Totò Riina

La historia criminal de «la bestia», el jefe supremo de la Cosa Nostra que desafió al Estado

Totò Riina pretendía que se anulara o rebajara la dureza del régimen carcelario, conocido como el 41-bis, un férreo sistema que mantenía aislados y en máxima seguridad a los mafiosos

El crimen más atroz del psicópata Totò Riina

ÁNGEL GÓMEZ FUENTES

Totò Riina fue detenido el 15 de enero de 1993 en su villa de un barrio de Palermo. Su larga historia criminal se había iniciado casi medio siglo antes. Nacido en Corleone en una familia de agricultores, el 16 de noviembre 1930 –ayer cumplió 87 años-, se unió siendo muy joven al clan de Luciano Liggio, un poderoso criminal mafioso siciliano, jefe de los corleoneses. A los 19 años fue condenado a una pena de 12 años por haber matado en una pelea a un coetáneo. Se hizo cada vez más influyente en Cosa Nostra gracias a su crueldad, y sustituía a menudo a su capo Liggio en la cúpula mafiosa que formaba junto a los boss Stefano Bontate y Gaetano Badalamenti.

Relación con la política

En los años 60 y 70 estableció una estrecha relación con su paisano Vito Ciancimino, un político miembro de la democracia cristiana que fue elegido alcalde de Palermo en 1970. Gracias a Ciancimino, quien fue detenido y condenado por mafioso en 1984, Totó Riina comenzó a meter sus tentáculos en la política y en la administración de los asuntos importantes del ayuntamiento palermitano. En 1971, fue el ejecutor material del homicidio del fiscal jefe de Palermo, Pietro Scaglione, asesinado junto a su escolta que conducía un Fiat 1500 en la capital siciliana. En ese mismo año participó en secuestros ordenados por su capo Liggio con objetivos de extorsión, lo que le permitió establecer sólidas relaciones con la ‘ndrangueta, la mafia calabresa, y con miembros de la camorra, mafia napolitana, afiliados a Cosa Nostra. A partir de 1974 escala a la cúspide de la mafia de Corleone y desencadenó la guerra que vio en mayo 1981 el asesinato, por parte de capos fieles a Riina , de más de 200 mafiosos de clanes rivales. Tras esta masacre, en 1982 Cosa Nostra era dirigida por una «comisión» que seguía las órdenes de Totó Riina.

Tras iniciar con el alcalde Ciancimino su incursión en el ambiente político, en algunos de los crímenes de Riina había también una estrategia política. Por eso estuvo detrás de una serie de homicidios de importantes políticos sicilianos: Michele Reina, secretario provincial de la Democracia Cristina, en 1979; el 6 de enero 1980 fue asesinado en su coche el presidente de la Región de Sicilia, Piersanti Mattarella, hermano del actual presidente de la República italiana, Sergio Mattarella; y en 1982 fue abatido el líder del Partido Comunista siciliano (PCI), Pio La Torre.

Mando absoluto de Cosa Nostra

A base de asesinatos, masacres y atentados, Totó Riina impuso su dirección y estrategia a Cosa Nostra, un mando absoluto que todavía le reconocían otros jefes mafiosos, como han escrito los informes de los servicios secretos en su última relación. Estableciendo esa dictadura en Cosa Nostra, se atrevió a desafiar al Estado. Su ataque más violento lo lanzó en 1992, asesinando a algunos que habían sido incluso «amigos», como Salvo Lima, político de la democracia cristiana, un hombre de confianza en Sicilia del que fue siete veces primer ministro, Giulio Andreotti; e Ignazio Salvo, considerado hasta entonces un “intocable” en la mafia. Riina ordenó también los asesinatos de sus enemigos históricos, los prestigiosos magistrados Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, quienes habían comprendido como pocos la peligrosidad de la estrategia mafiosa de Riina.

Desafío al Estado

Con su desafío al Estado, «la bestia» -así era conocido Totó Riina por su crueldad- pretendía que se anulara o rebajara la dureza del régimen carcelario, conocido como el 41-bis, un férreo sistema que mantenía aislados y en máxima seguridad a los mafiosos. Según un proceso judicial iniciado en mayo 2013 sobre la negociación entre el Estado y la mafia, algunos altos representantes del Estado, para frenar las matanzas , y para salvar la piel a algunos políticos y ministros, establecieron acuerdos con el clan de los corleoneses prometiendo nuevas leyes y en particular disminuir la dureza del régimen carcelario contra los detenidos mafiosos. Pero al final, el Estado no cedió al chantaje del sanguinario Riina y a sus sicarios. Es más, esa estrategia se reveló como un error fatal: El Estado, tras los asesinatos de Falcone, cuando se dirigía desde el aeropuerto a Palermo; y Borsellino, tras salir del piso de su madre en via D’ Amelio en la capital siciliana, se vio obligado a actuar como nunca lo había hecho anteriormente, y los clanes mafiosos sufrieron una ofensiva policial como no se había visto anteriormente. El clan terrorista de Corleone fue disuelto por la acción policial, comenzando con la detención del capo de los capos, en enero 1993, en su villa en un barrio de Palermo.

A pesar de verse aislado y en régimen carcelario de máxima seguridad, Riina siguió considerándose un vencedor: «Nunca me arrepentiré ni me someterán», confesó en enero pasado a su mujer. En sus últimos 25 años de cárcel y procesos se ha mostrado siempre desafiante contra los arrepentidos de la mafia y contra los jueces. Hasta el final, desde la cárcel de Parma, donde ha muerto, continuo siendo una referencia para Cosa Nostra.

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