lleva tiempo asegurando que el pacto está próximo en este aspecto, aunque desde Bruselas se muestran reticentes a admitir esos progresos tras la insistencia de Reino Unido en negociar en paralelo el futuro acuerdo económico que entraría en vigor tras el Brexit. Y lo hacen también porque donde más se están notando las tiranteces y diferencias entre ambas partes es en la factura de salida que tienen que abonar los británicos.

La factura de salida

Hace tiempo que no se habla de cifras ni por unos ni por otros porque aún queda mucho camino por recorrer para llegar a un punto medio que satisfaga a los dos. La última vez que se pusieron números sobre la mesa casi 50.000 millones de euros separaba lo que reclamaría Bruselas ( unos 70.000 millones de euros ) de lo que pretende pagar el Gobierno británico (20.000).

El escenario del «no acuerdo»

Por eso en la capital británica se preguntan ya que puede pasar en caso de que finalmente llegar a un acuerdo sea imposible y en qué momento habría que decidirse por ese plan de contingencia que muchos por aquí ya plantean con insistencia al Ejecutivo. Entonces, según varios analistas políticos, dos opciones estarían sobre la mesa. La primera, cortar de raíz un año antes de la salida definitiva, aproximadamente en marzo de 2018, para tener tiempo suficiente para prepararse ante la nueva situación. Esta, aseguran, sería mucho mejor que la segunda opción, llegar a un acuerdo en los últimos meses antes de la fecha oficial de salida (marzo de 2019), pero que alguna de las dos partes, ya sea el Parlamento Europeo (o el veto de algún país de la Unión) o el propio Parlamento británico lo termine rechazando.

Este escenario, el peor posible, atraparía a miles de empresas y millones de ciudadanos en una incertidumbre que acabaría con Reino Unido fuera de la Unión Europea y sin tiempo de reacción para ambas entidades. En definitiva, al borde del acantilado y sin red de seguridad.

Por eso, porque el tiempo pasa y las cosas no avanzan, el nerviosismo comienza a inundar a todos los agentes implicados en un proceso, el Brexit, que vive su laberinto más particular al que pocos ven, por ahora, una salida clara.

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