Netanyahu, ayer, en su intervención en el American Israel Public Affairs Commitee
Netanyahu, ayer, en su intervención en el American Israel Public Affairs Commitee - afp

Netanyahu busca torpedear un eventual acuerdo de EE.UU. con Irán

«A los dirigentes estadounidenses les preocupa la seguridad; a los israelíes, la supervivencia», dice el primer ministro hebreo

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El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se esforzó ayer por rebajar el nivel de tensión con Barack Obama a raíz del discurso que pronunciará hoy en el Congreso estadounidense, invitado a espaldas de la Casa Blanca. Ya el domingo la Administración norteamericana comenzó a dar marcha atrás en una escalada verbal que está dañando las relaciones de dos históricos aliados. No obstante, cada parte mantiene firme sus posiciones radicalmente enfrentadas ante el acuerdo nuclear que se negocia con Irán.

«Nuestra alianza es más fuerte que nunca, y lo será aún más en los próximos años», dijo Netanyahu en su intervención de ayer ante la gran reunión anual del mayor lobby judío de Estados Unidos, la American Israel Public Affairs Committee (AIPAC).

La imagen de dos grandes banderas, la israelí y la de EE.UU., llenaba el escenario. Al acto asistieron varios ilustres invitados, entre ellos el expresidente del Gobierno español José María Aznar, a quien Netanyahu mencionó expresamente desde el estrado.

Obama no lo recibe

No es nada anormal que en su reunión anual la Aipac programe la intervención del primer ministro de Israel. Esta vez, sin embargo, el viaje de Netanyahu a Washington no incluye la habitual visita a la Casa Blanca. Obama no lo recibe, alegando que hay elecciones en Israel el próximo día 17 y que es tradición del presidente estadounidense no mostrar atenciones especiales hacia ningún candidato.

«Tengo un gran respeto por el presidente Obama y su cargo», proclamó para hacer frente a las frecuentes informaciones sobre la mala relación personal entre ambos. Aseguró que el discurso ante las dos Cámaras del Congreso que iba a dar al día siguiente -un honor que ya ha tenido en dos ocasiones precedentes- no pretende perjudicar la alianza con EE.UU. o enturbiar el trato con Obama.

La invitación para hablar en la colina del Capitolio corrió a cargo del propio Congreso, controlado por los republicanos, sin informar a la Casa Blanca, lo que constituye una anomalía tratándose de un jefe de Gobierno. La Administración estadounidense acusa a los republicanos -y también a Netanyahu- de querer boicotear el posible acuerdo que se negocia con Irán para impedir que ese país llegue a disponer de armas nucleares. El Congreso, además, con apoyo también de varios demócratas, está tramitando nuevas sanciones contra Irán para el caso de que no haya acuerdo, algo que Obama considera contraproducente porque puede perjudicar esta recta final de la negociación (el plazo acaba a final de mes).

Aplazar el problema

Tras sus palabras de loa a la estrecha vinculación entre Israel y EE.UU., Netanyahu reconoció que ante el conflicto iraní los dos países tienen diferencias. Estas se refieren básicamente a que Washington aceptaría un acuerdo temporal, quizá por diez años, que permitiría a Irán enriquecer uranio en porcentajes muy bajos. Para Israel eso es aplazar el problema, además de que si se permite cierto enriquecimiento nada impediría una huida hacia delante iraní en cualquier momento. «A los dirigentes estadounidenses les preocupa la seguridad de su país; a los israelíes lo que les preocupa es la supervivencia del suyo», afirmó Netanyahu.

Este mencionó cuatro momentos históricos previos en los que hubo «serios desacuerdos» entre ambos aliados, y en los que Israel actuó por su cuenta. Añadió que eso no perjudicó las relaciones, sino que las estrechó. «A pesar de ocasionales discrepancias, la alianza se hizo más fuerte en cada década», dijo.

Antes de la llegada de Netanyahu a Washington, la Administración Obama optó ya por rebajar el nivel de tensión registrado los días previos, cuando la consejera de seguridad nacional, Susan Rice, afirmó que la visita de Netanyahu «inyecta un grado de partidismo, que no solo es desafortunado, sino que es destructivo del tejido de la relación».

Después de esas palabras, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, conversó por teléfono el sábado con Netanyahu, y el domingo hizo unas declaraciones más conciliatorias. «Obviamente, el primer ministro de Israel es bienvenido en EE.UU. Tenemos ahora una relación con Israel en términos de seguridad más cercana que en ningún otro momento de nuestra historia», declaró Kerry a la cadena ABC.

Concedió que «obviamente, es raro, si no único», que la Casa Blanca se enterara de la visita por el Congreso, que es el que invitó al mandatario sin intervenir en el proceso, pero aseguró: «La Administración no busca politizar el caso», añadió.

Kerry viajó después a Suiza, donde ayer mantuvo su octavo encuentro en lo que va de año con la delegación iraní que negocia el posible acuerdo nuclear. Si bien los defensores de la Administración destacan el actual esfuerzo para cerrar un pacto, los detractores estiman que la frenética actividad de Kerry sugiere tanto interés en el acuerdo que los iraníes podrían intentar ceder menos.

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