La verdad incómoda sobre el PNV: cuando el fundador del partido pidió que se «acate la soberanía española»

Algunos historiadores de corte independentistas han achacado esta españolidad tardía de Sabino Arana a los desvaríos que supuestamente le provocaba la enfermedad que acabó con su vida a los 38 años

Imagen de Sabino Arana Juan Piedra

ISRAEL VIANA

Desde Carlos Garaikoetxea hasta Iñigo Urkullu , todos los lehendakaris del PNV que ha tenido la democracia española han reivindicado siempre la figura Sabino Arana (1865-1903). Es el fundador de su partido y el padre del nacionalismo vasco, por eso desde las instituciones siempre han tratado de silenciar u ocultar de manera sistemática el giro españolista que dio este al final de su vida. Algunos historiadores de corte independentista han achacado conversión tardía a los desvaríos que supuestamente le provocaba la enfermedad que acabó con su vida a los 38 años, conocida como el «mal de las heces de piedra».

Sabino Arana, en su estancia en la prisión de Larrinaga

Lo contaba « El Liberal » en su edición del 23 de junio de 1902, en una pequeña reseña titulada «La unidad nacional», y no dejaba lugar a dudas: «El semanario “ La Patria ”, órgano del partido bizkaitarra, ha publicado un artículo recogiendo el rumor de que Sabino Arana, jefe de los nacionalistas, actualmente encarcelado y viendo que a su partido se le impide la vida legal, se propone desistir de la defensa de sus ideas, recomendando a sus amigos que reconozcan y acaten la soberanía española y pidiéndoles un voto de confianza para redactar el programa de un nuevo partido, que aspire a la felicidad del País Vasco dentro del Estado español ».

Para evitar interpretaciones erróneas, el diario aclaraba a continuación que, antes de la publicación de esta noticia, visitó a Arana para que confirmara si el rumor era cierto. Este dijo que sí y «declaró que el partido nacionalista no es posible que llegue a ser regionalista por la evolución. Es necesario que abandone los ideales que mantiene hoy (...) En vista de estas manifestaciones, es indudable que muy pronto desaparecerá el partido bizkaitarra (en referencia al PNV) y se formará una agrupación que intente restaurar todo lo bueno del pasado vasco y sea compatible con la unidad nacional».

La noticia de este giro fue recogida por otros periódicos como « La Época » y « El Globo ». Es un ejemplo de manual de cambio ideológico en un político sobre el que ningún dirigente nacionalista ha hecho demasiados comentarios a lo largo del siglo XX y XXI. Pero no cabe duda que el tono racista de gran parte de su producción escrita y esta famosa transformación arrojan luz sobre un personaje que tenía muchos más matices y claroscuros de los que se quieren reconocer.

Sin presiones

Arana, además, no sufrió presiones directas de ninguna clase para esbozar lo que debería haber sido su Liga de Vascos Españolistas en sustitución del Partido Nacionalista Vasco . En primer lugar, porque las condiciones de su estancia en la prisión de Larrínaga no tienen parangón: atenciones de lujo, facilidad para comunicarse con el exterior y hasta un menú de Nochebuena, el de 1895, que incluía ostras, besugo, merluza y turrones. Y en segundo, porque es muy poco probable que la enfermedad de Addison —nombre oficial del «mal de las heces de piedra»— alterara sus facultades mentales, puesto que los efectos que produce son el oscurecimiento de la piel, la aparición de pecas negras, vómitos, fatigas, pérdida de peso, intolerancia al frío y algunos dolores físicos.

Para comprobar y argumentar esto, se puede consultar el libro « Sabino Arana , padre de las nacionalidades. Correspondencia inédita de los hermanos Arana Goiri»(1981). En su ensayo, el historiador vasco Mauro Elizondo se hace sirve como premisa fundamental el mencionado artículo publicado en «La Patria» el 22 de junio de 1902. Bajo el título de «Grave y trascendental», se esconde un manifiesto que vio la luz solo tres semanas después de que el político ingresara en la cárcel, después de que le fuera interceptado por las autoridades un telegrama en el que felicitaba al presidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt , por haber concedido la independencia a Cuba.

El político amortajado, tras su fallecimiento en Pedernales, Vizcaya

Una idea de la que, sin embargo, el fundador del PNV reniega implícitamente en su artículo, al no ver posible que se pueda aplicar en el País Vasco la receta que el presidente americano aplicó a las últimas colonias españolas en ultramar para que lograran su independencia en 1898 . Por eso recomendaba a sus compañeros que «reconozcan y acaten la soberanía española». Y, además, les pedía «un último voto de confianza» para caminar juntos «hacia el Estado español, sin quebrantar la legalidad presente, ofreciendo las bases para la constitución del Estado total y otras particulares para este país (...). Un partido que aspire a restaurar del pasado lo bueno y a la vez sea compatible con la unidad del Estado».

«¿A qué obedece en Sabino la determinación de matar un partido y fundar otro?, ¿al deseo de salir bien de la causa de la que se hallaba pendiente?»

En el semanario «La Patria», con motivo del artículo, se publicó una entrevista con el autor. Una de las preguntas fue: « ¿Qué plan, línea de conducta o programa trazaría usted para el nuevo partido? ». Su respuesta fue: «El de una autonomía lo más radical posible dentro de la unidad del estado español. Y a la vez más adaptada al carácter vasco y a las necesidades modernas».

Como era de esperar, estos deseos de Arana causaron un gran impacto y desconcierto en las filas nacionalistas. Un hecho que no ha pasado tampoco inadvertido para muchos historiadores, que han analizado la controversia creada con interpretaciones de todo tipo y, a menudo, interesadas. La de los independentistas se basó en la mencionada enfermedad y en su encarcelamiento, además del proceso judicial que tenía pendiente, por la posibilidad de obtener una menor condena si rebajaba su tono y mostraba cercanía a España . Pero aquí es donde entra en juego la documentación aportada por Elizondo en su libro: las cartas que se intercambió en aquella etapa con algunas de las personalidades más importantes del movimiento nacionalista. En concreto, con Engracio de Aranzadi (1873-1937), dirigente vasco y figura indispensable en la difusión de las ideas de Sabino en San Sebastián y alrededores, y el médico José Arrandiaga (1856 - 1923), en cuyas cartas sabemos que su giro no tuvo su primera y única manifestación en el artículo, sino que se estaba gestando desde hacía medio año antes de entrar en prisión.

Entre estos dos personajes hubo también misivas al respecto. En una de ellas, Arrandiaga le comentaba a Aranzadi: «¿A qué obedece en Sabino la determinación de matar un partido y fundar otro?, ¿al deseo de salir bien de la causa de la que se hallaba pendiente? No, puesto que en diciembre de 1902, cuatro o seis meses antes de su encarcelación, ya me dijo que dentro de poco íbamos a convertirnos en españolistas y que para ello iba a dar a luz un nuevo programa, el cual, según él creía, iba a hacer mucho ruido entre gallegos , asturianos, etc.». Y así fue… hasta hoy.

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