La epopeya de Doña Sofía: así escapó la futura reina de España de las garras de Hitler en la Segunda Guerra Mundial

El 23 de abril de 1941, durante la invasión germana de Grecia, la familia real viajó hasta Creta para evitar ser capturados por los nazis

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Manuel P. Villatoro

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El 2 de noviembre de 1938, Sofía de Grecia vino al mundo cerca de Atenas. El día no pudo ser más feliz para su madre, Federica de Hannover , de origen germano, pero residente en el país desde que contrajo matrimonio con Pablo , uno de los herederos del monarca griego. En mitad de aquella jornada, nadie podía imaginar que, tan solo tres años después, se desataría el infierno en los Balcanes de la mano de Adolf Hitler y Benito Mussolini . Pero así fue. Ya iniciada la Segunda Guerra Mundial , el Eje invadió el país del Monte Olimpo y la futura monarca de España, entonces una niña, tuvo que ser evacuada en hidroavión para evitar caer en las garras del nazismo.

Amarga Segunda Guerra Mundial

La pesadilla de la familia real griega se desencadenó el 28 de octubre de 1940 a las cinco y media de la madrugada, día en que las tropas italianas de Benito Mussolini atravesaron la frontera con el objetivo de emular a las legiones romanas de la antigüedad . El dictador, que se consideraba una suerte de César de la Segunda Guerra Mundial, anhelaba recuperar la gloria del viejo imperio y demostrar a Adolf Hitler que Italia no era una carga para el Eje, sino una potencia capaz de aplastar a sus enemigos. «'Führer', estamos avanzando. ¡Al alba de esta mañana las victoriosas tropas italianas han atravesado la frontera grecoalbanesa!», escribió orgulloso en las horas siguientes a que se iniciaran las operaciones.

Sobre los mapas, ocho divisiones al mando del general Sebastiano Visconti Prasca avanzaron desde Albania, país ocupado por Italia en 1939, con el objetivo puesto en Atenas. Su idea era imitar la táctica de ' Blitzkrieg ', tan útil para los nazis en Polonia y Francia; pero aquella ' Guerra relámpago ' de marca blanca no se extendió en el tiempo ni veinticuatro horas. Tal y como explica José Delgado en 'Diarios de la Segunda Guerra Mundial', los defensores se mantuvieron firmes ante el invasor y detuvieron en seco sus ofensivas gracias al terreno montañoso, la falta de coordinación del enemigo y el escaso apoyo aéreo del dictador. A Hitler no le sorprendió lo ocurrido, aunque sí le molestó en exceso por la falta de visión de su aliado.

Jorge II, en el frente de batalla griego

Esa misma tarde Jorge II , restaurado en el trono italiano por Ioannis Metaxas en 1935 después de una década de república, caminaba, conmocionado, por el palacio. De cara ancha, robusto y frente amplia, el desconsolado rey dirigió sus pasos hacia los aposentos de Federica de Hannover , esposa de Pablo , su hermano menor. «Recuerdo la noche en que el rey Jorge vino a nuestra habitación», explicaba esta última en sus memorias. Las palabras del monarca fueron tan melancólicas como trágicas: « Italia nos ha atacado . Desde hoy estamos envueltos en la contienda. Yo esperaba ser un rey que no tuviese que ir a la guerra. Ahora que nuestro pueblo tendrá que sufrir mucho una vez más».

Y eso que todavía no sabía lo que se le venía encima. Cierto es que los griegos, aguerridos, expulsaron a los italianos hacia Albania y que en su territorio desembarcó un contingente expedicionario británico para apoyarles. Pero también Hitler acudió en ayuda de su gran amigo con el objetivo de evitar la debacle del Eje. El resultado fue la llamada Operación Marita : una ofensiva conjunta contra Yugoslavia (contraria al Tercer Reich) y Grecia que comenzó el 6 de abril de 1941 . Aquello fue la crónica de una muerte anunciada. A golpe de blindados, el 'Führer' derrotó a los defensores en una contienda tras otra y les empujó, junto a sus aliados ingleses, hacia el sur.

El dictador italiano dirige las operaciones en Grecia

Federica de Hannover recordaba de forma amarga aquellos tiempos de lucha en sus memorias: «Seis meses de guerra encendieron mi fe en nuestro pueblo. Una fe que nada ni nadie podrá destruir. Vi a los griegos en la cumbre de su grandeza. Si luego su conducta cambió, no por ello dejó de ser insuperable aquella grandeza». Es cierto que los defensores combatieron de forma aguerrida, pero la fuerza combinada de Italia , Alemania y sus aliados balcánicos era exagerada. Las derrotas se sucedieron una tras otra. Tesalónica , Kozani … Lo más doloroso fue ver la esvástica sobre el Monte Olimpo , noticia que llegó incluso a diarios españoles como nuestro ABC:

«Siete soldados de las tropas alpinas alemanas iniciaron su ascensión el día 15 de abril, a las seis y media de la tarde. En poco tiempo subieron a considerable altura, mientras la batalla continuaba bajo ellos. A las diez de la noche se tomaron un pequeño descanso para esperar la aparición de la Luna. A las siete de la mañana los soldados alemanes llegaron al límite de las nieves eternas y prosiguieron su marcha a pesar del mal tiempo y la nieve. En las primeras horas de la mañana del 16 de abril fue izada la bandera alemana en la cúspide de los Dioses en medio de las exclamaciones a Alemania y al Führer entonadas por los alpinistas».

Evacuación

A mediados de abril, con el contingente británico en retirada y las defensas griegas superadas, estaba claro que el país caería en manos del enemigo. Sin embargo, la familia real continuó con sus quehaceres mientras duró el conflicto. Jorge II y Pablo acudían al frente con regularidad y, por su parte, Federica y sus cuñadas visitaban los hospitales de campaña para intentar dar consuelo a soldados y viudas. Así lo afirman Carmen Enríquez y Emilio Oliva en 'Doña Sofía: La Reina habla de su vida': «Se da por hecho que la familia real tendrá que abandonar Grecia. Han de evitar caer prisioneros de los alemanes, a pesar de que son conscientes de que la propaganda nazi se encargará de convertir y presentar ese alejamiento como un acto de cobardía».

Los augurios se hicieron realidad en los siguientes días. Jornadas tristes en las que, en palabras de Federica, vio en los ojos de su esposo la desesperación. «Al ver llorar a Palo [sic] me di cuenta del odio que tengo a Hitler». El mismo 22 de abril, el ABC publicó una noticia que, bajo el titular 'Torpederos griegos dispuestos para llevar a la Familia Real fuera de Grecia', explicaba que, según informaciones arribadas de Estambul, « dos torpederos griegos » ubicados en el Pireo habían « recibido órdenes de estar dispuestos a hacerse a la mar en cualquier momento ». Y añadía: «Los barcos parecen estar dispuestos a llevar a la Real familia fuera de Grecia, pero el rey Jorge ha aplazado la salida».

Federica de Hannover, en 1955

Apenas un día después, y ya con la capitulación de Grecia ante el Eje, a la familia real no le quedó más remedio que abandonar la región. El 23 de abril, de buena mañana, un viejo hidroavión Shuterland recogió a la mayor parte de sus miembros en la bahía de Eleusis . Entre ellos se hallaba la pequeña Sofía, futura reina de España, de tan solo tres años. El objetivo era la isla de Creta , último refugio del nazismo. Pablo se quedó en aeropuerto con lágrimas en los ojos mientras Federica y los pequeños se subían al aparato. Así lo recordó ella misma en sus memorias:

«Es horrible que en un momento así tenga que separarse una familia. Palo y tía Ellen nos llevaron hasta el avión, un hidro Sunderland. Tía Ellen me entregó una cruz de plata que se había encontrado en el suelo de un hospital. Debía de haber pertenecido a un soldado y llevaba grabadas estas palabras: “En tout nika” (“Con esto venceré”). No quiso venir con nosotros, pues su marido está enterrado en Tatoi. Nadie hablaba. Yo llevaba en brazos a Tino, que todavía no tenía un año, y a la pequeña Sofía de la mano. El cielo estaba plagado de aviones. Subimos a una motora destartalada que se utilizaba para llevar gasolina a los hidroaviones. Nuestra vida de refugiados empezó a unos centímetros de la tierra que abandonábamos».

«Federica tuvo que escapar a Creta en la que fue una de las evacuaciones de una familia real más rápidas de la Segunda Guerra Mundial»

Según los autores españoles, habían creído tanto en un milagro salvador que expulsara a las fuerzas invasoras, que «no tuvieron tiempo para llevar consigo ni sus pertenencias de algún valor». Objetos que les permitieran, en tiempos precarios, subsistir con cierto desahogo a las penurias que se avecinaban. En sus palabras, «de la tristeza con la que vivían el momento solo les distraía la inminente amenaza de ser alcanzados por alguna de las bombas que lanzaban los alemanes» o el pavor a ser capturados por sus propios soldados, leales ya al Tercer Reich .

Medio mundo

Federica , Sofía y Tino arribaron a Creta poco después. Pero ni allí pudieron escapar de la larga sombra de la esvástica. En los días siguientes, la isla fue bombardeada sin descanso por la fuerza aérea alemana. «Nos refugiamos en una zanja desde donde veíamos caer las bombas, que estallaban a un lado y a otro», desvelaba la madre. La pequeña vivió entonces sus peores momentos. « Sofía, que solo tenía dos años, estaba sentada en mi regazo . Para que no oyese las explosiones le tapaba los oídos con mis manos, al mismo tiempo que cantaba desesperadamente tratando de distraerla». Nadie sabía de su llegada, así que se vieron obligados a moverse en taxi entre las explosiones.

Aunque pudieron unirse a Pablo y Jorge poco después, la situación no se tranquilizó. La invasión de Creta por parte de los paracaidistas germanos obligó a la familia a ser evacuada. En su nuevo hogar, por suerte, parece que sí obtuvieron la tranquilidad que buscaban. «Me parecía algo irreal. Totalmente ajeno a la guerra, el ambiente de Alejandría y de El Cairo nos producía la sensación de un vacío mental y espiritual. ¡Habíamos perdido tanto! Nuestro hogar, nuestra vida de familia. Habíamos perdido Grecia, el país que yo había llegado a querer no solo con todo mi corazón, sino con todo mi ser. Ahora estaba invadido y martirizado». En los cinco años siguientes cambiaron de residencia en una veintena de ocasiones antes de poder asentarse. Aunque, como se suele decir, eso es otra historia.

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