El exgeneral colombiano Luis Mendieta, durante un acto en la Casa de América
El exgeneral colombiano Luis Mendieta, durante un acto en la Casa de América - efe
entrevista al exgeneral colombiano secuestrado

Luis Mendieta: «Pregunté a las FARC si pedirán perdón, y su silencio fue total»

«No creeré en la guerrilla hasta que liberen a todos los secuestrados y digan dónde están los muertos»

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El exgeneral Luis Mendieta, de sus 55 años, estuvo secuestrado once años por la guerrilla de las FARC. «Estuve secuestrado por ustedes sin luz solar, a la intemperie, sin abrigo (…). Enjaulado, encadenado, enfermo de paludismo y humillado. Creyeron quitármelo todo, pero jamás aprisionaron mi alma», les dijo Mendieta a los líderes de la guerrilla, en plena negociación con el Gobierno colombiano en La Habana. Hace siete días las FARC secuestraron al general Rubén Darío Alzate. La guerrilla ya ha anunciado que liberarán a su «prisionero de guerra», pero los colombianos no quieren volver a la negociación bajo presión de la fuerza de otras épocas: en los anteriores diálogos con las FARC, hace ya más de una década, más de 400 militares fueron secuestrados y se convirtieron en un importante botín de guerra.

Unos murieron, otros están libres, la mayoría fue intercambiada por guerrilleros presos. Como militar de más alto rango que sobrevivió para contarlo, Mendieta es crítico con la guerrilla y con el proceso de paz. Cree que los diálogos de La Habana no están equilibrados. En esta entrevista con ABC explica por qué.

«Dicen que un conflicto de 50 años necesita al menos 30 años para solucionarse»

–Tres grupos de personas que representan a los casi siete millones de víctimas del conflicto colombiano han ido a La Habana a verse con las FARC. Usted les cantó las cuarenta a sus verdugos. ¿Tan difícil es perdonar?

–Cada una de las doce víctimas que fuimos en aquella ocasión tuvimos quince minutos para hablar con ellos. Tras exigirles respeto por la vida y pedirles que dejaran de secuestrar y de reclutar a menores; que no colocaran más minas antipersonas y hablarles sobre mi cautiverio, les pregunté si estaban dispuestos a pedir perdón a las familias que recibieron a sus seres queridos en bolsas de basura. Les pregunté si estaban dispuestos a pedirle perdón a Colombia. Su silencio de ellos fue total. El perdón no fluye así.

–No parece nada convencido de este proceso de paz que ha sido considerado como uno de los más serios en la historia de Colombia.

–No lo estoy. Y explico por qué. Ha habido cuatro tandas de conversaciones con las FARC a lo largo de la historia. Comparo con la última vez. El presidente Andrés Pastrana (1998-2002) les desmilitarizó una zona del país del tamaño de Suiza. Pensábamos que se iba a avanzar. Las FARC usaron ese territorio para reclutar gente, comprar armas, montar sus laboratorios para procesar drogas. Yo lo vi porque estaba secuestrado por ellos. ¿De cuáles hechos de paz hablan ahora? Decenas de rebeldes están en Cuba. Para haber salido del país la fuerza pública ha tenido que cesar sus operaciones. La Cruz Roja Internacional ha tenido que sacarlos en aviones rumbo a La Habana. Les han dado garantías. El Gobierno se la está jugando a fondo. Y sin embargo en 2012 las FARC dijeron que no iban a secuestrar a más gente y volvieron a hacerlo.

–¿Cuándo creerá en las FARC?

–Creeré cuando hablen con sus actos. Cuando liberen a secuestrados, los de antes y los de ahora (según cifras de varias ONG hay entre 30 y 60 secuestrados actualmente). Y cuando entreguen a las víctimas las coordenadas donde están enterrados sus seres queridos. Esa es la reparación que quieren muchas personas. Ver los pedazos de sus muertos. Y ahí sí, quizás, puedan perdonar.

«El principal error es negociar en medio del conflicto»

–¿Qué opina de seguir negociando en medio del conflicto?

–Los guerrilleros que me custodiaban decían que el principal error de Pastrana fue negociar en medio del conflicto. Nuevamente el error se repite.

–¿Qué le aconsejaría entonces a Santos?

–Paciencia y exigencia. Este es un proceso muy difícil. Los teóricos dicen que un conflicto de 50 años necesita al menos 30 años para solucionarse.

–Los líderes rebeldes ya se están volviendo viejos. ¿Acaso esa realidad no los hará negociar?

–No vi en La Habana un ideólogo, un rebelde avezado, con nuevas teorías. Ellos no quieren negociar los principios que mantienen desde hace 50 años. Son fósiles y están encasillados. Viví con ellos once años. Decían que salir de la selva a ocupar puestos públicos era muy difícil para un guerrillero. Creo que ellos vivirán fuera del país mucho tiempo, mientras que en Colombia se da todo el proceso de verdad, de reparación y de justicia.

–¿A qué se dedica usted hoy en día?

–Trabajo mucho con las víctimas. Vivo entre Bogotá y Europa porque mi hija está en Barcelona. Paso tiempo con mi señora. No vi crecer a mis hijos, el tiempo perdido es irrecuperable.

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