El ataque a los petroleros complica la frágil relación entre EE.UU. e Irán

Pese a que Washington no se ha pronunciado aún sobre la posible autoría, hace dos semanas acusó a Teherán de estar detrás de un ataque muy parecido

Manifestantes iraníes queman una bandera estadounidense durante una protesta en mayo EFE

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El ataque sufrido por dos petroleros este jueves en el estrecho de Ormuz dispara las tensiones entre EE.UU. e Irán, que desde hace meses intercambian amenazas y toman posiciones enfrentadas en la región, en una escalada que podría llevar a un enfrentamiento bélico.

La autoría de los ataques todavía no ha sido determinada. Irán, a través de su ministro de Asuntos Exteriores, Javad Zarif, ha tratado de explicar el incidente como una provocación para aumentar las tensiones : «Calificarlo de sospechoso no llega a describir lo que ha pasado esta mañana», ha asegurado en Twitter.

De momento, no ha habido una reacción oficial de EE.UU. , que solo ha dejado constancia del incidente en un comunicado de la Armada, en el que explica que sus fuerzas recibieron dos llamadas de emergencia en la mañana del jueves y que el destructor «USS Bainbridge», presente en la región, «ha prestado asistencia» a los buques.

No hay duda, sin embargo, de hacia dónde apuntará la autoría la Administración Trump. Hace dos semanas, después de otro ataque a naves petroleras en la misma zona, el asesor de seguridad nacional, John Bolton, dijo que era «casi seguro» que Irán estaba detrás. «¿Quién si no lo va a estar haciendo?», dijo Bolton, que no ha presentado pruebas sobre su acusación hasta el momento, a pesar de que prometió llevarlas al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Tras ese ataque, EE.UU. no dudaba en que habría más incidentes. «La amenaza de ataque es inminente », aseguró la semana pasada el general Frank McKenzie, responsable militar del Mando Central de EE.UU., y apuntó a Irán o a entidades de su círculo como sospechosos.

Los ataques a los petroleros echan gasolina a una relación entre Washington y Teherán de por sí explosiva, sobre todo tras la llegada de Donald Trump al poder. El presidente de EE.UU. ha cancelado el acuerdo nuclear con Irán –a pesar de la oposición de sus aliados europeos–, ha reforzado la presencia militar en la región (hace seis semanas, envió un portaaviones y un barco de guerra), ha ampliado las sanciones económicas contra Teherán, ha dado apoyo a Arabia Saudí en la guerra civil de Yemen -donde Irán respalda a los rebeldes hutíes- e insiste en reforzar militarmente a Riad, incluso con la oposición de sus aliados republicanos en el Congreso.

Teherán, por su parte, tampoco parece inclinada a rebajar las tensiones. El segundo ataque a petroleros ha coincidido con la visita a Irán del primer ministro de Japón, Shinzo Abe . En su entrevista con el líder supremo iraní, el ayatolá Ali Khamenei, Abe le entregó un mensaje de Trump. Khameini lo rechazó: «No considero a Trump merecedor de ningún intercambio de mensajes, y no tengo una respuesta para él, ni ahora ni en el futuro».

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