Cartel electoral del partido del presidente Goodluck Jonathan
Cartel electoral del partido del presidente Goodluck Jonathan - reuters

Las claves de las elecciones de Nigeria

Con la sombra de Boko Haram, el actual mandatario, Goodluck Jonathan, y su principal rival, Muhammadu Buhari, se encuentran en empate técnico

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Nigeria se enfrenta este sábado a una de las elecciones presidenciales más reñidas de la historia. Tras un aplazamiento de seis semanas, el actual mandatario, Goodluck Jonathan, y su principal rival, Muhammadu Buhari, un antiguo dictador que ya ha prometido acabar con la acuciante corrupción que sacude el país, se encuentran en empate técnico. He aquí algunas claves para el día 28.

Petróleo y corrupción

Pese a producir cerca de 2,5 millones de barriles de crudo al día, ante la ausencia de refinerías eficientes, Nigeria importa prácticamente la totalidad del combustible que consume, sobre todo, desde Estados Unidos.

De igual modo, la caída del precio del petróleo ha contribuido a una abrupta depreciación de la moneda. «Nigeria necesita que los precios por barril sean superiores a los 100 dólares para que las finanzas del Ejecutivo no se hundan en el déficit (el petróleo representa más de un 70% de los ingresos del Gobierno)», reconoce el consultor financiero Rodger Ekemini.

En este sentido, estudios del Deutsche Bank y el Fondo Monetario Internacional establecen en 123 dólares el precio necesario para que Nigeria equilibre sus cuentas.

Si bien, la crisis local no se encuentra solo provocada por el descenso generalizado de la valía del crudo. Ya el pasado año, el gobernador del Banco Central de Nigeria, Lamido Sanusi, acusaba a la compañía nacional del petróleo local -NNPC- de saquear de forma sistemática los ingresos del oro negro.

Durante una comparecencia ante el comité de finanzas del Senado, Sanusi aseguró que, de 67.000 millones de dólares vendidos de petróleo entre enero de 2012 y julio de 2013, 20.000 millones continúan «perdidos». Sanusi sería finalmente apartado de su cargo.

Sin embargo, ahora es uno de los más fieros críticos con la gestión del Gobierno, gracias a su elección como emir de Kano, la segunda figura más importante del islam en la región (tras el sultán de Sokoto, Alhaji Muhammad Sa’ad Abubakar) y cuyo peso consultivo y moral resulta determinante.

Y los efectos se dejan ver en la población. En la actualidad, según el Servicio Nacional de Estadísticas, cerca del 69% de los nigerianos (112 millones de personas) viven por debajo del índice de la pobreza y una cuarta parte se encuentra desempleada. Aquí, la geografía es notable, con la crisis más evidente en el norte del país, de amplia población musulmana. Por ejemplo, en el Estado de Sokoto, el 81.2% de sus residentes viven con menos de un dólar al día. Mientras, en el sureño Osun, tan solo lo hace el 38%.

Boko Haram y el aplazamiento electoral

Los comicios ya fueron aplazados el pasado 14 de febrero, precisamente, ante la incapacidad de las Fuerzas Armadas para garantizar la seguridad durante el proceso.

Entonces, quizá eufórico en exceso por los acontecimientos,  Sambo Dasuki, consejero en materia de seguridad del todavía mandatario,  Goodluck Jonathan,  aseguró que para el 28 de marzo, fecha en la que se celebrarán las votaciones,  el Ejército nigeriano habría destruido la totalidad de los bastiones del grupo armado.

Ahora, es cierto, las cartas son algo diferentes.

En las últimas semanas, por ejemplo, Fuerzas de Chad y Níger han iniciado una ofensiva definitoria contra Boko Haram, mientras el propio gobierno nigeriano reconoce que empresas de seguridad privada de Rusia, Corea del Sur y Sudáfrica se encuentran en el terreno para capacitar a sus tropas (a pesar a los desmentidos oficiales, diversas fuentes aseguran que  la participación de mercenarios extranjeros no se limitaría a meras labores de entrenamiento).

De forma paralela, la Unión Africana ya ha aprobado la creación de una fuerza internacional para frenar el avance del grupo yihadista. El contingente, formado por soldados de cinco países (Nigeria, Camerún, Chad, Benín y Níger), deberá ahora ser ratificado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para su despliegue en territorio africano.

También es cierto que, después de seis años de cruento conflicto, más de 13.000 muertos a manos de los insurgentes y 3,3 millones de desplazados internos, la pretensión de acabar con el grupo terrorista en apenas unas semanas se presenta como una utopía desmesurada.

Por ello, conforme se acerca el próximo día 28, cualquier anuncio sobre la suerte de Abubakar Shekau, líder de Boko Haram, podría decantar la balanza electoral a uno u otro lado.

Deserciones políticas

En las últimas fechas, dos aliados clave del mandatario Jonathan han cruzado hacia las filas de su rival político, Muhammadu Buhari.

Por un lado, Rabiu Kwankwaso, gobernador del estado norteño de Kano, así como Rotimi Amaechi, dirigente del estado de Rivers. Las deserciones han supuesto un serio golpe para las aspiraciones del actual presidente, sobre todo, en el segundo caso: Mientras que en Kano la derrota de Jonathan era previsible (difícil que un sureño cristiano sea elegido en un estado mayoritariamente musulmán), la región de Rivers se ha convertido ahora en uno de los principales campos de batalla de los comicios (como Adamawa o Gombe).

Gracias a este nuevo apoyo, la suerte electoral parece decantarse por Buhari y su Congreso de Todos los Progresistas (APC). En su último análisis, el Eurasia Group concedía al líder opositor un 60% de posibilidades de victoria.

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