Manifestantes se enfrentan con la Policía antidisturbios en los aledaños de una universidad de Ankara
Manifestantes se enfrentan con la Policía antidisturbios en los aledaños de una universidad de Ankara - AFP

El sureste de Turquía explota por la situación en Kobani

Al menos 37 muertos y un millar de detenidos en cuatro días de enfrentamientos entre activistas kurdos, grupos políticos rivales y las fuerzas de seguridad

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«¿Recordáis Srebrenica? Nosotros sí», declaró el enviado especial de Naciones Unidas, Staffan de Mistura, que ayer trataba de llamar la atención del mundo sobre la situación en la ciudad siria de Kobani, amenazada por los combatientes del Estado Islámico. El paralelismo con aquella localidad bosnia, en la que paramilitares serbios masacraron a alrededor de ocho mil personas en 1995, no es fortuito: como en aquella ocasión, la comunidad internacional se está mostrando pasiva e ineficiente a la hora de prevenir la que, a todas luces, será una masacre si los yihadistas conquistan el lugar.

Según la ONU, al menos setecientos ancianos permanecen atrapados en el perímetro urbano, a los que hay que sumar unas 12.000 personas que han huido de la ciudad, pero no han conseguido cruzar la frontera con Turquía.

«Si esto cae, los setecientos, más tal vez las doce mil personas, aparte de los combatientes, serán masacrados», afirmó ayer De Mistura.

La conquista de Kobani podría ser cuestión de tiempo. Ayer, los yihadistas se hicieron con el control del edificio que las milicias kurdas YPG, los defensores de la ciudad, utilizaban como cuartel general, según aseguró el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. «El Estado Islámico controla ahora el 40 por ciento de la localidad», aseguró su director, Rami Abdel Rahman. «La captura de los cuarteles permitirá a los yihadistas avanzar en los puestos de la frontera con Turquía hacia el norte de la ciudad. Si lo consiguen, tendrán a las fuerzas kurdas dentro de Kobani completamente rodeadas», afirmó.

Levantamiento kurdo

La tragedia que se viene desarrollando a cámara lenta desde principios de verano en Kobani ha provocado el levantamiento de miles de activistas kurdos de la vecina Turquía, que acusan al gobierno turco de apoyar al Estado Islámico. Las últimas cuatro jornadas de disturbios han dejado ya al menos 31 muertos, 351 heridos y más de un millar de detenidos, según el Ministerio del Interior. Fuentes periodísticas elevan el número de víctimas mortales a 37.

Desde mediados de semana, activistas kurdos vinculados a la guerrilla kurda del PKK (con la que están relacionadas también las milicias YPG) se vienen enfrentando a grupos políticos rivales en diversas ciudades de Turquía. En las localidades kurdas de Diyarbakir y Adana, los nacionalistas kurdos han mantenido importantes confrontaciones tanto con la policía como con miembros del Hüda-Par, un partido islamista acusado de simpatizar con el Estado Islámico.

En Gaziantep, una ciudad de población mixta tanto turca como kurda, grupos de ultranacionalistas turcos salieron a la calle armados con machetes e incendiaron varias sedes del partido kurdo HDP. En los enfrentamientos resultantes, que incluyeron el uso de armas de fuego, resultaron heridas una veintena de personas. Además, el jefe de policía de la provincia de Bingöl sufrió una emboscada en la madrugada del jueves en el que murieron dos de sus lugartenientes y resultaron heridos varios miembros de la escolta, así como el propio comisario. Se trata del primer atentado contra un alto cargo policial desde 2001.

Las negociaciones, pendientes de un hilo

Los cuatro atacantes fueron también abatidos por las fuerzas de seguridad, y se sospecha que podrían ser miembros de la guerrilla kurda del PKK. Si se confirma, podría señalar el regreso definitivo a las armas de esta organización tras dos años de conversaciones de paz. Y lo más preocupante es que el atentado se habría producido contra los deseos de su líder, Abdullah Öcalan, encarcelado desde 1999, que trata de mantener abiertas las negociaciones con el gobierno turco.

«Queremos que la dirección del KCK [la plataforma urbana del PKK] haga un esfuerzo para calmar la tensión, llame a los manifestantes a evitar la violencia, investigue seriamente los incidentes armados y tome medidas para prevenir estos incidentes», declaró ayer Selahattin Demirtas, líder del partido kurdo HPD, que se mantiene en contacto directo con Öcalan.

«Trabajando juntos, es posible prevenir las bases para las matanzas y provocaciones. Es posible hacerlo y a la vez proteger Kobani, y resolver los problemas a través del diálogo», dijo Demirtas. El presidente Recep Tayyip Erdogan, por su parte, acusó a los líderes kurdos de «hacer un llamamiento a la violencia de una forma sucia», asegurando que «el proceso de paz no significa tolerar la ilegalidad».

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