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El presidente de EE.UU., Barack Obama, saluda a Raúl Castro - REUTERS

Obama y Castro sellan con un encuentro histórico el deshielo entre ambos países

Se espera que los presidentes de EE.UU. y Cuba traten la salida del régimen castrista de la lista de países terroristas

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Barack Obama y Raúl Castro han tenido este sábado en Panamá un histórico encuentro que pretende romper con más de medio siglo de hostilidades. Tras este saludo inicial, ambos mantendrán la que será la primera entrevista entre los mandatarios de Estados Unidos y Cuba desde que en 1956 se reunieron Eisenhower y Batista, precisamente también en Panamá. El acercamiento se produce en el marco de la VII Cumbre de las Américas, que arrancó anoche y concluye hoy en la capital panameña. Antes de su viaje a la cita, Obama y Castro hablaron por teléfono.

Obama llegó el jueves por la noche al país centroamericano afirmando que en relaciones internacionales «implicación es algo más poderoso que aislamiento». El presidente estadounidense dejó abierta la posibilidad de un próximo anuncio sobre la retirada de Cuba de la lista que elabora EE.UU.

de países que promueven el terrorismo en el mundo.

Poco después de que Obama llegara a su hotel junto al canal de Panamá, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, se reunió con el titular de Exteriores cubano, Bruno Rodríguez, en lo que era el primer encuentro formal entre cancilleres de ambos países desde septiembre de 1958. En la reunión se produjo un diálogo «extenso y productivo», según indicó el Departamento de Estado. En él se registraron «avances» y ambas partes quedaron en «seguir trabajando para resolver asuntos pendientes».

Previamente ese mismo jueves el Departamento de Estado norteamericano anunció que había concluido la revisión sobre la presencia de Cuba en la lista de países promotores de terrorismo internacional, en la que fue incluida en 1982 básicamente por el apoyo cubano a ETA y las FARC colombianas. Toda la lógica del proceso indica que la revisión realizada recomienda sacar a Cuba de ese documento.

La Casa Blanca ha indicado que ahora Obama quiere oír la opinión de algunos de sus asesores antes de anunciar su decisión. Eso parecía indicar que el anuncio no sería el fin de semana, aunque quedaba a discreción del presidente. Luego el Congreso tendrá un plazo de 45 días para tramitar la iniciativa.

Con esa intención política manifiesta por parte de Estados Unidos, el camino para acordar la apertura de embajadas en las capitales respectivas quedaría despejado. Cuba ha logrado que la cuestión de la lista se antepusiera. Se contaba con que antes de la Cumbre de las Américas, justamente para permitir un encuentro entre Obama y Castro, los gobiernos estadounidense y cubano habrían llegado a un acuerdo sobre las embajadas. Pero Cuba ha puesto más problemas de los esperados.

Cuando el 17 de diciembre Obama y Castro anunciaron, desde sus respectivos países, que habían acordado negociar la reapertura de relaciones diplomáticas, se supuso que no habría entrevista entre los dos hasta que las embajadas fueran restablecidas. Pero en este tiempo, Obama ha anunciado el relajamiento de aspectos del embargo sobre la isla (su eliminación depende del Congreso y de momento la mayoría republicana está en contra) y ha avanzado en el proceso de quitar la catalogación de «terrorista» para Cuba.

En las últimas rondas de negociaciones bilaterales, La Habana ha seguido poniendo problemas para las demandas de Washington sobre el número de personal que desea tener en su embajada y en la plena libertad de movimiento que reclama para sus diplomáticos en la isla.

En nuevo clima en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba facilitó la decisión de la isla de participar en la Cumbre de las Américas, una iniciativa que comenzó en 1994 a invitación de Bill Clinton y cuya primera edición tuvo lugar en Miami. La Organización de Estados Americanos (OEA), creada en 1948, no contaba con una gran cita de jefes de Estado, así que a esa entidad le fue encargada la organización de las nuevas cumbres. Cuba, ausente de la OEA, tampoco participó en el nuevo foro presidencial, aduciendo que continuaba siendo un ágora dominada por los intereses de Estados Unidos.

El auge del chavismo hizo que a partir de 2005, Hugo Chávez, Fidel Castro y otros países críticos con Washington impulsaran organizaciones regionales sin contar con EE.UU., tales como la Unión de Naciones de Suramérica (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

Uno de los objetivos de Obama con la normalización de relaciones con Cuba es precisamente evitar la exclusión que EE.UU. estaba sufriendo en los foros regionales debido a la solidaridad de muchos países latinoamericanos con La Habana. No obstante, EE.UU. tiene ahora el problema de la solidaridad que está encontrando Venezuela en su pulso con Washington a raíz de las sanciones impuestas.

Un momento estelar de la incorporación de Cuba a la Cumbre de las Américas fue la intervención el jueves del ministro cubano de Comercio Exterior e Inversión Extranjera en el Foro Económico, una de las actividades paralelas.

Cuba se presentó ante los más de seiscientos empresarios de todo el continente como un destino para inversiones. El ministro Rodrigo Malmierca reconoció las serias dificultades económicas que para la isla supuso el hundimiento de la URSS y el bloque comunista, lo que originó la pérdida del 35 por ciento del PIB nacional en un periodo de cuatro años. Aseguró que Cuba ha superado ya esa situación y reclamó credibilidad para la ligera apertura económica del castrismo, con nuevas leyes que ofrecen garantías e incentivos a la inversión extranjera.

Según Malmierca, el cambio de actitud de EE.UU. supone la admisión del «fracaso de su política de guerra económica contra Cuba». Confió en que Obama «continúe usando sus prerrogativas ejecutivas para modificar aspectos del bloqueo que no requieren aprobación del Congreso» y reclamó que esta finalmente también se produzca.

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