Guerreros kurdos peshmerga, en un entrenamiento para enfrentarse al Estado Islámico en Zummar, en Irak
Guerreros kurdos peshmerga, en un entrenamiento para enfrentarse al Estado Islámico en Zummar, en Irak - reuters

EE.UU. usará la base turca de Incirlik para apoyar a las milicias kurdas en Siria

Tras el secuestro de 18 de los 54 insurgentes sirios entrenados en Turquía, Washington solo cuenta con los kurdos como aliados sobre el terreno

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Estados Unidos ha dejado claro que utilizará la base aérea de Incirlik, en la provincia turca de Adana, para apoyar a las milicias kurdas YPG. Un anuncio que ha dejado en evidencia al gobierno turco, que hace apenas dos semanas que permitió el acceso de la coalición internacional a la base, y que hasta ahora insistía en que estas instalaciones no se utilizarán en ayuda de la guerrilla kurda.

Esta misma semana, el portavoz del Departamento de Estado de EE.UU., John Kirby, afirmó que Washington pretende incrementar su asistencia a las YPG a través de Incirlik. El portavoz del Ministerio de Exteriores turco, Tanju Bilgiç, trató de contradecirle, asegurando que el acuerdo alcanzado acerca del uso de la base aérea «no contiene ninguna cláusula sobre proporcionar apoyo» a las milicias kurdas.

Pero ayer, otro portavoz estadounidense, Mark Toner, volvió a dejar claro que EE.UU. considera a las YPG comoun sólido aliado sobre el terreno. «Creo que [Kirby] fue muy claro en apoyo de las fuerzas anti-Estado Islámico, de las que las fuerzas kurdas son una parte», aseguró.

Y el hecho es queEE.UU. no cuenta con ninguna otra fuerza militar de confianza en Siria, especialmente tras el estrepitoso fracaso del programa del Pentágono para entrenaron a miles de insurgentes sirios prooccidentales en territorio turco. La cacareada iniciativa pretendía evitar los errores cometidos por la CIA en los años anteriores, que formaron y equiparon a alrededor de tres mil rebeldes sirios en Jordania y otros lugares, combatientes que en su mayoría acabaron desertando o pasándose con sus armas a grupos radicales considerados terroristas por Washington. Pero donde la CIA se estrelló, los militares estadounidenses no han tenido mucha mejor suerte hasta el momento.

Formar a 15.000 insurgentes

El Pentágono, de hecho, pretendía formar a 15.000 insurgentes en tres años, pero estableció estándares de seguridad tan altos que la primera promoción –denominada «División 30»-, que terminó el programa a finales de junio, apenas contaba con medio centenar de combatientes. «Este número es muy inferior al que habíamos esperado en este punto», admitió el Secretario de Defensa estadounidense Ashton Carter el pasado 7 de julio. «Sabemos que este programa es esencial. Necesitamos un socio sobre el terreno en Siria para asegurar la derrota definitiva del Estado Islámico», añadió.

Este punto, sin embargo, ha sido uno de las principales elementos de fricción con las autoridades de Turquía, que preferían que se pusiese el foco en la lucha contra el régimen de Bashar Al Assad en lugar del EI. Ankara, de hecho, condicionó a este aspecto la apertura de Incirlik. Al final, el gobierno turco y estadounidense llegaron a una solución de compromiso, acordando que esta nueva fuerza insurgente «a ambos enemigos a la vez».

Las cosas, sin embargo, iban a ponerse aún peor para Washington. A principios de julio, el total de estos combatientes de la División 30 –apenas 54- regresaron a Siria para participar en la guerra civil. Hace apenas dos días, sin embargo, quedaba clara la magnitud del desastre: 18 de estos insurgentes fueron secuestrados por el Frente Al Nusra, la rama siria de Al Qaida, incluyendo a su líder, el coronel de etnia turcomana Nedim Hassan, y el comandante de campo Farhan Jasim. Al principio la noticia fue negada por el Pentágono, pero parece confirmada por medios como el diario estadounidense «The New York Times».

EE.UU. tampoco puede confiar en el llamado Ejército de Conquista, una alianza de grupos yihadistas anti-Estado Islámico que parece contar con el apoyo de Turquía y Arabia Saudí, de la que forman parte tanto el Frente Al Nusra como la organización salafista Ahrar Al Sham, respectivamente la segunda y tercera milicias rebeldes más potentes de Siria. Ambas, sin embargo, han sido bombardeadas por la aviación estadounidense por sus presuntas actividades terroristas.

Lavar la imagen

Ahrar Al Sham ha intentado a toda costa lavar su imagen. Su responsable de Relaciones Políticas Exteriores, Labib Al Nahhas, llegó a publicar un artíclo de opinión en el diario «The Washington Post» el pasado 10 de julio, titulado: «Las consecuencias mortales de etiquetar erróneamente a los revolucionarios sirios», en el que aseguraba: «Nos consideramos un grupo islámico de la corriente mayoritaria suní, dirigido por sirios y que lucha por los sirios. Estamos luchando por la justicia para el pueblo sirio. Pero se nos ha acusado falsamente de tener vínculos organizativos con Al Qaida y abrazar su ideología». La organización trataba así de situarse dentro de la categoría de «rebeldes moderados», lamentando que «los EE.UU hayan definido el término ‘moderado’ de una forma tan arbitraria y restrictiva que excluye al grueso de la oposición mayoritaria» en Siria.

Sus esfuerzos, sin embargo, los echarían por tierra sus aliados del Ejército de Conquista, que apenas unos días después publicaron un video titulado «Punto de giro», en el que hacían un llamamiento a los muyahidines de todo el mundo a unirse a la yihad en Siria. El vídeo es claramente una respuesta al auge del Estado Islámico, al que acusa, sin nombrarlo, de haber provocado una «fitna» o escisión en el seno de la comunidad musulmana. Y los responsables de la pieza, que tratan de atraer a sus filas parte del flujo de yihadistas extranjeros en Siria mostrándose como los verdaderos buenos musulmanes, son claros acerca de sus propósitos: imponer la sharía o ley islámico sobre los territorios conquistados. En un momento dado, por ejemplo, puede verse a los combatientes del Ejército de Conquista destruyendo teatralmente las botellas de alcohol encontradas en una casa tras la toma de la ciudad de Idlib.

Así las cosas, y ante la irrelevancia del fracasado Ejército Sirio Libre, los rebeldes «moderados» a los que se hace referencia repetidamente son poco más que un mito. Las únicas fuerzas combatientes seculares y eficaces en las que puede apoyarse la coalición internacional contra el Estado Islámico son las milicias kurdas YPG. Una cooperación que ha provocado las iras de las autoridades turcas, embarcadas en una nueva e intensa campaña bélica contra la guerrilla del PKK, la organización hermana de las YPG en Turquía.

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