Asociar salud mental y matanzas, coartada de los defensores de las armas en EE.UU.

El factor de mayor riesgo a la hora de cometer un delito violento es el fácil acceso a las armerías

AFP
Patricia Romero Revuelta

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Buffalo, Las Vegas, Uvalde, Parkland... Casi 1.300 víctimas mortales en 199 'mass shootings' o tiroteos en los últimos nueve años . El último, en un hospital de Oklahoma donde un hombre armado abrió fuego y se cobró la vida de cuatro personas el pasado miércoles. Una realidad sobrecogedora que convierte la violencia armada en epidemia y en una de las patologías sociales más alarmantes del país de los Big Mac. Aun así, la relación de Estados Unidos con la posesión de armas es única y su cultura armamentística comporta un caso atípico en el mundo.

Muchos de los estadounidenses consideran sagrado su derecho a portar armas , arraigado en la Constitución desde hace más de dos siglos. «No como derecho al porte y a la tenencia de armas, sino como cuestión de defensa de la propiedad privada y libertad individual», apunta Javier Lorenzo, politólogo y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid. Unido a que el 80% de la población vive en zonas rurales, pequeñas y muy disgregadas -donde, precisamente, suceden gran parte de los tiroteos-, el resultado es una sociedad ultraindividualista y aislada . Basta con mirar el mapa electoral para comprobar que estos lugares coinciden con estados republicanos, los cuales presentan una tasa de masacres superior y legislación de armas más flexible. En palabras de Lorenzo, «es un país en el que el uso de armas está tan normalizado que incluso está considerado acto lúdico».

Vincular violencia armada con enfermedades mentales está a la orden del día. Pero, ¿qué papel tienen realmente en este tipo de masacres? Expertos como el doctor Fernando Mora Mínguez, médico psiquiatra en el Hospital Universitario Infanta Leonor de Madrid, apuntan a que son dos fenómenos sin relación directa. Tanto en EE.UU. como a nivel global, las personas diagnosticadas con algunos de los trastornos mentales más comunes como depresión o ansiedad «no son más agresivas ni cometen más actos violentos que la población general». Tampoco lo son las personas con trastornos más graves como la esquizofrenia. Aun así, la criminalización de los trastornos mentales es una realidad.

« En EE.UU., las personas con enfermedad mental solo suponen un 5% de los delitos cometidos. El porcentaje es aún menor si hablamos de delitos con arma de fuego», explica el doctor Mora. A menos que haya alcohol y drogas de por medio. Para este psiquiatra, el factor de mayor riesgo a la hora de cometer un delito violento es la facilidad de acceso a las armas , incluso «muy por encima de padecer una enfermedad mental». Pese a que «una situación vulnerabilidad asociada a un momento de mucha tensión emocional y el acceso a un arma estén relacionada con los tiroteos», insiste en que «no es una causa directa».

El balance de los tiroteos

en Estados Unidos

Periodo enero 2014- mayo 2022

TOTAL

TOTAL

199

1.299

Víctimas mortales

Tiroteos

16

2014

2015

2016

2017

2018

2019

2020

2021

2022

2014

2015

2016

2017

2018

2019

2020

2021

2022

98

27

149

182

25

191

25

137

26

201

34

107

20

154

14

80

12

Perfil del atacante

98%

52%

Hombre

Raza blanca

31%

78%

Ataca su

lugar de trabajo

actual o pasado

Pistola

47%

80%

Adquirió arma

legalmente

Mostraron

señales de crisis

65%

30%

Historial

criminal

Padecía psicosis

Antecedentes del atacante

42,4%

34%

Sufrió abusos

Sufría algún tipo

de trauma

2,9%

17,4%

Vivió

suicidio de

progenitores

Sufrió bullying

64,5%

Antecedentes

criminales

62,5%

Antecedentes

violentos

Fuente: Gun Violence Archive y The Violence Project /

P.S.- ABC

El balance de

los tiroteos

en Estados Unidos

Periodo enero 2014- mayo 2022

Tiroteos

TOTAL

16

2014

2015

2016

2017

2018

2019

2020

2021

2022

199

27

25

25

26

34

20

14

12

Víctimas mortales

TOTAL

1.299

2014

2015

2016

2017

2018

2019

2020

2021

2022

98

149

182

191

137

201

107

154

80

Perfil del atacante

98%

52%

Hombre

Raza

blanca

78%

31%

Ataca su

lugar de

trabajo

actual o

pasado

Pistola

80%

47%

Adquirió

arma

legalmente

Mostraron

señales

de crisis

30%

65%

Historial

criminal

Padecía

psicosis

Antecedentes

del atacante

34%

42,4%

Sufría

algún tipo

de trauma

Sufrió

abusos

2,9%

Vivió el

suicidio

de sus

progenitores

17,4%

Sufrió

bullying

64,5%

Antecedentes

criminales

62,5%

Antecedentes

violentos

Fuente: Gun Violence Archive y

The Violence Project /

P.S.- ABC

Estigma politizado

La criminalización de los trastornos mentales es un estigma muy politizado y contaminado por razones de clase o raza. El mismo Trump aseguró en 2019, tras la matanza de El Paso, que «la salud mental y el odio aprietan el gatillo, no el arma». Los republicanos no suelen vincular las víctimas mortales a las armas de fuego , sino a las enfermedades mentales y llevan años bloqueado todo tipo de iniciativas demócratas para reforzar su control.

«¿Qué es más fácil para un republicano -que entiende como fundamentales los principios de libertad individual y defensa de la propiedad privada, y que sabe que el 90% de sus votantes están a favor de las armas- que atribuir los tiroteos a gente con problemas mentales?», se cuestiona Lorenzo. El doctor Mora Mínguez también sostiene la teoría de la politización del discurso con argumentos no sólidos como los trastornos mentales, las clases sociales bajas o los inmigrantes para justificar la violencia armada : «Es una manera de no abordar el problema real» .

Según la Revista Americana de Salud Pública', más del 60% de los perpetradores de tiroteos en Estados Unidos desde la década de los setenta mostraron síntomas de paranoia o alucinaciones antes de cometer los crímenes. Casi la mitad de los asesinos arrastraban algún tipo de trauma en su pasado : un 34% sufrió abusos, un 17,4% 'bullying' y el 2,9% vivió el suicidió de alguno de sus progenitores según recogen Jillian Peterson y James Densley en 'The Violence Project' tras analizar 172 perfiles de tiradores entre 1966-2020.

Asociar tiroteos y atacantes a zonas con gran presencia de población inmigrante de bajos recursos es otro de los estereotipos más comunes. «Todo lo contrario. Son los tiroteos y abusos policiales los que se dirigen a este segmento de población», comenta Javier Lorenzo, «Es el propio aislamiento e individualismo el que dispara este tipo de comportamientos». De hecho, el prototipo de atacante es el de un hombre blanco con pistola adquirida de manera legal. Dos tercios poseían antecedentes criminales (65%) y el 80% mostró señales de crisis previas al tiroteo.

Autocensura social

Un auténtico fenómeno de autocensura social. ¿Qué es más fácil aceptar? ¿Que el atacante es una persona corriente al que, de repente, le hizo 'click' en el cerebro y se puso a disparar lleno de ira o que tenía un problema mental? «Como sociedad y como individuos, nos tranquiliza más pensar que esa persona estaba loca -y que ha sido algo aleatorio o mala suerte-, en vez de pensar en que tenemos un problema social en el que nuestros jóvenes no saben gestionar sus sentimientos y adoptan este tipo de reacciones», concluye Javier Lorenzo. «Como forma de relajar la conciencia para poder sobrevivir es la mejor opción».

Ni armas ni salud mental, los expertos consultados por este medio apuntan a que el problema radica en una combinación explosiva de variables: una sociedad muy individualizada y aislada en la que jóvenes inmaduros no saben autogestionar sus emociones -«porque tampoco se les enseña a ello», dice Lorenzo- y que, además, cuentan con gran acceso a las armas. Junto con un discurso que les rodea basado en supremacismo blanco, insatisfacción personal y mal manejo de la frustración, Estados Unidos no logra escapar de esta pesadilla.

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