El nuevo Rey saudí, Salman bin Abdulaziz, a principios de este mes
El nuevo Rey saudí, Salman bin Abdulaziz, a principios de este mes - afp
muerte del rey saudí

Vendaval en la Casa de los 7.000 príncipes

Dudas en torno a la salud del nuevo Rey, Salman, y su pretendido talante liberal

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La muerte del Rey saudí Abdulá (92 años), que será sucedido por su hermanastro y Príncipe heredero Salman (79 años), producirá un terremoto interno en la prolífica Familia Real saudí en busca de nuevas posiciones de poder, en un momento especialmente difícil para la superpotencia petrolera. El precio del crudo sigue bajando, y el frente exterior conoce desafíos nuevos para el país guardián de los lugares sagrados de La Meca y Medina. El rival histórico de Riad, el régimen iraní, avanza en sus proyectos nucleares y se ha fortalecido con la llegada de los chiíes el poder en Irak y la supervivencia del chií Assad en Siria. En el campo suní, el régimen saudí sigue más amenazado que nunca por los movimientos yihadistas de Estado Islámico y Al Qaida, que acusan a la monarquía Saud de apóstata por su alianza con Occidente.

La discreción -que lleva a altísimos niveles de opacidad- y el sentido de supervivencia han llevado hasta hoy a los Saud a amarrar los cabos de la línea sucesoria. Pero los hijos del prolífico fundador de la dinastía se acaban o no dan la talla. El nuevo Rey Salman ya es octogenario, y algunas fuentes indican que tiene cáncer, algo que niegan las fuentes oficiales. El año pasado, el Rey Abdulá maniobró para nombrar como número tres -a partir de ahora nuevo Príncipe heredero- al más joven de los hijos supervivientes del fundador, el Príncipe Muqran (69 años), un movimiento que enfureció a los hermanastros mayores, y a sus correspondientes familiares.

¿Quién es Salman? Es un “Sudairi”, hijo de la favorita del rey fundador y perteneciente por tanto al núcleo duro del régimen. El Rey Abdulá le concedió la cartera de Defensa, preparando su camino a la sucesión tras la muerte del anterior heredero, Nayef, uno de los más duros del reino. En un primer momento los analistas indicaron que Salman era más “liberal” que sus hermanos, y partidario de reformas liberales en el más fundamentalista de los reinos árabes. No obstante, las filtraciones de Wikileaks sembraron dudas. En uno de los cables del embajador norteamericano en Riad se decía que Salman había afirmado que los cambios sociales en Arabia Saudí debían ser lentos, y que el país no estaba preparado para la democracia.

Tanto su carácter liberal como su salud se verán pronto sometidos a prueba. Sí parece claro que con él terminará el ciclo de la gerontocracia en el país quizá más decisivo de Oriente Próximo. La lucha entre la segunda generación -nietos del fundador de la dinastía- se libra ya entre bastidores entre el Príncipe Mutaib, hijo del rey ahora fallecido, y el Principe Mohamed bin Nayef, ministro del Interior e hijo de otro príncipe heredero muerto antes que Abdulá. La insólita decisión del Rey Salman -por su rapidez- de nombrar hoy a Mohamed bin Nayef segundo en la sucesión al Trono, después de Muqran, concede al ministro del Interior una notable ventaja en el pulso.

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