La sencilla razón para que los bandidos se escondieran en el monte de la Guardia Civil

Los Montes de Toledo, con su entorno decimonónico, ofrecían todo lo que un bandolero podía necesitar

El escondrijo para los bandidos, concretamente el de Isidoro Juárez Navarro «Castrola», en los Montes de Toledo no podía ser mejor, pues se encontraba rodeado por múltiples senderos (lo que favorecía que pudiera salir por piernas cuando la Guardia Civil acudiera en su busca) y permanecía oculto a la vista de sus enemigos. Así lo confirma a este diario Carlos Molero , Educador ambiental de la oficina verde del Ayuntamiento de Madridejos y guía habitual en el viaje hasta la caverna. «Es una cueva típica de monte mediterráneo, rodeada de encinas , quejigos , coscojas , distintos arbustos como las sabinas ... Además, estaba tapada por vegetación. Eso hacía que fuese muy difícil de ver», completa.

En lo que sí está de acuerdo es en que la vida en el monte es mucho más dura de lo que narran las crónicas y cree la sociedad. «A Castrola el medio le daba carne y frutos . Actualmente hay ciervos, corzos y jabalíes, pero por entonces lo que predominaba era la caza menor. Es decir: conejos , palomas y pajarillos . Por otro lado, podía alimentarse de setas de cardo , las más habituales en la época», completa. Tampoco debía ser fácil para Isidoro superar las temperaturas extremas que se dan en esta región. «En invierno se alcanzan los -3 grados y, en verano, se puede llegar hasta 43 grados . Eso puede provocar daños en la salud», afirma Molero. ¿Cómo pudo aguantarlo? En la leyenda se citan una manta zamorana que le protegía, además de «las hogueras que podía hacer gracias a la leña».

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