La intimidad de las reinas de España

Juana I «la Loca»: la desgracia de los celos

No se sabe cuándo los demonios de la mente anidaron en ella, pero no la abandonarían hasta el fin de sus días

Juana la loca ABC
Mari Pau Domínguez

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No se sabe cuándo los demonios de la mente anidaron en la joven Juana , pero no la abandonarían hasta el fin de sus días. Convirtieron su vida en un trágico calvario para el que no hubo remedio alguno.

En el mismo instante en el que Juana, hija de los Reyes Católicos , y el archiduque de Austria y duque de Borgoña , Felipe de Habsburgo , se vieron por primera vez en Lier, cerca de Amberes, ella se enamoró perdidamente. Poco podía imaginar que aquel amor sería su perdición, el origen de un sufrimiento que le resultaría difícil de soportar.

Los jóvenes príncipes se saltaron el protocolo y adelantaron la boda, prevista para cuatro días más tarde, a fin de consumar el matrimonio cuanto antes. Juana, educada por su madre en una rígida moral, descubrió un mundo de placeres en Flandes junto a un esposo que rendía culto al sexo. A pesar del apelativo de El Hermoso, Felipe era un hombre no demasiado agraciado, con un aspecto físico ordinario, mofletudo, desdentado ya a sus 18 años, el labio inferior caído, y vanidoso y frívolo de carácter. Su larga lista de amantes era interminable.

Juana creyó, en un alarde de inocencia, que al casarse aquello cambiaría. Se equivocó. La reiterada infidelidad de Felipe agravó su inestabilidad mental en la misma proporción en que hizo crecer en ella, fatalmente, su enamoramiento.

Amar en exceso

Los celos iban devastándola por dentro y fueron la causa de que su segundo hijo, el futuro emperador Carlos V , llegara al mundo en circunstancias poco regias. Participaba en una fiesta cortesana a la que acudió para controlar a su esposo, guiada por un brote celoso, cuando se puso de parto y acabó dando a luz en una letrina. Cierto es que tenía una increíble facilidad para parir.

Pero a Juana no la enloquecieron los celos ni el amor, sino que ya arrastraba un trastorno mental hondo que en aquella época era imposible de diagnosticar aún y que hoy en día los expertos sitúan en una esquizofrenia. El confesor de la todavía princesa Juana escribió a la reina Isabel: « Doña Juana tiene duro el corazón, crudo y sin ninguna piedad ».

«Doña Juana tiene duro el corazón, crudo y sin ninguna piedad»

Llegó a generarse en ella una angustiosa necesidad de yacer con Felipe, al que le suplicaba un sexo permanente que acabó hartándolo. Así, él tomó la perversa decisión de negarse a mantener relaciones íntimas con ella sin importarle el hundimiento moral que supondría. Juana ya sólo pensaba en las mujeres que obtendrían de su esposo lo que a ella le correspondía por derecho, pero de lo que él mismo le privaba.

Mortal prisión

Cuando en 1502 Juana es erigida en heredera al trono (se convirtió en reina tres años después, tras el fallecimiento de su madre, Isabel) tiene que trasladarse provisionalmente a España junto a su esposo. La relación entre ambos estaba más que fracasada, él se marchó y la situación personal de Juana empeoró. Su madre ordenó su reclusión en el castillo de la Mota , en Medina del Campo . Juana, furiosa y rebelde, pasó más de treinta horas en el patio, bajo una intensa lluvia.

Consiguió volver a Bruselas con Felipe. Cuentan que, armada con tijeras, se enfrentó a una muchacha que mantenía relaciones con su esposo, la insultó y le causó heridas en el rostro, para acabar cortándole sendos mechones de su preciosa cabellera rubia, que después lanzó a la cara de Felipe.

Juana la Loca ABC

Para llamar la atención de su esposo empezó a lavarse, perfumarse y cambiarse de ropa en exceso, y a vestirse con ropas sueltas a la manera morisca. Pero sobre esos esfuerzos se impusieron las terribles trifulcas entre ellos, con gritos y, al parecer, también golpes. Al morir Felipe a los 28 años, Juana vigilaba noche y día el ataúd , portaba las llaves colgadas de la cintura y de vez en cuando lo abría para acariciar y besar el cadáver.

Sufrió un cruel encierro de 46 años en Tordesillas , ordenado por su padre, que era quien ejercía el gobierno. Le prohibían salir de sus aposentos, visitar el féretro de su esposo o incluso asomarse a una galería desde la que contemplar el río. Como para no enloquecer.

Entregada al más absoluto abandono de la vida y de sí misma, a los 72 años sufrió la parálisis de una pierna, lo que la postró en cama. Rechazó cuidados y medidas básicas de higiene, a pesar de que hacía todas sus necesidades fisiológicas sin salir del lecho. Llagas y úlceras purulentas colonizaron su cuerpo, que empezó a gangrenarse, dando paso a unas fiebres que terminaron llevándose de este mundo a la reina que no reinó.

Datos de interés

Juana de Trastámara y Trastámara (Toledo, 6-XI-1479 / Tordesillas, 12-IV-1555) Archiduquesa de Austria, duquesa de Borgoña y condesa de Flandes, 1495-1506. Reina de Castilla y de Aragón, desde 1504, y 1516, hasta 1555.

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