El líder del Partido Laborista, Ed Miliband, participa en un acto electoral celebrado en Londres, Reino Unido, el 4 de mayo del 2015
El líder del Partido Laborista, Ed Miliband, participa en un acto electoral celebrado en Londres, Reino Unido, el 4 de mayo del 2015 - efe

Ed Miliband vuelve al «viejo laborismo» que asusta al dinero

Incluso antiguos seguidores de Blair creen que el laborista es un peligro para el empleo

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Boots es parte del paisaje británico. Una cadena de farmacias-droguerías que no falta en ningún barrio: 2.500 tiendas, 70.000 empleados en todo el mundo. Su consejero delegado es el italiano Stefano Pessina y tocó un clarín sonado: «Si los laboristas actúan como hablan será una catástrofe para este país. Miliband es antinegocios. Las familias pagarían el precio de ver sus sueldos y empleos en peligro».

La fuerza moral de Pessina quedó apolillada cuando los aludidos desvelaron que tiene su residencia fiscal en Mónaco, pero el recado fue sonado. El segundo llegó con una carta de 103 grandes empresarios en «The Daily Telegraph», algunos antiguos simpatizantes de Blair. Un triunfo de Miliband -advirtieron- supondría «una amenaza para el empleo y sería disuasorio de la inversión, se pondría en riesgo la recuperación».

Entre los firmantes estaba el jefe de la petrolera BP, ejecutivos de la Bolsa y los líderes de Iceland y Talk Talk.

La banca y la empresa rechazan los coqueteos euroescépticos de Cameron. El referéndum sobre la UE les parece un disparate económico. Pero la alternativa los inquieta más. Miliband asusta al dinero. Del «nuevo laborismo» de Blair se ha vuelto al «viejo laborismo»: más impuestos, más intervencionismo y más gasto; a cambio, en teoría, de más justicia social.

El ejercicio macroeconómico tory es brillante. Heredaron de Gordon Brown el mayor déficit en tiempo de paz (9%) y lo han bajado al 5,4%. El paro está en el 5,6%, la cifra más baja desde el cataclismo del 2008. Hay récord de ocupación y se han creado dos millones de empleos en cinco años. El tándem Cameron-Osborne también ha sufrido las inefables homilías de Paul Krugman advirtiéndoles de que con la austeridad iban al averno. Pero en los últimos cinco años el país ha crecido un 9,6%, frente a un mustio 4,8% de Hollande y su recetario socialista.

¿Cala en la calle ese sobresaliente macro? No siempre. Los ingresos reales siguen por debajo de su pico de enero del 2008. En la práctica mucha gente vive peor y está enojada. A otros los molestó que en marzo de 2012 la coalición tory-liberal bajase los impuestos a quienes ganan más de 180.000 libras (del 50% al 45%). Se consideró hiriente cuando se estaban exigiendo grandes sacrificios a las clases medias.

Ahí pesca Miliband con su oferta setentera: impuesto sobre viviendas de más de dos millones de libras, más tasas para la banca, más carga fiscal para los ricos y un control del déficit solo de boquilla, sin concretar. Los hombres de negocios dicen que eso es cicuta para la empresa. Pero tiene su público.

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