Raúl Castro y Nicolás Maduro se saludan durante una reciente cumbre del ALBA en La Habana
Raúl Castro y Nicolás Maduro se saludan durante una reciente cumbre del ALBA en La Habana - reuters

Solo Raúl Castro se salva de la «crisis de los sucesores» en Iberoamérica

Azotada por la corrupción en Petrobras, Dilma Rousseff es el último caso de una maldición que afecta también a Nicolás Maduro y Cristina Fernández de Kirchner

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La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, es el último ejemplo de lo que algunos expertos ya han definido como la «crisis de los sucesores», que afecta también a Cristina Fernández de Kirchner en Argentina y a Nicolás Maduro en Venezuela. La excepción a la regla es el «sucesor» por antonomasia de los presidentes iberoamericanos, Raúl Castro, heredero del poder conquistado por su hermano Fidel en la revolución de 1959. Las dificultades políticas y económicas que asoman en Iberoamérica después de la bonanza parecen cebarse especialmente en los países con mandatarios que llegaron al poder con la herencia de su antecesor como principal capital político.

Rousseff, quien acaba de iniciar su segundo mandato consecutivo, ha perdido mucho respaldo popular, principalmente debido a un gran escándalo de corrupción en la empresa estatal Petrobras

y al «parón» de la economía brasileña, lo que se ha traducido en multitudinarias manifestaciones de protesta en las principales ciudades de su país.

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Por razones distintas en lo político, aunque similares en lo económico, Fernández y Maduro tampoco están en su apogeo. Los tres tuvieron una oportunidad única de llegar a la jefatura de Estado al ser designados por sus antecesores como herederos de su legado político.

Sin duda se ganaron los votos con los que fueron elegidos -Rousseff y Fernández dos veces consecutivas-, pero sin Luiz Inácio Lula da Silva, Néstor Kirchner y Hugo Chávez sus carreras políticas seguramente hubieran sido distintas o, al menos, hubiesen tenido otros tiempos.

El hoy expresidente Lula, que tras dos mandatos consecutivos no podía volver a postularse, designó a Rousseff, que entonces era la jefa de su gabinete, candidata presidencial del Partido de los Trabajadores (PT) para las elecciones de 2010, en las que ganó en la segunda vuelta. También fue quien lanzó a Rousseff a la reelección, que se concretó en los comicios de 2014, también en una segunda instancia.

Cuando ya había pasado el ecuador de su segundo mandato el popular Lula, al que prácticamente no le afectó en su imagen la salida a la luz un gran escándalo de corrupción durante su gobierno, anunció a Rousseff como su sucesora y alegó que quería que Brasil fuera gobernado por una mujer. Pero además Rousseff no era nueva en la política.

En 2007, el entonces presidente argentino, Néstor Kirchner, también designó a la hoy mandataria Cristina Fernández, con la que llevaba casado desde 1975 y tenía dos hijos, como candidata a las elecciones presidenciales de ese año. Kirchner podía haber optado a la reelección, pero decidió que fuera la «pingüina» -le gustaba identificarse como un pingüino por ser de la Patagonia- la que aspirase a gobernar Argentina en el periodo 2007-2011 y ella, que había hecho carrera política en el Senado, no le defraudó, pues obtuvo un resonante triunfo electoral. Para la reelección en 2011, Fernández no pudo contar con el apoyo de Kirchner, pues había fallecido un año antes, pero sí del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien señaló que Argentina la necesitaba para mantener el rumbo.

Chávez, a su vez, dejó un sucesor antes de morir de un cáncer en 2013: Nicolás Maduro, su canciller y en sus últimos tiempos vicepresidente ejecutivo. Maduro ganó las elecciones de abril de 2013 por un estrecho margen, lo que llevó a la oposición a no reconocer su legitimidad. En 2014 cuando no llevaba ni un año en el poder afrontó una ola de protestas contra su gobierno que derivaron en violencia y en detenciones de políticos opositores y estudiantes. La polarización política se agudizó y la situación económica empeoró, debido en parte a la caída de los precios del petróleo. La economía de Venezuela registró una contracción en 2014, lo mismo que ocurrió con la de Argentina.

Salida de la Casa Rosada

Fernández, que en diciembre próximo entregará el poder, se enfrenta pocos meses antes a su despedida de la Casa Rosada a una grave crisis política, a raíz de la muerte en circunstancias no aclaradas del fiscal Alberto Nisman. El fiscal murió de un disparo en la cabeza poco después de haber denunciado a Fernández, al canciller Héctor Timerman y otros oficialistas por encubrimiento de terroristas iraníes. El caso Nisman ha puesto al Gobierno argentino bajo sospecha y ha servido de aglutinador del descontento contra el kirchnerismo, que está en el poder desde 2003.

Desde ese mismo año lleva gobernando ininterrumpidamente el Partido de los Trabajadores de Brasil y aún más tiempo el chavismo en Venezuela, pues el tres veces reelegido Chávez asumió su primer mandato en 1999.

Por el contrario, Raúl Castro está en su mejor momento. Apuntalado por el salvavidas económico que supone la alianza con Venezuela que fraguó su hermano mayor, ha emprendido la renovación de las estructuras económicas de Cuba, ha llegado a un histórico acuerdo con Estados Unidos para normalizar las relaciones bilaterales y se prepara para negociar un acuerdo con la Unión Europea. Su «estrella» puede brillar aun más si el Gobierno de Barack Obama logra que el Congreso levante el embargo económico a Cuba.

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