Joe Biden y Barack Obama durante un discurso sobre la masacre de Charleston
Joe Biden y Barack Obama durante un discurso sobre la masacre de Charleston - afp

Obama asistirá este viernes al funeral del pastor asesinado en Charleston

El presidente dará un discurso nueve días después del ataque en una iglesia símbolo de la lucha por los derechos civiles

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Nueve días después del sangriento ataque en el corazón de una iglesia símbolo de la lucha por los derechos civiles, la pequeña ciudad de Charleston, en Carolina del Sur, espera las palabras de Barack Obama sobre un drama que ha afectado profundamente a América.

El presidente americano va a pronunciar este viernes, al principio del mediodía, el elogio fúnebre del pastor Clementa Pinckney, figura de la comunidad negra local, caído junto a ocho parroquianos bajo los disparos de Dylann Roof, de 21 años, un joven supremacista blanco.

Para Obama, estas «muertes increíbles» recuerdan dos cuestiones espinosas de su presidencia: el control de las armas de fuego, que jamás ha logrado —a pesar de varios intentos— solucionar, y las todavía vigentes divisiones raciales en la sociedad americana.

En la ceremonia en la Universidad de Charleston se espera la llegada de varios miles de personas. El lugar está muy cerca de la iglesia Emanuel donde, desde el drama del 17 de junio, desconocidos continúan depositando flores, velas y banderas americanas.

Según la Casa Blanca, Obama insistirá en sus palabras sobre la trayectoria del pastor, al que conocía. El miércoles, miles de personas le rindieron un último homenaje desfilando ante su féretro expuesto en el parlamento de Columbia, en la capital del estado.

Jacqueline Dupree, de 44 años, pastor en Gainesville en Florida, en una iglesia de la misma congregación, escuchará las «palabras de consuelo» del primer presidente negro de los Estados Unidos. Para ella, el atentado —«un acto de terrorismo racista», según Hillary Clinton— ha supuesto un punto de inflexión: «las banderas confederadas van a ser retiratadas», ha indicado, evocando esa bandera de la Guerra de Secesión (1861-1865), símbolo para muchos americanos del pasado racista del país.

«Esta tragedia puede ser un catalizador del cambio», afirma Richard Case, empleado municipal en Atlanta, llegado con sus tres hijos de 4, 7 y 9 años, porque quería «formar parte de la historia». «Se trata de hacer caer algo viejo para reconstruir algo nuevo». Desde el jueves, muchas personas anónimas comenzaron a llegar a Charleston.

«Esto nos puede permitir dar un paso, debemos apoyarnos en este episodio para avanzar y nunca más volver atrás», ha subrayado el militante de los derechos civiles Jesse Jackson, que ha participado en una misa para Sharonda Singleton, de 45 años, una de las nueve víctimas negras.

Además de Barack Obama y su esposa Michelle, el vicepresidente Joe Biden y numerosos miembros del Congreso, como el presidente republicano de la Cámara de Representantes John Boehner, estarán presentes.

Hace dos años y medio, después de la masacre en la escuela primaria de Sandy Hook, en la que 20 niños murieron, Obama pronunció ya un discurso para un país agitado. En él, llamó a América a cambiar para que «estas tragedias terminen». Cuatro meses más tarde, el Senado enterró la reforma que limitaba la compra de armas.

«Seamos claros», declaró, con el rostro crispado, al día siguiente de la masacre de Charleston, «en un momento dado, deberemos admitir que este tipo de violencia no sucede en otros países desarrollados, por lo menos con la misma frecuencia». «Debemos ser capaces, colectivamente, de hacer evolucionar nuestra forma de pensar sobre la violencia con armas», añadió, sin ilusiones sobre la posiblidad de un avance legislativo sobre este tema antes de su marcha de la Casa Blanca en enero de 2017.

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