La actual presidenta brasileña en un acto de campaña electoral en Río de Janeiro
La actual presidenta brasileña en un acto de campaña electoral en Río de Janeiro - efe
Brasil

Dilma Rousseff o cuando la corrupción no importa

Conocida al principio de su mandato como la «faxineira» (limpiadora), a la actual presidenta le crecen los casos de corrupción entre sus allegados, pero no parecen afectar a su popularidad

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«Echó a las ratas pero no fumigó», afirma Alfredo Behrens. Profesor de la Universidad de Cambridge y de la escuela de negocios FIA de Sao Paulo, Behrens se refiere a «los once ministros» que la presidenta, Dilma Rousseff, tuvo que destituir por escándalos de corrupción. La política de aparente «mani pulite» se tradujo entonces en altos niveles de popularidad y le valió a Rousseff el sobrenombre en la calle de «faxineira» (limpiadora). Aquel tiempo reciente ya es historia y los brasileños, un día sí y otro también, se desayunan en la prensa con nuevos detalles sobre la red de sobornos extendida en las bambalinas del poder por medio de Petrobras, la versión brasileña de Repsol, de la que el Estado tiene el control.

La corrupción es uno de los puntos débiles de la campaña de Rousseff pero, a la vista de los últimos sondeos, no es tan importante ni logra erosionar la candidatura de la mujer que busca –y hoy parece estar bien encaminada - un segundo mandato de cuatro años.

La cascada de sondeos que se derraman en la recta final sobre los comicios del domingo continúa confirmando la recuperación de la presidenta de Brasil. Según el último de la firma Ibope, Rousseff (Partido de los Trabajadores) amplia su ventaja en primera vuelta y se coloca en segunda ocho puntos arriba frente a Marina Silva (alianza socialista) que sigue perdiendo fuelle en favor de Aécio Neves, el socialdemócrata, con apoyo del 19 por ciento, se le acerca peligrosamente y está apenas cinco puntos abajo. Esta tendencia de crecimiento le hace ilusionarse con alcanzarla y superarla el domingo para disputar una segunda vuelta con Rousseff.

La corrupción en Brasil y en los tres gobiernos sucesivos que lleva en el poder el PT le ha pasado la factura a los colaboradores más estrechos del ex presidente Luiz Inacio Lula y de Dilma Rousseff pero ninguno de los dos, finalmente, tuvo que pagar la cuenta de los desmanes pese a ser sus máximos responsables políticos. El «efecto teflón» que caracteriza a las sartenes con superficie donde, caiga lo que caiga siempre resbala, parece haberlo heredado Dilma Roussef de su antecesor y padrino político.

El escándalo en el 2005 del «mensalao» (sobornos a legisladores para aprobar leyes del gobierno) se llevó por delante a la mano derecha de Lula, Jose Dirceu y a la plana mayor del PT, pero no salpicó al jefe de todos ellos, el hombre que logró enamorar al mundo y colocar a Brasil en la agenda de las primeras potencias.

Incompetente pero no corrupta

Algo similar pareciera que le está sucediendo a Rousseff con el caso Petrobras. «Nadie la acusa de corrupta. Sí de incompetente», matiza Francisco Petros, analista de la prestigiosa fundación Getulio Vargas de Sao Paulo. Dicho esto, Petros observa que «no es uno, sino muchos los escándalos» que salpican a la principal petrolera de Brasil. «La corrupción se cuela en las inversiones en el exterior y en el interior» del gigante sudamericano. «Se aprecia en Pasadena (EE.UU.) -resume- Bolivia, Venezuela y hasta en Pernambuco, a través de comisiones ilegales ocultas en presupuestos inflados».

Paulo Roberto Costa, ex director de Abastecimiento de Petrobras, arrepentido y en prisión desde el mes de marzo, confesó que en la multinacional se estableció un complejo sistema de sobornos en la adjudicación de contratos y entregó, a cambio de beneficios penitenciarios, una lista de legisladores y ejecutivos involucrados. En ésta, presuntamente, figuran nombres de estrechos colaboradores de la presidenta.

La Federación de Industrias de Sao Paulo (Fiesp) calculó en su último estudio que Brasil pierde unos veinte mil millones de dólares al año como consecuencia de la corrupción. Las manifestaciones en vísperas del Mundial de Fútbol estaban directamente relacionadas con demandas de transparencia. Un sondeo reciente coloca la corrupción entre los diez principales temas que el electorado exige que resuelva el próximo Gobierno. Dicho esto, Dilma Rousseff sigue creciendo en las encuestas. O los sondeos se equivocan o al brasileño le crece la nariz.

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