Berlín da a Bruselas dos semanas para decidir sobre los refugiados

El Gobierno alemán se inquieta ante la proximidad de sus elecciones regionales y un posible aumento de inmigrantes cuando se acerque la primavera

BERLÍN Actualizado: Guardar
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“Quedan solo dos semanas para que Bruselas presente medidas relevantes en la crisis de los refugiados”, han sido las palabras del ministro de Interior alemán, Thomas de Maiziére, en el programa de la televisión pública “Bericht aus Berlín”. Alemania se impacienta porque, a pesar del consenso entre los socios europeos acerca de la necesidad de protección de las fronteras exteriores, sigue sin haber soluciones sobre la mesa. El gobierno de Berlín, presionado por las elecciones regionales que se celebrarán el 13 de marzo en tres de los Bundesländer, requiere decisiones concretas y efectivas sobre Frontex y sobre la posibilidad de una misión de apoyo de la OTAN, además de un avance en la colaboración con Turquía que permita empezar a trasladar a su territorio cuanto antes refugiados sin derecho a asilo y que no pueden regresar a sus países de origen.

“En caso contrario, la protección del espacio Schengen deberá llevarse a cabo desde otra línea”, añade de Maiziére en tono amenazante.

De Maizière ha criticado duramente, además, la decisión unilateral de Austria, que la semana pasada puso un tope de 80 a las entradas diarias a su territorio al tiempo que deja dejar pasar en tránsito a 3.200 refugiados diarios sin registrar hacia otros países europeos, principalmente Alemania. El ministro alemán califica esa decisión como una "mala señal". "Esto no es así, algunos países creen que pueden resolver el problema endilgándole un peso suplementario a Alemania (...) dejando pasar y sin controlar" a los migrantes, se queja. "Incluso por razones de seguridad, es algo inaceptable. No vamos a aceptar esto de manera duradera", ha advertido.

La ruta de los Balcanes

El entendimiento con Viena se ha deteriorado gravemente en las últimas horas. La ministra austríaca de Interior, Johanna Mikl-Leitner, ha contestado a de Maiziére que “el problema no está en Austria, está en Grecia”. Los esfuerzos diplomáticos alemanes han conseguido un triunfo, sin embargo, con el sistema de registro común y control reforzado de los refugiados para impedir cruces de frontera ilegales y reducir el número de llegadas que se aplica desde hoy en la denominada "ruta de los Balcanes".

Los refugiados han comenzado a registrarse en la frontera entre Grecia y Macedonia, donde reciben un documento común, con foto y con sellos que harán constar la entrada y salida en el resto de los países por los que transitan. El acuerdo entre Macedonia, Serbia, Croacia y Eslovenia incluye un transporte organizado de los refugiados en trenes y autobuses hasta Austria y el director de la Policía serbia, Vladimir Rebic, ha explicado que el cumplimiento de estas medidas comunes es importante "para esperar preparados la ola de primavera y verano, que seguro será mucho más intensa" que la actual. Solamente anoche entraron en Serbia desde Macedonia unos 800 refugiados sirios e iraquíes, la televisión pública serbia RTS, que informa también sobre 350 "emigrantes económicos" devueltos desde el centro de acogida de Sid.

Bruselas, por su parte, insiste en que no está precisamente de brazos cruzados e informa sobre los últimos 350 inmigrantes arrancados de las manos de las mafias por un buque de la operación naval de la UE desplegada en el Mediterráneo Central, concretamente el buque auxiliar alemán 'Frankfurt', recordando además que más de 9.600 inmigrantes han sido rescatados desde el lanzamiento de la operación, que ha servido para detener a 46 traficantes y ha destruido 67 embarcaciones delictivas. Pero para Alemania, que recibió más de un millón de refugiados en 2015 y que sigue registrando entradas de entre 2.000 y 3.000 personas al día, esto no es suficiente. Solo cifras relevantes en la reducción del flujo de refugiados servirán para apaciguar la ola de protestas de extrema derecha presentes ya en la política federal y Berlín amenaza con medidas drásticas que su clamor sigue encontrando oídos sordos en Bruselas.

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