El USS George H.W. Bush desplegado en el Golfo con aviones que bombardean al Estado Islámico
El USS George H.W. Bush desplegado en el Golfo con aviones que bombardean al Estado Islámico - afp

La guerra contra el Estado Islámico que no se puede ganar desde el aire

La coalición prepara la necesaria ofensiva terrestre liderada por los kurdos, que ya reciben entrenamiento en lanzamisiles en Alemania, y el maltrecho Ejército iraquí

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Nada menos que el jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU., el general Martin Dempsey, fue el primer mando militar en reconocer que harán falta tropas sobre el terreno para eliminar a los yihadistas del autoproclamado Estado Islámico (EI): al menos habría que contar con la participación de unos 12.000 o 15.000 militares iraquíes, armados debidamente, y llegado el caso con asesoramiento sobre el terreno de fuerzas estadounidenses o de otros países de la coalición internacional.

«Si llegamos al punto en el que creo que nuestros asesores deberían acompañar a las tropas iraquíes en ataques contra blancos específicos [del EI], se lo recomendaré al presidente», declaró sin ambages en una comparecencia ante el Comité de Servicios Armados del Senado.

Desde que EE.UU. comenzara los bombardeos selectivos contra el EI el pasado 8 de agosto la espina dorsal del Estado Islámico apenas se ha visto dañada: líderes, control sobre el terreno ante los ausentes estados de Irak y Siria y su sistema de adoctrinamiento y reclutamiento entre la población local e internacional. Además, como efecto ameba, se ha expandido hacia otras zonas como la ciudad siria de Kobani que ya controla en un 40 por ciento.

«Para esa segunda fase, tras algunas semanas más de bombardeos, se hacen indispensables tropas sobre el terreno», explica una fuente militar española conocedora de la geopolítica iraquí que apunta a dos posibilidades: «O bien los kurdos llevan el peso de la campaña terrestre, con el consiguiente problema que se abriría para Turquía, país miembro de la OTAN; o bien son fuerzas internacionales (árabes suníes, en ningún caso chíies, apoyadas por fuerzas especiales occidentales) las que deben realizar esa tarea».

El «fenómeno astronauta»

Pero... ¿no bastaría con asesorar y entrenar al Ejército iraquí? He ahí el primer revés para los planes estadounidenses. No hay Ejército iraquí fiable para llevar a cabo dicha tarea. Diezmado, mal pagado, sin estructura orgánica eficiente, corrupto en su génesis, los soldados iraquíes vienen sufriendo en los últimos dos meses el conocido en Irak como «el fenómeno astronauta», tal y como reconoce algunos de sus oficiales.

Se trata de soldados que pululan, con uniforme y armados, por aquellos lugares donde precisamente no se les necesita, abandonando así los puestos asignados para hacer frente a los yihadistas del EI. A este panorama se enfrentarán los países que, como España, han ofrecido instrucción a los soldados iraquíes. En concreto, España aportará 300 militares para entrenar durante dos meses en operaciones especiales, desminado y desactivación de explosivos.

El problema kurdo

Con estos mimbres una exitosa intervención terrestre pasa, a corto plazo, por confiar el peso de las acciones a los kurdos iraquíes. Una treintena de ellos ha comenzado a recibir instrucción en el uso de lanzamisiles antitanque «Milan» en la Escuela de Infantería en la ciudad de Hammelburg (Alemania).

Cuarenta lanzamisiles «Milan» –en servicio también en el Ejército español– serán suministrados a los «peshmergas» kurdos con 500 misiles en total. Alemania tiene previsto equipar a 10.000 kurdos con fusiles, lanzamisiles antitanque y vehículos, tal y como anunció su ministra de Defensa, Ursula von der Leyen.

Es precisamente aquí, según la fuente militar consultada por este diario, donde «el asunto geomilitar se puede enrevesar aún más si las fuerzas kurdas, armadas y entrenadas, fueran más allá de los meros ataques a los yihadistas del EI». Es decir, si los peshmergas entraran en conflicto con Turquía, país este cuyo Parlamento aprobó la autorización al Gobierno para enviar tropas a Siria e Irak y permitir la presencia de tropas extranjeras en suelo turco, presumiblemente para establecer campos de entrenamiento.

«Todas las opciones son complicadas. Quizás la más fiable sería la intervención turca. Lo que está claro es que solo por aire no basta», sentencia.

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