Nixon contra Kennedy: el debate que sí cambio la historia de la televisión... y la política

El primero no quiso maquillarse, vistió un triste traje gris y perdió. JFK cuidó su imagen a conciencia, tomó el sol para lucir un moreno envidiable y ganó. Era el primer enfrentamiento político televisado, que fue copiado después en el resto del mundo

Nixon (derecha) y Kennedy, en los momentos previos al debate televisado el 26 de septiembre de 1960 ABC

Israel Viana

El polémico y comentadísimo debate que ayer y antes de ayer protagonizaron Pedro Sánchez , Pablo Casado , Pablo Iglesias y Albert Rivera , de cara a las elecciones generales de este domingo 28-A , tiene un antecedente mítico fuera de nuestro país. Hablamos del primer «enfrentamiento» retransmitido en directo de la historia de la televisión mundial hace casi 60 años: el mantenido por Richard Nixon y John F. Kennedy el 26 de septiembre de 1960.

Simplemente comparando las cifras de audiencia de los últimos debates presidencial televisados en Estados Unidos con este primero, nos hacemos una idea muy clara de la importancia que tuvo para Estados Unidos (y el resto del planeta). En 2012, por ejemplo, el debate de Barack Obama y Mitt Romney fue visto por unos 60 millones de telespectadores, mientras que el protagonizado por JFK y el responsable del « caso Watergate » fue seguido por nada menos que 70 millones. Diez millones más de audiencia, más de medio siglo antes, cuando ni siquiera se supone que todas las familias contaban con televisor.

«El 26 de septiembre de 1960 la política cambió para siempre. Nada volvería a ser igual después de aquel primer debate entre Nixon y Kennedy», escribía el director de MAS Consulting y experto en elecciones estadounidenses, Daniel Ureña, en 2008, poco antes de que se enfrentaran Obama y John McCain.

Imagen de Nixon (derecha) y Kennedy en una televisión de 1960 ABC

Aquel histórico debate, que incluyó turnos de presentación, preguntas de un panel de periodistas y declaraciones finales, duró una hora, en la que los candidatos se centraron en política doméstica. Pero no fue eso quizá lo más importante, o lo que perduraría con el paso de los años. Era la primera vez que los candidatos a la presidencia del país más poderoso del mundo adaptaban al lenguaje y los códigos de la televisión. Y fue ahí donde probablemente el joven Kennedy ganó la batalla.

Nixon no sólo subestimó a su contrincante, también los parámetros que imponía la caja tonta, aquello que ahora llaman la telegenia y que antes no se tenía en cuenta. El candidato demócrata, más atractivo que el candidato republicano, dominaba mucho más este terreno. Se puede decir incluso que su homólogo republicano lo despreciaba y no perdió mucho tiempo en preparárselo, confiado como estaba en sus posibilidades.

En primer lugar, el traje gris de Nixon hacía que pasara más desapercibido en aquella televisión en blanco y negro. Además, se negó a que le maquillaran. Dos nimiedades que, probablemente, influyeron en el subconsciente de los televidentes y futuros votantes. A esto hay que sumar que el entonces vicepresidente Nixon había estado recientemente hospitalizado por una operación en la rodilla, lo que le daba un aspecto cansado y le hacía sudar al andar.

«Dejad que os pongan maquillaje»

El propio Nixon, después de aquel debate en el que fue consciente de que había perdido las elecciones, aseguró: «Confiad plenamente en vuestro productor de televisión, dejadle que os ponga maquillaje aunque lo odiéis. Que os diga también cómo sentaros, cuáles son vuestros mejores ángulos o qué hacer con vuestro cabello. A mí me desanima, detesto hacerlo, pero habiendo sido derrotado una vez por no hacerlo, nunca volví a cometer el mismo error».

Kennedy, sin embargo, llegó incluso a tomar un poco más el sol en la mañana del debate para lucir un envidiable moreno y, además, se preocupó por vestir un traje oscuro que destacara en la imagen. Sus intervenciones también las preparó a conciencia, repasando con su equipo de confianza las posibles respuestas que tenía escritas en grandes tarjetones azules.

Un dato curioso que demuestra el poder de la imagen en la política desde aquel lejano 1960 es que, según cuentan, la gente que siguió el debate por la radio llegó a la conclusión de que Nixon había estado mucho mejor que Kennedy. Pero en las elecciones del 8 de noviembre –las primeras en las que participaron Alaska y Hawai– fue derrotado por el joven candidato de 43 años y no logró la presidencia que todo el mundo daba por hecho que ganaría él. « Kennedy arrolla a Nixon », decía la portada de ABC.

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