El reino del terror en el noreste de Nigeria

Los terroristas de Boko Haram afianzan de manera brutal su poder a base de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, según un informe de Amnistía Internacional

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La pujanza de Boko Haram no tiene parangón en el noreste de Nigeria, el país más poblado de África. Lo que nació en 2002 siendo un grupo radical religioso, acabó convertido en un grupo terrorista que ha ido mucho más allá de vengar la muerte de su líder en 2009 en una ejecución extrajudicial.

Sus actividades van desde el secuestro el año pasado de más de 2.000 mujeres y niñas -algunas empleadas luego para atacar sus propios pueblos- a ataques cotidianos con coches bomba o kamikazes, asaltos a ciudades, matanzas de ciudadanos en grupo, robo y quema de edificios, matrimonios forzados, violaciones... Todo ello, según un informe hecho público este martes por Amnistía Internacional (AI), permite asegurar que esta banda ha cometido crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad.

El documento sale a la luz coincidiendo con el primer aniversario del secuestro de 200 niñas en Chibok.

«Hombres, mujeres, niños y niñas, cristianos y musulmanes han sido víctimas de homicidio, secuestro y brutalidades a manos de Boko Haram durante un reinado del terror que ha afectado a millones de personas. Los recientes éxitos del ejército podrían ser el principio del fin de Boko Haram, pero aún queda mucho por hacer para proteger a la población civil, resolver la crisis humanitaria y comenzar el proceso de curación», ha dicho Salil Shetty, secretario general de AI.

Algunos testimonios son estremecedores. «Alhaji sólo pudo escapar cuando la cuchilla del verdugo de Boko Haram perdió filo y no pudo seguir degollando. “Vi cómo mataban a 27 antes de llegar a mi grupo. Yo los contaba porque quería saber cuándo me tocaría a mí”. Según dijo, ese día en Madagali ejecutaron (degollados) al menos a 100 hombres que se habían negado a unirse a Boko Haram».

El Ejército de Nigeria, que desde febrero cuenta con la ayuda directa de sus colegas de Camerún, Chad y Níger, trata de hacerles frente ha reducido la presencia de Boko Haram en algunas ciudades, pero no su tremendo y maligno potencial, cuyas principales víctimas son los civiles.

Contra civiles

Solo el año pasado los terroristas de este grupo mataron a más de 4.000 personas, aunque seguramente sean más, según el informe de AI, cuyos empleados han llevado a cabo cuatro viajes a la zona y han llevado a cabo cerca de 400 entrevistas. Siguiendo esa sangrienta senda, en los tres primeros meses de 2015 han asesinado al menos a 1.500 civiles.

Sin anunciar una integración oficial en Estado Islámico (EI), como ha ocurrido en otros países con grupos terroristas similares, el líder de Boko Haram, Abubakar Shekau, proclamó la instauración de un califato en sus zonas de influencia en agosto del año pasado, dos meses después de que Abubakar el Bagdadi, jefe de EI, hiciera lo propio en regiones de Siria e Irak. Así, decenas de miles de ciudadanos quedaron bajo el brutal yugo de Boko Haram.

Enumerados y detallados en el informe «Our job is to shoot, slaughter and kill': Boko Haram’s reign of terror» (Nuestra labor es disparar, asesinar y matar: el reinado del terror de Boko Haram) aparecen hasta 46 ataques con bomba cometidos entre enero de 2014 y marzo de 2015. En ellos mataron al menos a 817 personas.

Numerosas ciudades sufren la impunidad del avance de Boko Haram. Los ataques van desde los cometidos por suicidas (en algunos casos niñas) o a bordo de motocicletas a los cometidos por cientos de militantes apoyados por tanques y armamento antiaéreo.

El informe cita, entre otros, el caso de tres localidades en el estado de Borno. El 5 de mayo de 2014 Boko Haram mató a cerca de 400 personas en un ataque sobre Gamboru. El 6 de agosto asesinaron al menos a 600 civiles, aunque la cifra podría ser mayor, en Gwoza. El pasado enero el grupo terrorista se hizo con el control de Baga, donde acabaron con la vida de cientos de vecinos y destruyeron o dañaron más de 3.700 edificaciones.

No asistir a las oraciones diarias se castigaba con la flagelación pública. Una mujer que pasó cinco meses bajo el control de Boko Haram en Gamboru dijo a AI que había visto castigar a una mujer con 30 latigazos por vender ropa de niño y ejecutar a una pareja por adulterio. Un muchacho de 15 años, que no había tenido que unirse a Boko Haram por sufrir una discapacidad, señaló que había presenciado 10 lapidaciones.

«Los combatientes disparan a los civiles en las calles y en sus casas. Roban en las viviendas de los ciudadanos, en tiendas y en mercados, queman esas propiedades y después se marchan. Con frecuencia secuestran a civiles. En algunos ataques, entran de manera cautelosa y asesinan personas específicas que llevan identificadas. En otros, reunen a los vecinos y les sueltan arengas, instándoles a no seguir siendo leales al gobierno y a unirse a su versión del islam. En algunos casos les dan a elegir: la muerte o unirse al grupo. Lo más frecuente es que simplemente disparen a los civiles y les corten el cuello», cuenta el informe de AI.

El arco que engloba a sus enemigos es diverso: políticos, servidores públicos, profesores, trabajadores de la sanidad, líderes tradicionales, todos son considerados impíos por su relación con la autoridad secular. A ellos se unen los cristianos así como figuras religiosas musulmanas, jefes de algunas sectas locales o imanes.

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