Las razones históricas para darle una calle en Madrid al relojero original de la Puerta del Sol

Emilio Lara, escritor, historiador y colaborador de ABC, le dedicó en 2017 una novela, ‘El relojero de la Puerta del Sol’ (Edhasa), con el objetivo de sacarle del olvido. Este martes, a las 19h, el autor jienense impartirá una conferencia sobre Rodríguez Losada, dentro del ciclo ‘Madrid tiene Historia’

José Rodríguez Losada (1797-1870), relojero. Retrato realizado por Antoine Claudet
César Cervera

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El leonés José Rodríguez Losada, conocido como el relojero de la puerta del Sol, adquirió fama internacional como artesano, de modo que en su taller de Londres acudieron clientes tan distinguidos como Sisí Emperatriz o la propia Corona británica. Tal fue su fama que varios escritores de su tiempo como José Zorrilla, cuya carrera salvó cuando le acosaban los acreedores, o Benito Pérez Galdós quedaron asombrados por su vida y su talento. El escritor canario incluyó al relojero en uno de los Episodios Nacionales, «La revolución de julio», publicado en 1903. Luego, simplemente, Rodríguez Losada desapareció de la memoria de España.

Emilio Lara, escritor, historiador y colaborador de ABC, le dedicó en 2017 una novela, ‘El relojero de la Puerta del Sol’ (Edhasa), con el objetivo de sacarle del olvido. «Fue incluso famoso aquí, pero sucedió como ha ocurrido tantas veces en la historia de España. Este país es muy olvidadizo, y más que una madre es una madrastra», explica Lara. Este martes 23 de noviembre, a las 19h, el autor jienense impartirá una conferencia sobre Rodríguez Losada, dentro del ciclo ‘Madrid tiene Historia’, donde abogará porque salga adelante el proyecto para poner el nombre del relojero a alguna calle de la capital. En acto tendrá lugar en la Casa de Correos y contará con la presencia también de Antonio Pérez Henares , coordinador del ciclo y presidente de la asociación Escritores con la Historia.

Una misión de alto riesgo

El relojero de la Puerta del Sol se crió en el seno de una familia de ganaderos de Iruela, León, de la que se escapó una noche para prevenirse de otra paliza de su padre. Saltando por España, Rodríguez Losada acabó siendo oficial de caballería de los ejércitos de Rafael del Riego y, a la postre, un proscrito cuando los Cien Mil Hijos de San Luis liquidaron el proyecto liberal. En su huida de la represión absolutista, encabezada por el padre de José Zorrilla, el joven leonés dio con sus huesos en Inglaterra. «Era un autodidacta, inteligente y observador, que se inició con 34 años en el oficio de relojero sin saber una palabra de inglés y sin un céntimo en el bolsillo», narra Emilio Lara .

Cartel del ciclo ‘Madrid tiene Historia’.

En Londres, el relojero se convirtió en toda una referencia, recibiendo encargos desde las más altas esferas, lo que incluyeron peticiones desde su país natal. Aunque el Gobierno de Isabel II le condecoró y la Armada Española le solicitó diversos cronómetros marinos, el leonés solo volvió a su país natal de forma puntual, en 1860, por cuestiones de trabajo. Precisamente, alojado en un hotel de la Puerta del Sol , se lamentó del pésimo estado del reloj que se había colocado en el edificio de la Real Casa de Carlos III , entonces sede del Ministerio de la Gobernación . «A Losada le picó en su amor propio que el reloj principal de España atrasara. Por eso decidió construir un reloj muy moderno y regalárselo a Madrid, con motivo del cumpleaños de la Reina Isabel II».

El artesano que construyó los relojes de la Catedral de Venezuela y de Málaga y del Arsenal de Cartagena, dispuso sin cobrar un duro para Madrid la pieza más revolucionaria del mundo en ese momento. Un reloj que sobrevivió al paso del tiempo y a un obús que durante la Guerra Civil fue a parar a la torre, pero no llegó a estallar. Más del 99 por ciento de las piezas siguen siendo hoy las que empleó Rodríguez Losada. El mecanismo no cuenta con ningún elemento eléctrico; todo es artesanal. «Fue el regalo a Madrid de un soñador que pudo realizarse en Londres y que jamás albergó resentimiento contra la España que le persiguió», recuerda el novelista e historiador.

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