En la Antigua Roma, la crucifixión era la pena de muerte más humillante y atroz . Estaba reservada para los esclavos, y también para todo aquel que desafiase al imperio.
Jesús de Nazaret fue uno de ellos. Tras su muerte, sus seguidores se enfrentaron al estigma de la cruz y, en solo 300 años, lograron que el emperador de Roma se arrodillase ante la que había sido la forma de morir más salvaje del imperio. Así, los cristianos convirtieron la supuesta derrota de la cruz en su triunfo .
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