La Explanada de las Mezquitas custiodada por fuerzas israelíes en una imagen de archivo
La Explanada de las Mezquitas custiodada por fuerzas israelíes en una imagen de archivo - efe

¿Por qué la Explanada de las Mezquitas es el centro de la nueva crisis entre israelíes y palestinos?

La disputa por este lugar santo aviva el temor a una Tercera Intifada

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El Monte del Templo, para los judíos, y Explanada de las Mezquitas, para los musulmanes. Este lugar sagrado de Jerusalén, una de las localidades más antiguas del mundo, es reclamado por ambas religiones en su difícil convivencia. La «Ciudad Santa» está siendo el lugar de los últimos enfrentamientos entre israelíes y palestinos, hasta el punto de que ya se avista la amenaza de una tercera intifada (que en árabe significa levantamiento).

Como escribe el corresponsal Mikel Ayestaran para ABC, los ultranacionalistas judíos exigen el cambio de estatus del lugar santo. Este fija que unicamente pueden rezar ahí los musulmanes, cuando ellos consideran que es el lugar más santo del judaísmo.

Así, las protestas y los ataques, con muertos y heridos, han llevado al cierre -completo y parcial- de la Explanada a la oración de los musulmanes y a las visitas.

«Es la primera vez que el santuario está cerrado para los que rezan. No podemos entender esta escalada de las autoridades israelíes contra nuestros lugares sagrados», denunció hace unas semanas el jeque y director del Awqaf (responsable de la gestión de la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén), Azam Tamimi, ante los periodistas. Este es el tercer lugar más sagrado para los musulmanes.

Uno de los periodistas más reputados de Israel, Nahum Barnea, recordó, ante el reciente recrudecimiento del conflicto, que en 1967 cuando se negociaba el estatus de la Explanada de las Mezquitas o Monte del Templo, los judíos no rezaban allí. No lo hacían porque legalmente está prohibido. Según recoge la Efe, la ley judía de entonces determinaba que este es un espacio que no se debe pisar por temor a profanar el Sancta Santorum, y vedado hasta que el mesías construya el anhelado Tercer Templo.

Esto se debe a que de la gestión de esta zona se ha encargado casi siempre el pueblo musulmán desde que en el siglo VII, Amr ibn al As conquistara la ciudad santa. Sin embargo, desde hace apenas unos años, ultras de ambas religiones han intentado cambiar el statu quo para beneficiarse, aunque eso significara ir en contra de sus propios preceptos.

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