Manifestantes representando a Tsipras (izda.), Shaüble y Merkel (dcha.) en Atenas este domingo
Manifestantes representando a Tsipras (izda.), Shaüble y Merkel (dcha.) en Atenas este domingo - efe

Atenas se lleva los agravios del III Reich a la mesa de negociaciones

Una envalentonada Grecia se ve desde hoy las caras en Bruselas con los responsables de la UE para tratar de dilucidar su futuro económico

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«No perdonaremos nada ni nadie del pasado». Esta declaración de intenciones, pronunciada por Alexis Tsipras en su discurso de investidura como primer ministro, es la máxima con la que la envalentonada Grecia de Syriza retoma hoy el pulso que libra en Europa para tratar de aliviar las condiciones del programa de crédito internacional que rescató al país cuando se asomaba al abismo de la bancarrota. Y nada ni nadie incluye, nada menos, que a Alemania y la destrucción causada por los nazis en la Grecia ocupada durante la Segunda Guerra Mundial, por la que Atenas exige ahora, más de setenta años después, una indemnización económica.

Los ministros de finanzas del Eurogrupo reanudan hoy en Bruselas las complejas negociaciones forzadas por la exigencia del nuevo gobierno griego de revisar las condiciones del rescate después de que la cumbre de jefes de Gobierno de la semana pasada concluyera sin acuerdo.

La fecha tope es el 28 de febrero. Antes, Grecia debe solicitar una prórroga del plan vigente para seguir conectada a la respiración asistida de sus socios y Tsipras asegura que no lo hará en las condiciones actuales. Quedan doce días para volver a salvar al euro y Grecia quiere retrotraer la discusión a 1944, cuando las tropas soviéticas entraban en Atenas y retiraban las esvásticas que ondeaban en sus edificios.

El ministro griego, Yanis Varufakis, pondrá sobre la mesa esta emblemática reivindicación de su jefe, que ha convertido el supuesto agravio histórico alemán en banderín de enganche ideológico. Consciente de que muchos de sus votantes han comprado la especie de que Grecia no remonta el vuelo por la cicatería de Berlín y de que en muchas de las manifestaciones contra la austeridad de los últimos años la imagen de Angela Merkel ha sido una de las más frecuentes, Tsipras se plantó en su primer acto público como gobernante en un campo de tiro de la periferia de Atenas que homenajea a los griegos ejecutados allí en los remotos tiempos de la ocupación alemana.

Hartos de poner dinero

El problema para Varufakis será que quienes hoy tendrá enfrente no serán electores inflamados por la retórica izquierdista, sino a los ministros de 18 estados amigos que están hartos de poner dinero, hasta 240.000 millones de euros el conjunto de la UE, y que ahora ven como el socio al que auxiliaron en momentos de dificultades para todos amenaza con romper unilateralmente la baraja. Al frente de los acreedores inquietos estará Wolfgang Schäuble, el representante alemán. Su compañero en el ejecutivo de Merkel, Sigmar Gabriel dejó claras la semana pasada las posibilidades que hay de que Alemania acepte pagar por los daños que causó el Tercer Reich: «Cero».

Atenas quiere que la actual Alemania democrática la compense por los daños materiales y humanos que causó la ocupación nazi. El historiador británico Mark Mazower estimó que solo en Atenas 40.000 personas murieron de hambre durante la guerra. Decenas de miles de griegos fueron ejecutados por los ocupantes y los colaboracionistas y la comunidad judía del país fue casi totalmente exterminada. Por todo ello y por el préstamo sin intereses de 476 millones de marcos de los de entonces que en aquellos años negros para Europa firmaron a favor del Reich las autoridades del Banco nacional, la pretensión de Tsipras es obtener de Alemania la friolera de 162.000 millones. Nadie en Bruselas duda de que eso es una utopía.

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